Antes
que nada debo decir que de Podemos
no espero ni más ni menos que de cualquier otra formación que,
gracias a las urnas, alcance ciertas cuotas de poder dentro del
sistema que antes no tenían. Soy lo suficientemente joven como para
seguir deseando que el mundo cambie pero lo suficientemente mayor
como para dejar que me engañen nuevamente con el cuento que desde
dentro del sistema, que está corrupto, degenerado y que representa
una dictadura sibilina de los poderes económicos, se puedan
transformar las cosas pues ya vemos que a lo más que se llega es
parchear. La lección que me dio un grupo político en Canarias que,
por cierto, también conjuga el verbo poder
con adverbio afirmativo y un pronombre personal antes que Obama
descubriera la frase yes
we can
es un ejemplo de libro de esto que digo y no se me olvidará en la
vida.
Advertencia:
voy a cometer conscientemente una falacia pues nunca se puede afirmar
que algo que haya sucedido antes tenga que ocurrir siempre y de
manera inexorable. La historia nos enseña que no sólo los partidos
que entran en el sistema acaban siendo parte de éste sino que todos
los grandes cambios que ha habido en la humanidad son traumáticos y
tienen un coste muy alto hacia la parte más débil de todas. Dicho
esto, añadir dos cosas: necesitamos un cambio radical que remueva el
sistema de arriba a abajo y ojalá, nunca había tenido tantas ganas
de equivocarme, este cambio se puede dar con partidos y procesos al
que ha abierto la formación Podemos
en estas elecciones europeas aunque lo pongo en duda. Es
completamente falso y una mentira muy grande que de esta crisis en la
que nos han metido sólo se sale de una forma, precisamente la que le
interesa al sistema ultraliberal que controla nuestras vidas, sino
que hay cientos de maneras mejores de salir del agujero en el que
nos han metido la mayor casta de incompetentes que lleva más de 35
años subida al coche oficial.
Dicho
esto, espero que se vea que más imparcial
que yo no hay nadie en cuanto al tema de partidos pues no confío ni
confiaré en ninguno. Sin embargo, no he podido sino sentir bastante
repugnancia a las críticas, reproducidas fielmente desde los medios
de comunicación de la opinión
publicada
con la que los sectores financieros tienen atrapada a la prensa por
medio de créditos impagables, que se han vertido desde la casta
gobernante, ultraderecha del PP, socialdemócratas falsarios del PSOE
y burócratas envidiosos de IU, hacia lo que sin paliativos es el
gran éxito de Podemos:
lograr 5 eurodiputados y 1,2 millones de votos en apenas cuatro meses
de existencia sin contar con un presupuesto, no como los grandes
partidos que llevan todo el tiempo de democracia financiándose
ilegalmente. La grieta de votos abierta a la doble marca PPSOE, en
última instancia estos dos partidos pactarían invocando la mentira
del interés
general,
es el suyo particular por lo que lucha, puesta en evidencia por el
Señor
X
de los GAL Felipe González después de que hayan perdido más de
cinco millones de votos entre las europeas de 2009 y 2014 poniendo
nerviosos a más de un servidor de la casta que ve en peligro su
puesto de jubilación en Endesa, Iberdrola o Telefónica. Las
acusaciones hacia Pablo Iglesias y su partido de que son un grupo de
populistas, antisistema, radicales o hasta bolivarianos como dijo el
abuelo González desde una conferencia pagada por La Caixa son de un
cinismo terrible y una falta de respeto enorme para una formación
política que ha recogido tantos votos ciudadanos en una etapa en que
la política da asco y dejan ver que la podredumbre instalada en el
sistema es mucho más grande de lo que habíamos pensado. La secular
mentalidad envidiosa y rencorosa del hispano es tierra abonada para
que mucha gente, de manera irracional, empiece a sentir rencor
gracias a los medios de manipulación hacia esta formación que quizá
lo peor que haya hecho es hablar claro de lo que está sucediendo.
No
hay más antisistema que los altos cargos del PP que tienen cuentas
por docenas en Suiza a pesar de presumir de ser tan Españoles. Son
los que aceptan regalos de la Trama Gürtel en forma de bolsos de
lujo, trajes y relojes, las ministras que se van de viaje a
Eurodisney con los gasto pagados de una trama corrupta y que ignoran
que tienen un Jaguar en el garaje de su casa, los que pagan
indemnizaciones en diferido
en forma de simulación
a un delincuente que está en prisión como Luis Bárcenas, los que
hacen las reformas en negro de su sede en Madrid de la calle Génova,
los presidentes de gobierno cobardes que se esconden detrás de una
pantalla de plasma después de llevar décadas cobrando millones de
euros en negro los sobresueldos, los de los sobres, los miserables
como Belsa que hundieron una caja con siglos de historia y han
provocado el rescate financiero y un agujero a las arcas del estado
de 40 mil millones de euros que estaremos pagando durante décadas,
los muertos de hambre que con sentencia firme de prisión desvían un
millón de euros en ayudas para la cooperación al desarrollo para
comprarse pisos en Valencia y los que con la excusa de la crisis se
han cargado las leyes laborales, los derechos sociales y las
garantías sanitarias de casi 50 millones de personas y desean que
las mujeres paran como conejas mientras sus hijas se pueden ir a
abortar al extranjero. Esos indeseables andan libres entre nosotros,
no están en prisión y son los auténticos antisistema y no la gente
de Podemos
que si de algo pecan es de optimismo y de habernos dado una pequeña
alegría en un lustro de miseria abriendo una brecha en el
bipartidismo que ojalá sea la muerte de éste.
La
mayoría de la gente que estamos vivos en este país y que trabajamos
y contribuimos con nuestro esfuerzo y nuestros impuestos para que
siga adelante, y para que la casta viva gracias a nuestros impuestos,
ni pudimos votar ni nos han dejado plantearnos nunca lo que implica
la carta constitucional de 1978. Nada es eterno: ni la monarquía, ni
este texto que se ha reformado para imponer los intereses privados de
la deuda antes que los derechos sociales de los ciudadanos, ni un
partido que tras 135 años de historia como el PSOE debería de
desaparecer, ni otro creado por Fraga para aglutinar la ultraderecha
del franquismo que nunca ha movido ni un céntimo de manera legal.
Ese es el sentido de Podemos,
un podemos que trasciende del partido político y que aglutina a
millones de indignados que decimos que ya está bien de tanto robo y
tanta delincuencia organizada en contra de la ciudadanía. Cuando la
casta de indeseables insulta a Podemos,
por mucho que no nos guste este partido, nos están insultando a
todos los ciudadanos.