Movistar, la teleco que
antes conocíamos como la Telefónica de toda la vida, es una empresa
de chorizos filantrópicos: siempre les ha gustado robar a sus
resignados clientes para dárselos a empleados de lujo como
los imputados Iñaki Urdangarín o Rodrigo Rato. Ahora que con la
crisis han perdido millones de clientes, en buena hora, que han
migrado hacia los operadores virtuales con mejor atención al
cliente, no les ha quedado más remedio que desarrollar productos
revolucionarios como Movistar Fusión para seguir conservando
clientes. A pesar de que con esto se ha logrado una rebaja
considerable de los precios que pagamos los ciudadanos por las
telecomunicaciones España sigue siendo uno de los países más caros
de Europa y con la factura más elevada en esta materia. Eso sí, para
seguir con el nivel de entrada de dinero constante que este gigante
necesita tienen que inventar nuevos productos chorizo como el
que les voy a contar para seguir robándonos, miseria a miseria, por
un valor de 15 céntimos.
De toda la vida ha existido
recibir un SMS como alternativa al buzón de voz, si lo tienes
desactivado, y que te informa del número desde el que te han
llamado. El nuevo servicio, o por lo menos yo no lo conocía en toda su plenitud, es el
que funciona entre llamadas de Movistar a Movistar en el que puedes dictar un SMS que recibirá la persona que has llamado si ésta no te
coge el teléfono, lo tiene apagado o está fuera de cobertura. Lo
fuerte, y lo que me ha tenido un poco fuera de quicio, es que el que
paga este SMS no es la persona que lo recibe, la que tiene activado
el servicio normalmente en contra de su voluntad, sino el que lo
emite. Es como si mi vecino usa una luz que tengo en mi casa siempre
encendida para entrar en su casa y el coste del recibo eléctrico lo
paga él. O si tienes una gotera en tu casa que viene de mis cañerías
y tu me pagas la factura del agua. En Movistar te dicen que oyes
primero una alocución muy rápida y si cuelgas antes del beep no te
cobran el SMS pero si lo haces después sí. En la alocución, por
supuesto, no te informan del precio (15 céntimos más IVA donde lo
haya) ni de que te van a cobrar un servicio que ni te va ni te viene.
Es muy importante tener en cuenta una cosa: que el servicio
se puede activar conscientemente pero que para los nuevos clientes de
Movistar, que vienen migrados de otros operadores, se les activa por
la cara por lo que hay que estar al loro y colgar antes que suene el
maldito beep. Para desactivar este sistema de
latrocinio hay que marcar 22217 para volver al servicio de aviso de
llamadas perdidas básico por SMS. Movistar
parte de la siguiente premisa: si te equivocas te jodes que por una
miseria de 15 céntimos no te vas a hacer más pobre de lo que eres
pero seguro que ellos calculan entradas de decenas de miles de
euros por estas miserias que no denunciamos por periodo de
facturación.
No
sé hasta qué punto esto es legal, seguro que no, pero vivimos en
España, el país de los chorizos, de las leyes que no se aplican y
en el que es más fácil cometer el delito y luego pagar las multas
que dan pena y que siempre favorecen a las grandes empresas. A mi me
pasó con una llamada perdida y al llamar al 1004 me dieron una
explicación peregrina (esa empresa que se llama Emergia
Canarias que atiende este servicio en las islas): que era una
obligación impuesta por la CMT con lo cual me quedé pescando. En Twitter, sin
embargo, me facilitaron el siguiente
enlace que explica la chorizada completa y por meterme con ellos
como lo hice me perdonaron
los 15 céntimos. Lo fuerte, y lo que indigna, es que la misma
Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones o las supuestas
organizaciones de consumidores subvencionadas con nuestros impuestos
como Facua no hayan metido directamente mano al asunto para sancionar
y/o denunciar esta práctica ilegal, irresponsable y completamente
miserable. Aquí importa todo un bledo: los políticos que estuvieron
en activo haciendo favores a estas empresas pasan por las puertas
giratorias y acaban
enchufados en puestos de dirección en éstas sin que nunca
lleguemos a saber cuál es la auténtica naturaleza de su trabajo.