Imagen del Instagram de Álvaro Santana. Universidad de Harvard. |
Empiezo este texto con pereza.
Podría hacer una búsqueda y decir exactamente, cuántas leyes
educativas, reformas y parches ha tenido el Sistema Educativo desde
1971 hasta 2015 pero pueden ser más de una decena porque unos sin
vergüenza como el PSOE y el PP, únicos partidos que han gobernado y
que pronto lo harán juntos, no han sido capaces de llegar a un
consenso de qué sistema de enseñanza aprendizaje necesitaba un país
de 45 millones de personas como España. Bueno, miento un poco. Ángel
Gabilondo, exministro de Educación y el mejor de los ocho años de
gabinetes de Zapatero, intentó hasta el último momento en 2011
hacer una ley de consenso, duradera e independientemente de quién
esté gobernando pero, según dicen, desde PP le dijeron que no iban
a firmar en el último minuto porque ya se veían ganadores de las
elecciones y ya tenían planteado el engendro del indeseable de Wert.
Para quién tenga nociones de derecho hay que pensar que lo que se ha
estado reformando, siempre con la consigna de más o menos religión
católica cuando las religiones como dogma deben estar fuera de todo
sistema educativo, es una Ley Orgánica que desarrolla Artículos de
la Constitución.
Mi postura es que las leyes
educativas que han existido en estos 44 años han sido un rotundo
fracaso porque han fomentado la titulitis, se ha dedicado a que todo
el sistema sea una repetición de cosas que se aprenden de manera
mecánica, que se acaban olvidando, y que se ha construido para matar
la curiosidad y la creatividad innata en el ser humano encauzando la
mayoría de las mentes al mínimo esfuerzo, segregando el
conocimiento en parcelas sin transversalidad y burocratizando el
Sistema Educativo a niveles kafkianos. La LOGSE de los años noventa
estuvo bien porque contemplaba en el texto estos aspectos, sobre todo
repetía mucho el de aprender a aprender
en una sociedad tendente al cambio, pero tuvo dos enormes fallos. Por
un lado nació en vacas gordas pero se aplicó en medio de una crisis
por lo que los recursos económicos y la partida presupuestaria
estuvo ausente y por el mismo profesorado. Un profesorado que, salvo
raras excepciones que confirman la regla, es una clase
acomodada desclasada, sin
talento, sin vocación y donde primaban su buena vida al desarrollo
intelectual y creativo de sus alumnos. El resultado ha sido un país
sin talento creativo pendiente a las burbujas y a los pelotazos en
los que los empresarios se hacían inmensamente ricos mientras se
sostenía
el dicho de que inventen fuera.
Lo que ha sucedido en San Francisco, cuna de muchas startups
que han pasado a tener mucho valor, no sólo económico sino social,
es un fenómeno imposible en este país porque el talento y la
creatividad se castigan pues no dan beneficio económico a corto
plazo. La gente con estas cualidades, que las hay, acaban emigrando
del país. Un país plagado de la mayor cantidad de universitarios de
su historia que no se ha notado mucho y muy chovinista. Eso en
Canarias lo somos mucho. Nos reímos del desconocimiento geográfico
que los extranjeros tiene de nuestras islas porque no saben situarlas
en el mapa de mundo entero, somos una pequeña tierra con sus valores
pero nos creemos el ombligo del planeta, mientras que apuesto que
casi la totalidad de los canarios no sabríamos situar a Míchigan
por ejemplo,
una ciudad que sale mucho por la tele y en las películas, en el mapa
de Estados Unidos.
Para
terminar quiero contarles algo que muy pocos en las
islas
saben. En la Universidad de Harvard, la más importante del mundo,
hay un canario, de La Laguna, dando clases. Se llama Álvaro Santana
Acuña. Estudió historia en la Universidad de La Laguna pero tuvo el
empeño en ir a Estados Unidos para seguir formándose. Si estos días
hemos oído las declaraciones del Parlamentario de Podemos y
Catedrático de Sociología Paco Deniz, El Maceta, jactándose de que
no sabe ni cuánto cobra ni de saber de TIC's cuando un profesor
debería estar a la vanguardia de las tecnologías porque presumir de
ignorancia despierta simpatías, el ambiente que Álvaro se encontró
en Estados Unidos era muy distinto. Autenticas eminencias que se
reunían con él en su despacho y le decía lo importante
para mi no es lo que tú puedes aprender de mi sino lo que yo pueda
aprender de ti. Esta humildad le
hace falta a muchos en unas universidades como las españolas donde
la endogamia y el enchufismo es nota casi común. La última vez que
lo vi me contó que estaba dando una cuatrimestral de sociología y
casi lloro cuando me contó su método de trabajo: clases teóricas
apoyadas en fragmentos de cine, debates de películas que veían en
casa, examen teórico pero la mayor parte de la nota era crear
un audiovisual, argumental o no, de lo que habían aprendido durante
el curso. Me quedé sin palabras pues aquí ningún profesor puede ni
quiere hacer eso. La
creatividad no sólo está muerta en nuestra sociedad sino que es
perseguida como algo que distrae.
Para
acabar decir un par de cosas de Álvaro. Del
mundo anglosajón ha cogido muchas cosas pero sobre todo lo bueno. La
puntualidad, yo lo
soy hasta la nausea pues
tengo inculcado el no
gustarme jugar con el tiempo
de los demás, y su técnica de trabajar, hasta de escribir un simple
texto, es completamente estudiada,
contrastada
y, sobre todo, argumentada.
Desde Estados Unidos presentó varios informes irrebatibles por el
contraste histórico de la reforma de la Plaza de la Catedral en La
Laguna y consiguió que las obras no hicieran un auténtico disparate
salvando, por ejemplo, la losa chasnera que llevaba más de cien años
allí. Para él, La Laguna se ha convertido en un gran parque
temático lleno de franquicias, cosa en la que estoy completamente de
acuerdo, donde prima el patrimonio monumental y se desprecian los
valores etnográficos que la ciudad está perdiendo todos los días.
El concejal de obras, que debería
cobrar al año unos 60 mi
euros de nuestros impuestos
puesto a dedo por Ana Oramas primero y por Fernando Clavijo después,
lo más que podía hacer era insultarlo, decir que era un canario
renegado, despreciaba su carrera intelectual de horas de trabajo duro
a pesar que al concejal no se le conociera ni la EGB y decía que era
un aliado de Sí Se Puede cuando Sí Se Puede más bien lo utilizaban
a él. A mi me ha dicho que echa de menos las islas pero sabe que
aquí no tiene nada que hacer porque su ambición intelectual, y su
humildad, no tienen cabida en unas islas bananeras como las nuestras,
y esto lo digo yo, donde lo que prima es la ignorancia, la
arrogancia, la ineptitud, la corrupción y el enchufismo. Tenemos
la mayor herramienta para aprender por nuestra cuenta, Internet, pero
en un país donde la creatividad está muerta y no se prima el
esfuerzo el vago es el rey.