Que José María Aznar es un tipo gris y mediocre ya lo sabemos y lo pudimos comprobar durante dos legislaturas consecutivas, desde 1997 hasta 2004. Lo nuevo que sabemos ahora es que, encima, este señor está mal pagado. Esto depende de con quién se compare, claro. Si lo hacemos con la señora pensionista que le pregunto cuánto cobraba a su segundón sucesor en el PP, Mariano Rajoy, en el programa de TVE que se debió haber llamado Usted no Sirve para Presidente está claro que no. Por participar en el Consejo de Administración de News Corporation el expresidente le sale al año a Rupert Murdoch la módica cantidad de 133.098 euros. Con esta paga no llega ni a la tercera parte de lo que cobran la media de los consejeros de esta empresa. Supongo que su sueldo vitalicio como expresidente es incompatible con lo que pueda ganar en una empresa privada. Para mantener a zánganos ya está a tope el erario público y mejor que lo haga este magnate pro golpista que impulsó a Bush al poder, pagando favores debidos, para que los contribuyentes de la República de España, como dijo un hermano gobernador de Bush en Florida especializado en aplicar la pena de muerte a ultranza, nos lo ahorremos.
Y
es que de José María Aznar no se acuerda nadie. Muchos preguntan
quién es ese tipo de bigote y pelo teñido que sale en la Foto de
la Azores junto a los malnacidos Tony Blair y George Bush. Yo les
respondo y digo que es cómplice, junto con los otros dos, del mayor
genocidio que se ha organizado por naciones supuestamente civilizadas
en los albores de este siglo XXI sobre el pueblo de Irak.
En
Youtube hemos visto estos días un vídeo de alguien que volaba junto
a él en Clase Business, en un vuelo trasatlántico, y que tras
haberle reconocido encendió temerariamente su móvil para, durante
16 segundos, grabarlo. La secuencia no tiene desperdicio. Aznar
repasa unos papeles, que bien podría ser de una de sus soporíferas
conferencias en inglés mejicano para Georgetown, con los pies
extendidos, Bush se lo permitió en su presencia si bien ya en los
aviones no se puede fumar, mientras se frota las manos en un gesto
que recuerda mucho a la ambición de los mediocres. Ya dijo una vez
que no había derecho a que nadie le prohibiera beber lo que le diera
la gana y como buen vinatero se dispone a servirse una copa de vino
cuando descubre que le están tomando un vídeo. En lugar de
alegrarse porque alguien en este planeta que no es de su familia lo
reconoce pone una cara que, como titula el que colgó el vídeo, da
miedo. Una cara parecida que tenía que poner en la intimidad no
precisamente para hablar catalán sino cuando escuchaba que alguien
le criticaba, cuando sentía que la casi totalidad de la opinión
pública estaba en su contra por iniciar una guerra miserable, cuando
le ganaban al pádel, cuando ETA, tras negociar con él, rompió la
tregua o la misma de la noche electoral cuando supo que su partido
había perdido el poder tras el atentado de Al Qaeda de Atocha con
191 víctimas el 11M. Este es el Aznar más auténtico y no aquel que
escuchamos reír, a modo de serrucho, sus propios chistes sin gracia.