De
igual manera que se puede ser incompetente y presidente del gobierno
de España los dirigentes del PSOE, los que aún no han abandonado un
barco que afortunadamente se hunde, dicen que su partido es
monárquico pero de profundas raíces republicanas. En un país donde
los ineptos han copado todos los puestos de gobierno necesarios,
creando incluso innecesarios para enchufar a sus familiares pues
hasta
hace unas décadas el tipo de familia era tradicionalmente numerosa,
esta es
la lógica
del chorizo, que a poco que se razone sobre ella da risa, y
parece que es la válida
y no lo que usted y yo digamos como ciudadanos pues
hay alergia a los referéndum.
Llevamos desde 1978 en un régimen pseudodemocrático que puede ser
calificado como un nepotismo
de casta política:
todo
lo nuestro gracias al pueblo, que es el que paga, pues
son más los días que hay fútbol que los que no.
Mucho
antes de morir el tirano Franco dejó todo atado
y bien atado
hasta tal punto que designó a su sucesor en un príncipe Borbón que
lo habría de suceder dándose la completa irregularidad democrática
que en España durante casi ochenta años la jefatura del estado se
ha encontrado en manos de dos únicas personas. No voy a cometer el
error de decir que el régimen de 1978 con un rey como cabeza del
estado es lo mismo que la dictadura porque eso no es cierto: si fuera
así yo estaría exiliado, muerto o no habría podido escribir esto.
La Transición de 1975 fue un modelo bastante mediocre que se basó
en un acuerdo de mínimos donde los poderes de la ultraderecha que
derribaron la Segunda República se mantuvieron tranquilamente en la
estructura
del estado, militares, jueces, altos funcionarios y establishement
económico y financiero, mientras que
era la izquierda la que cedía ante los que habían ostentado el
poder durante décadas aceptando un rey impuesto, un sistema político
diseñado para eliminar a los pequeños partidos forjador de un
sistema bipartidista y unos medios de comunicación de masas que
durante décadas han dado la visión ideológica de derechas de esta
sociedad. Las izquierdas, léase el Partido Comunista y los
sindicatos que acabaron vendiendo
a la clase trabajadora como CC OO y UGT, entraron en una crisis
terrible en la que el PSOE, un partido político de 135 años de
historia casi siempre forjados por la palabra traición, acabarían
aglutinando el sentimiento
de izquierdas
lanzándose a la piscina de la socialdemocracia y abrazando los
ideales ultraliberales que nos han llevado hasta la
miseria en la que nos encontramos.
El resultado fue una Transición inacabada, varias generaciones sin
conciencia histórica y la creación de una casta política
bipartidista, con tres elementos en el caso de las regiones donde
triunfaron los nacionalismo chocarreros, que han desangrado a
millones de personas en un sistema, el que surgió de la Constitución
de 1978, completamente corrupto de los pies a la cabeza.
Con
la abdicación de Juan Carlos nos han seguido engañando. Un grupo
selecto
de personas empezando por el líder de la oposición, un Rubalcaba
que
cada día se parece más a Rasputín,
sabían como
mínimo
desde enero que la abdicación se iba a producir de esta manera pero
han preferido tratarnos como imbéciles menores de edad y
así aceptar
la estrategia de Rajoy manipulando al Borbón que
comprende la creación de una Ley Orgánica de Abdicación
de 28 palabras, parece que la casta no ha tenido tiempo de redactar
una
en
39 años, y otra Ley Orgánica de aforamiento a Juan
Carlos
en las que el PSOE no puede sino estar de acuerdo y que votarán
a favor como mismo reformaron la Constitución en un fin de semana
para hacerla aún más ultraliberal o como ha sido, después de
Franco, el único gobierno que ha
resuelto
un conflicto laboral, el de los controladores de 2010, con la
intervención del ejército.
El
PSOE no ha entendido lo que le está pasando y el castigo que sus
electores les mostraron en las europeas del 25 de mayo pero este es
un partido que, si todo sale bien, está condenado a desaparecer en
los próximos años. Digo que no lo han entendido porque, aunque lo
saben perfectamente, sus
dirigentes se han creído que aferrarse a la monarquía y al
sostenimiento de la estirpe de los Borbones en España es la única
manera que tienen como partido de sobrevivir los años que vaya a
durar Felipe en el trono. De ahí la cara de pasmados y el silencio
vergonzoso que se les la quedado con el tema de la abdicación a los
tres aspirantes que
hasta hace poco se llenaban la boca de un espíritu renovado a
la plaza que deja vacante Rubalcaba: Susana Díaz, Pedro Sánchez y Eduardo Madina. El asco a la democracia que siente este
partido, en mi opinión la única manera que tiene de salvarse es
cambiando por completo y renovando sus cuadros de dirigentes por las
bases que sólo las quieren para pegar carteles, han hecho que
Rubalcaba se quede más tiempo en el partido para evitar el
republicanismo en lugar de dimitir, que voten a favor de la
vergonzosa Ley Orgánica de abdicación del PP, que obliguen a la
disciplina de voto en el Congreso y huyan de todo debate y que
aspiren a que el jubilado Juan Carlos sea aforado, una inmunidad que
están trabajando a toda prisa dando a pensar que algo puede haber
pasado en un personaje que llegó sin un duro en el bolsillo a España
en 1948 y que a día de hoy es una de las
principales
fortunas del
mundo
según la Revista Forbes.
En
los medios convencionales de comunicación, todos endeudados hasta
las cejas a la banca y todos de derechas, apenas sale nada de las
protestas que están recorriendo España de arriba a abajo
concentrando a miles de personas en contra de la monarquía y a favor
de un referéndum que abra un proceso constituyente para que, de una
vez por todas, la corona salga de este país y con ella esa familia
de Borbones terribles y mediocres que desde 1700 se han hecho con el
trono de España. Afortunadamente a día de hoy hay otras vías de
comunicación efectiva entre personas que sustituyen a los grandes
medios a sueldo del sector financiero. La Constitución de 1978 ya no
sirve para las aspiraciones de la mayoría de la población y
quedarnos con ella y con el nuevo rey sólo va a significar una
constante fuente de conflictos en el país. La renovación no
consiste, como desearía el PSOE para sus intereses, en dejar
intocables las estructuras del estado y cambiar el rey por uno nuevo
que ya lo llaman el
preparado
como si en este país no hubiera millones de jóvenes y no tan
jóvenes con las
mismas y hasta más competencias.
De momento hay que esperar a que Felipe VI tome el trono el próximo
19 de junio pero esto no nos debe desviarnos de lo que pensamos
muchos: que una República es posible y que sería fascinante
construir las estructuras de convivencia en un país roto por la
corrupción y vendido a las exigencias de la Troika
destinado a convertirse en el lugar con mano de obra más barata de
la UE. Por eso hay que tener paciencia, pero no perder empeño, en la
construcción del nuevo régimen que debería surgir de las cenizas
de la corrupción del de 1978 y que, por una vez en la historia común
de este país, las cosas se
podrían hacer
bien y de manera democrática pues la media intelectual de los
ciudadanos supera con creces al de la mediocre casta que nos
gobierna. De esto depende que algún día las generaciones futuras
conozcan al próximo rey como Felipe VI El
Breve.