05 mayo 2014

Otra forma de representación de los trabajadores



El pasado Primero de Mayo de 2014, Día del Trabajo en un país que tiene seis millones de desempleados gracias a las reformas laborales del PP y PSOE, se batieron una serie de récord. Al ser festivo y coincidir el buen tiempo después de un invierno lluvioso las playas estaban más llenas que nunca. Igualmente muchos alojamientos turísticos ya que era puente en algunas regiones y con ello crecieron los desplazamientos en carretera con un parque móvil envejecido gracias a la crisis porque la gente ya no puede renovar aquello que fue el símbolo del triunfo durante la burbuja: el coche. Al mismo tiempo, y a pesar del alto grado de cabreo social existente, a las manifestaciones de los grandes clanes sindicales, CC OO y UGT, no acudía nadie, ni siquiera los vendidos de sus liberados, como si fueran éstas procesiones el aula vacía de los cursos con los que se han financiado ilegalmente estas organizaciones. Un fracaso en toda regla de estas mafias del empleo del que la clase trabajadora deberíamos aprender una lección: ya está bien de que estas organizaciones criminales nos organicen la representación en el mundo del trabajo porque estos nuevos tiempos implican una nueva forma de representación laboral alejada de estos sindicatos corruptos, burocratizados y mercantilizados.
Sobradas son las críticas al sindicalismo vertical que hacen CC OO y UGT, tanto mías en este blog pero sobre todo por gente más competente que yo en estos años en múltiples foros, y si algo de original quiere tener este texto es señalar algunas vías de representación sindical alternativas a las tradicionales porque, hoy más que nunca, los trabajadores debemos estar organizados para luchar por nuestros intereses y no por los de los privilegiados sindicalistas como hacían los delegados de CC OO en la Caja Madrid del PP cuyo hundimiento nos ha precipitado a un abismo sin marcha atrás y de consecuencias imprevisibles.
Sin descartar el por completo el sindicalismo que hacen algunos pequeños que se desenvuelven entre la coherencia y la burocracia del sistema, sin duda, con todos sus defectos que son muchos, hay que elogiar al sindicato histórico CNT que con más de un siglo de existencia siguen coherentes a su modelo libertario y contrario a pasar por el aro de los sistemas representativos. La CNT fue reprimida tanto por las dictaduras de principios del siglo XX como los gobiernos de izquierda de la Segunda República pero sobre todo por el franquismo pero siempre este modelo, y su forma de hacer sindicalismo, han sobrevivido todos y cada uno de los días desde su fundación en la Barcelona industrial de 1910. Sin duda nunca harán los grandes discursos que hacen los miserables de Toxo y Méndez pero sin duda sus logros, a su modesta escala, son mucho mayores que los que logran el sindicalismo vertical posfranquista que recordemos que se mueve sobre la siguiente máxima: Marcelino Camacho pasó décadas en la cárcel para que los que lideraron después CC OO negociaran su vidorra con los derechos de la clase trabajadora y para ayudar en el hundimiento de Bankia. Los éxitos de la CNT son dos: autogestión alejada de las subvenciones públicas que acaban comprando voluntades a costa del contribuyente y trabajo duro a pequeña escala allí donde fundan una sección sindical con un componente de solidaridad desconocido en nuestra sociedad.
El fracaso de CC OO y UGT, de toda la burocracia que estas organizaciones acarrean en realidad, no significa que el sindicalismo entendido como la representación de los trabajadores que sólo tiene su fuerza de trabajo con la que comerciar con los empresarios haya fracasado también. Todo lo contrario. El fracaso viene impuesto a la sociedad en general que, tras la inacabada Transición del franquismo, la casta política heredera del dictador supo hacernos creer que la democracia era esto creando un modelo a conveniencia de las élites dirigentes. El resultado es una sociedad que nació cansada, sin interés por el nosotros sino por el beneficio egoísta trepando y escachando a los demás cuando hacía falta y con un osado analfabetismo político y una falta de consciencia de clase sin parangón en las sociedades más avanzadas de nuestro entorno.
La situación es muy complicada, para que nos vamos a engañar. La mayoría de las personas que ahora están viviendo en una situación de precariedad a causa de esta estafa de crisis lo que más desearíamos es esto pase, como si la situación no fuera tan grave cómo es, para volver otra vez al nivel de vida imposible e insoportable que se daba en esta sociedad hasta 2007. El sistema político y sus órganos colegiados de representación, los partidos políticos, las organizaciones sindicales, las ONG subvencionadas y las organizaciones empresariales, son un régimen que sólo prima los intereses de los privilegiados y que, según parece, está tocando a su fin. Un final que por la experiencia histórica en siglos de este tipo de sucesos no va a ser pacífico, desgraciadamente. Aún así, más que tenerle miedo al futuro, que representa a lo nuevo, lo que debemos es superar el miedo a este presente que se nos antoja miserable e infame.

Con unos medios de comunicación controlados, vía deudas financieras imposibles de pagar, por la banca es muy difícil hacer que la sociedad cambie mientras la opinión pública sea la opinión publicada de estos medios que se sitúan en las antípodas de las necesidades reales de esta sociedad. Nada puede se más revelador que la observación de cómo se demonizan los colectivos sociales surgidos en torno al 11M o se tachan de locos o se apela a la gordura de personas que en otras sociedades más decentes serían ejemplo social de decencia como Elpidio José Silva o Ada Colau. Y sin embargo no nos cabe otra fórmula en un régimen que esta podrido y se hunde amenazando llevarse a millones: el de tomar las riendas del poder de manera directa, profundizando en la verdadera democracia que nunca hemos tenido. Muchos de nosotros no lo veremos y seguro que este proceso será largo, complicado y con muchas traiciones pero, sin duda, el mejor lugar para empezarlo es en el entorno de las relaciones laborales ya que, cuando lo hacemos, es en el trabajo dónde pasamos nuestra mayor parte de nuestra vida.