01 septiembre 2014

Aforados


Es curioso como la ultraderecha que gobierna en España tacha a movimientos ciudadanos y políticos como Podemos, surgidos tras el 11M en el marco de la crisis económica, de populistas cuando es el mismo PP el que llegó al poder con el mayor de los populismos que haya existido nunca y, además, se han lanzado a la piscina de éste a hacer propuestas imposibles de realizar en las condiciones actuales. Por un lado está la propuesta de Rajoy de pucherazo electoral a través de una supuesta elección más directa de los alcaldes pero también la de otro alcalde, el que llevó a Madrid a la banca rota, ahora Ministro de Justicia que busca apagar las críticas internacionales de su ley fascista del aborto que pretende condenar a las mujeres a parir como conejas o a exiliarse si lo que quieren es abortar de una manera mínimamente digna. En declaraciones a el diario El País, el nuevo órgano de comunicación de los ultraliberales falangistas españoles, Alberto Ruiz Gallardón dice que pretende reducir el número de aforados que hay en España, según él exactamente 17.621, a un número de 26. luego se habrá mirado el ombligo, habrá visto que es redondo y como conclusión habrá sacado que el mundo es perfecto.
Los pasos para eliminar el aforamiento de altos cargos en España son complejos, están determinados por unos plazos concretos y dependen de pactos institucionales que ahora mismo no existen. Habría que reformar la Ley Orgánica del Poder Judicial, tengamos en cuenta que la mayoría del aforamiento corresponde a jueces y fiscales, los 17 Estatutos de Autonomía que tienen fórmulas distintas para la reforma de unos y de otros incluyendo hasta referéndum y partes de la Constitución de 1978 actualmente en vigor. En cuanto a temas de reforma a de la Constitución parece que el PP no está muy por la labor pero recordemos que en un fin de semana de agosto de 2011 el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero y el PP acordaron reformar con completa impunidad el Artículo 135 de la Constitución que otorgaba absoluta prioridad al pago de la deuda externa del país, aunque esta sea en mayor medida completamente ilegítima, sobre los derechos sociales y el sostenimiento de los servicios públicos que afectan a más de 46 millones de personas. Esta es, sin duda, la guinda de un partido como el PSOE que se vende de izquierdas pero que es uno de los mayores exponentes de la infamia de estos años de crisis.
Gallardón ha recurrido al populismo barato, sin duda tratando de limpiar su imagen real de falangista en unos tiempos en los que cualquiera que hable de recortar los privilegios de la casta que este señor representa es siempre bienvenido. Yo hace tiempo que no confío en la política cuando esta trata de hacerse con las instituciones en forma de nuevos partidos políticos que aspiran a formar parte del sistema y que, indefectiblemente, acaban fagocitados por éste. De Podemos no confío que se pueda sacar nada en claro en el futuro, a parte de lo honestos que puedan ser sus dirigentes y bases sociales de este partido cosa de la que no dudo en absoluto, salvo que con los resultados de unas elecciones europeas nada extrapolables a unas nacionales han hecho tambalear a la casta dirigente hasta en punto de que un tipo gris como Gallardón haga propuestas en la línea de este partido que, tengamos en cuenta, para el gobierno de ultraderecha que tenemos son parte de ETA.
Viniendo de un sistema franquista y de falta casi absoluta de cultura democrática se puede llegar a entender la figura del aforamiento pues éste significa hacer diferente ante la justicia a determinados cargos institucionales y políticos, que no a las personas, para tratar de garantizar una cierta inmunidad personal y unas diferencias judiciales que garantizaran el ejercicio del cargo sin someterse a ningún tipo de intentos absolutistas. Esta figura se quedó anticuada hace ya unas cuantas décadas con la consolidación del sistema democrático ceremonial y que hasta la fecha, en la que la gente harta de pagar los platos rotos de la crisis ha empezado a denunciar que nos gobierna una casta política que hace de intermediaria entre la ciudadanía a la que hunden cada día más y la clase económica que controla el poder en el país, nadie se ha atrevido a hablar de estos privilegios que la mayoría de la población o desconocen o les daba igual en los tiempos de bonanza.
Un caso de aforamiento bastante miserable ha sido el de el exalcalde condenado por el caso García Cabrera a inhabilitación por el Tribunal Supremo Miguel Zerolo Aguilar. Cuando este corrupto le empezaron a crecer las causas en Tenerife y empezó a ser incómodo a su partido CC consiguió que el Parlamento de Canarias, del que era miembro con aforamiento, le propusiera como Senador por Comunidad Autónoma para matar dos pájaros de un tiro: que CC se lo quitara de encima y que él imputado, y ahora condenado, pudiera seguir disfrutando de una aforamiento con el que ganar tiempo a sus delitos cometidos trasladando y reabriendo las causas en un tribunal nuevo. Recordemos que este condenado fue Senador por las islas gracias no sólo a los votos de CC sino también del PSOE que tiene un pacto de gobierno con este partido y del PP que también ha gobernado, y algún día lo volverá a hacer probablemente, con esta formación. Demostrado queda que la política en general, pero en el archipiélago en particular, es un asunto sucio de trileros, sinvergüenzas y gentes que anteponen sus intereses particulares ante la ciudadanía a la que dicen servir y representar.

No estamos en un sistema político normal, estamos en un sistema que prima la propaganda que establecen los partidos políticos y el gobierno y que se aprovechan de la mala memoria que tenemos los ciudadanos para estas cosas. En efecto, vamos a tener aforados para rato cosa a la que se traducen las declaraciones de Alberto Ruiz Gallardón en su últimas declaraciones en el diario del movimiento.