27 noviembre 2014

Lágrimas en la lluvia


Yo no sé si a usted le pasa como a mi pero cada vez que escucho el diálogo, por supuesto en versión original, de cuando el Replicante le salva la vida en el último segundo a Harrisond Ford en esa maravillosa película de 1982 que el tiempo ha tratado tan bien llamada Blade Runner se le ponen los pelos de punta y los ojos vidriosos. I've seen things you people wouldn't believe. Attack ships on fire off the shoulder of Orion. I watched c-beams glitter in the dark near the Tannhäuser Gate. All those moments will be lost in time, like tears in rain... Time to die. Son los últimos momentos de una vida construida artificialmente por ingeniería genética con fecha de caducidad, el personaje que interpreta Rutger Hauer, para trabajar en las minas interestelares y que en toda la película no ha mostrado ni un signo de piedad salvo este cuando ya sabe que su final es cuestión de minutos y le perdona la vida al que lo buscaba para eliminarlo.
En estos días de lluvia vi a un tipo llorando por la calle mientras caminaba y todos tratábamos de no mojarnos refugiándonos en portales o huyendo del agua bajo paraguas. Vestía bien, estaba aseado y no era el tipo de persona que enseguida hubiéramos asimilado a un enfermo mental. No le importaba que lloviera e iba por medio de una peatonal de La Laguna con la cara empapada pero se notaba que estaba llorando porque sus gestos faciales describían el llanto. Agazapado en un portal lo vi pasar sin atreverme a acercarme, ni preguntarle que qué le pasaba, si podía ayudarlo en algo, si quería mi teléfono para hacer una llamada o si necesitaba un abrazo. Simplemente lo vi alejarse hasta que se convirtió en un punto diminuto y me puse a mirar cómo corría el agua por el alcantarillado y pensé, como un estúpido, que en esas aguas iban también perdidas sus lágrimas. Me acordé de Blade Runner y de la secuencia que le digo.
En esta sociedad hace falta más empatía, lo que un gran profesor que tuve en la facultad nos enseñó con el concepto de Emmanuel Lévinas de alteridad. Y lo digo como una crítica general porque me incluyo ya que yo sí percibí que había una persona sufriendo delante de mi y me pareció lo más lógico no mojarme que simplemente preguntarle si necesitaba algún tipo de ayuda. Como el Replicante de Blade Runner todos tenemos una fecha de caducidad pero con la ventaja de que sabemos cuando empieza pero no cuando acaba con lo cual todo instante debería ser una oportunidad para disfrutar. Esto, desgraciadamente, no suele pasar. Desde que vi a ese hombre llorando bajo la lluvia hasta que he escrito estas letras no he parado de pensar en lo qué estaba pasando en aquella mente para que estuviera sufriendo de aquella manera ajena al resto del mundo. He pensado en lo terrible que es cuando nuestro cerebro enferma, no es capaz de controlar sus emociones y cómo desde fuera nos cuesta comprender el sufrimiento ajeno.
Este post está dedicado a mi amiga Lucy que sabe mucho de filosofía, que domina la alteridad y que es la persona más inteligente y generosa que he conocido nunca. También es fan como yo de esta película.