Siempre
estaré sumamente agradecido a la supuesta izquierda alternativa de
Tenerife, esos del no
se pudo,
porque en las pasadas elecciones generales del 20 de noviembre me
revelaron, gracias a su salto de
cabeza al lodazal
de la casta privilegiada
de políticos profesionales,
que el sistema está totalmente corrupto
y que no
se puede
cambiar nada desde dentro de
éste porque
todo lo que toca lo acaba ensuciando.
Múltiples son los casos en los que el sistema ha acabado metiendo
dentro de su lógica a aquellas fuerzas que desde dentro intentan
superarlo. En lo que me queda de vida, y si las cosas no cambian,
jamás pienso pisar un colegio electoral para votar tenga el carácter
que tengan las elecciones. Que cuenten conmigo para cambiar por
completo el sistema, formas de gobierno, sistema de participación y
hacer democracia de carácter participativo como ciudadano activo y
comprometido pero que no lo hagan para que cada cuatro años vaya a
meter un triste voto en las urnas amañadas que legitimen este
asqueroso régimen en el que los mismos que derribaron la República
y se criaron bajo las alas de Franco llevan controlando el poder y la
economía de este fraude de país desde hace 80 años.
Mucho
menos voy a ir al colegio electoral el domingo 25 de mayo para
participar en las elecciones europeas que legitiman a la casta de los
750 parlamentarios europeos, que son con diferencia los políticos
mejor pagados del planeta, de
los que
muchas veces hemos visto sus numerosos privilegios y también cómo
los jueves por la mañana, después de fichar en el Parlamento, huyen
hacia el aeropuerto de Bruselas como auténticos mandriles para ir a
sus países de fin de semana para
que no se les escapen los vuelos que, como siempre, les pagamos
todos. Una ciudadanía decente debe estar en contra de esta Europa
completamente antidemocrática de los lobbies, del Banco Central
Europeo como una extensión de la banca defraudadora alemana que no
tiene ningún control sobre la moneda que nos ha impuesto a millones
de europeos, que ha hecho miserables a millones de habitantes
del sur del
continente
junto al FMI y cuyo
poder a la sombra, conocido como la Troika, está
destruyendo los logros de protección social de millones de
ciudadanos
para hacer que Europa sea el área más ultraliberal del planeta
junto con la dictadura China. La UE siempre fue una salvación para
países de nuestra magnitud pero este tipo de Europa que se nos han
impuesto de una manera completamente dictatorial y antidemocrática
hay que rechazarla porque, a día de hoy, es el principal mal de
todos los que padecemos. Atrás quedaron los tiempos en los que
Europa significaba un contrapunto válido a las políticas
falangistas que en practican en países como España. Votamos a
caudillos pero nunca nos dejarán votar para elegir los puestos de
Durao Barroso o Mario Draghi o
si queremos salir o permanecer en el desastre del euro.
No
voy a ir a votar bipartito
PPSOE que representa
a la
corrupción en España y cuyas marcas europeas, el Partido Popular
Europeo y los Socialdemócratas, pactan en el Parlamento Europeo el
70 por ciento de las decisiones que nos afectan. No voy a entrar
jamás en su duopolio,
líderes renovados
que llevan más de 30 años en política como Rubalcaba o miserables
ladrones que han cobrado millones en negro como Mariano Rajoy. Cañete
es un yogur caducado igual que toda la casta política que interviene
en esta campaña electoral. Para nada voy a contribuir estos
partidos que se han beneficiado del noventa por ciento de la
corrupción de este país porque mi deseo es verlos
disueltos y a la mayoría de sus líderes cumpliendo condenas de
cárcel sin posibilidad alguna de indulto.
No
voy a ir a votar por los burócratas de Izquierda Unida que hace ya
mucho tiempo abandonaron la causa de cambiar radicalmente las cosas
de este sucio régimen. IU ha logrado una posición muy cómoda como
la segundona en todo este sistema, con un discurso falsamente
progresista mientras sus consejero en Bankia robó
medio millón de euros en
el último ejercicio como
sueldo de la entidad que nos ha llevado al desastre, para gobernar
con el PSOE de los ERE en Andalucía y con la banda del
crimen organizado del PP en Extremadura. Mi voto no será el que aúpe
a Willy Meyer 15 años en total a vivir a cuerpo de rey del
Parlamento Europeo para no hacer nada sino propaganda cuando va
llegando el tiempo que se tiene que presentar a las elecciones de
nuevo. Esta formación ha heredado todos los malos vicios de la
izquierda y de los pseudo comunismos soviéticos: la propaganda y la
burocracia.
Por
supuesto que no voy a ir a votar al falangismo de partidos como el
que apoya el fascista de Ynestrillas que es UPyD, hecho a imagen y
semejanza de un ser
siniestro
como Rosa Díez, ni a la escisión del PP creada por Ortega Lara
porque les molesta el disimulo de ser de ultraderecha de este partido
como es Vox. Si
nunca le he dado mi voto a los caciques de CC menos lo voy a hacer
ahora que van de la mano del nacionalismo rancio de CiU y PNV.
Con
todos mis respetos por los esfuerzos que hacen trotskistas como Pablo
Iglesias en Podemos
o el todavía juez Elpidio José Silva en Movimiento
Red
pero tampoco
les votaré.
Las europeas para ellos son una pequeña plataforma con la que
experimentar para citas más
importantes
como las locales de dentro de un año. Ya se darán cuenta que desde
dentro de las instituciones es imposible cambiar las cosas. Sólo
espero que no se acaben manchando de la mierda del sistema y que
sepan salir de éste en el momento que empiecen a recular hacia
el abismo del régimen.
Es una pena que con discursos tan coherentes y viendo que este
sistema debe ser demolido desde
sus cimientos quieran
entrar
dentro de éste para intentar cambiarlo cosa que no va a suceder
nunca.
El
25 de mayo no pienso ir a votar y esta no es una decisión que
implique pasotismo por mi parte sino que está profundamente meditada
desde el punto de vista político e ideológico. No me engaño,
el régimencorrupt en el que vivimos da
la sensación de que se está desmoronando pero
es
más fuerte de lo que se parece.
No voy a participar como
un imbécil en él. Prefiero vivir los días que me quedan al margen
de éste
que aceptar el engaño en el que vivimos resignadamente.