Podía
pasar y ha pasado: el Reino Unido ha decidido, en un referéndum
completamente legítimo, salir de la Unió Europea. Que se sepa la
policía política del meapilas de Jorge Fernández Díaz no
ha estado detrás de este asunto para que no se produzca. O si lo han
estado han demostrado lo qué son las cloacas del estado español:
una suerte de T.I.A. a lo Mortadelo y Filemón
donde, si las cosas pueden salir mal, saldrán peor.
El caso es que en
España hemos estado sumidos
en una campaña política donde cuatro mediocres tratan de quedar los
primeros desprestigiando a los otros y
ninguno ha tenido el coraje político de hablar de este tema en esta
campaña triste y vergonzosa campaña
electoral, versión 2.0, a
costa de los impuestos de los ciudadanos, que ha resultado no sólo
ridícula sino completamente aburrida. PP, PSOE, Podemos (sin Unidos
pues ya no existe IU cosa de
la que hasta me alegro) y
Ciudadanos han representado un club de la comedia en la que se han
burlado los unos de los otros, recordemos que las bromas privadas no
son chistes para la mayoría, de
los ciudadanos de paso y ah estado
huyendo de exponerse ante el presunto electorado con
las cartas hacia arriba hablando de lo que a la ciudadanía debe
importar: la violencia de género, la explotación y depauperación
de la clase trabajadora y de la clase media, la deuda púbica que ha
superado por primera vez en muchas décadas el cien por cien del PIB, los nuevos recortes que va a imponer la troika y que el gobierno que salga algún día deberá de llevar a cabo, la corrupción generalizada a la que han entrado a saco los partidos
nuevos que apenas llevan dos
años con cargos, las libertades sociales, la enseñanza, la sanidad
o los costes ambientales ya irreversibles en
este mundo y que nuestros
descendientes han de pagar. La estrategia ha sido no nombrar lo
incómodo y engañar a la
ciudadanía que está a otras cosas.
En
el tema de Brexit y de
los otros nombrados la estrategia de los partidos ha sido la que
cultivan los niños pequeños y durante casi cinco años Mariano
Rajoy: lo que incomoda hay que ignorarlo y de lo que no se habla no
existe. La reacción de
muchos al día siguiente del referéndum británico ha sido la
incredulidad, el preguntarse qué va a pasar ahora
y el seguir creyendo que las cosas no van a cambiar. Y sí, lo van a
hacer. Jamás, en la completa historia de la humanidad, había
existido una casta política internacional de mediocres tan grande,
aparatosa, desmovilizadora y repugnante como la que gobierna o aspira
a hacerlo a escala global.
Se dice que la convocatoria del referéndum en Gran Bretaña sobre la
salida de la Unión Europea es una táctica particular de David
Cameron para aferrarse al poder y
contentar a la ala más ultra
de su partido que le ha salido mal. Dice
que se va a ir pero que lo va a hacer dentro de unos meses y no ahora
porque, como muchos, no tiene vergüenza ni nada que se le asemeje.
En esto es lo que se ha
convertido la política: que un desgraciado mediocre como Cameron sea
capaz de poner en juego la ilusión de millones de personas y que
muchas fuera y dentro de Gran Bretaña verán afectada su vida más
corriente por la ocurrencia de un
miserable. Esto no es
política, no aquella que los griegos llevaron acabo cinco siglos
antes de nuestra era, por la que muchos dejaron su vida en el
trascurso de la historia y desde el XIX otros tantos también la
perdieron para que nuestra vida presente fuera mejor. Parece
que se cumple lo dicho, dejaremos la primera generación que vivirá
peor que sus antepasados.
¿Qué
ha pasado en Gran Bretaña para que las personas de más de 50 años
perciban a la UE como algo negativo y hayan votado en masa la salida
de la UE?
Habría que ir a ver lo que se ha convertido la Unión Europea en los
últimos años: en una conquista política y pacífica
del continente europeo por el establishment de la Alemania que
provocó
las dos Guerras Mundiales, por el lobby de la banca alemana que ha
prestado a los países de las economías PIGS bajo en síndrome de la
más pura usura y con una capital como Bruselas donde campa la
corrupción política, las grandes empresas imponen sus intereses
económicos y mercantiles y donde
se han olvidado completamente de la ciudadanía y de la Europa de los
derechos. Claro ejemplo lo tenemos en los falsos rescates a Grecia,
España, Portugal, Irlanda y las presiones hacia Francia e Italia.
Una Unión Europea que se ha
construido de espaldas a la ciudadanía, que debería de llamarse la
Gran Coalición de Alemania y cuya banca emisora, el Banco Europeo,
no es un sistema de mejora de la economía sino un lobby que favorece
los intereses de empresas mafiosas como el Deutsche Bank.
El
resultado ha sido una UE
menos cohesionada, más partida, con más desigualdades y en la que
en muchos lugares, entre ellos Gran Bretaña, los sentimientos
nacionalistas más rancios e inmovilizadores han
crecido de manera inmensa en estos ocho años largos de la gran
crisis económica. Una Europa
que no representa a ciudadanos sino a intereses financieros, donde
hay una cartera de servicios que poner al mercado, los logros de la
sanidad o la educación, por ejemplo, del estado de bienestar de la
Europa de posguerra, y en la
que se han incrementado el número de ricos de manera exponencial
mientras la clase media se ha convertido en algo residual y condenado
a desaparecer.
Esto es algo que se ha hecho
desde las mismas instancias publicas comunitarias en connivencia con
el FMI y el Banco Mundial, dos organizaciones que han estado siempre
en el punto de mira por su falta de transparencia.
No me alegro que
un país tan importante como Gran Bretaña se vaya de la Unión
Europea pero puedo llegar a entender perfectamente a los que han
votado a favor del Brexit.
Es más, y creo que esta es otra cosa que se
nos oculta, puede que en los
próximos meses o años oigamos hablar de
más países que quieran abandonar la UE o el euro, una moneda de
Monopoli impuesta por
la banca alemana que ha acabado
con los mecanismos naturales
de salida de las crisis económicas al arrebatar el control de los
gobiernos a sus finanzas publicas y de la
moneda.
¿Europa
ha muerto? No lo sé, si desaparece como la conocemos hoy no
va a ser por una u otra estocada definitiva sino porque políticos y
seres mediocres han llevado a cabo su política y sus finanzas
durante ya muchas décadas y esta
es un muerto que hace tiempo huele mal. Lo
que parece que se nos viene encima es una vuelta atrás del
nacionalismo más negativo, rancio y peligroso del que, como las
primeras décadas de la UE, pensábamos que no íbamos a ver más en
nuestra humanidad pero que, sin duda, nos espera en los próximos
años a no ser que los ciudadanos podamos decidir sobre nuestro
futuro de manera directa y pongamos en su sitio a la casta de
políticos mediocres y a todo su sistema de partidos, con
una forma de funcionamiento
del siglo XIX, que han demostrado que son la fuente de todos nuestros
males. Pobre Inmanuel Kant, murió pensando en su Paz
Perpetua y la unión de las
naciones y que por sus propios compatriotas, la banca alemana, ya
no la veremos cumplida pese
a que un día pensamos que esto iba a suceder.