Aprovechando
que Adolfo Suárez ha fallecido, y que los miserables que lo
criticaban injustamente ahora se les quiebra la boca en falsos
halagos, es bueno recordar la Transición que de una terrible
dictadura hacia una democracia él lideró en 1976 pero que se vio
interrumpida por la casta parásita dirigente que se generó tras el
Golpe de Estado de 1981 y su salida del gobierno de España. Yo dudo
que Suárez fuera un tipo mejor que los demás en muchos aspectos
pero se las arregló para sacar a un país que llevaba siglos
conociendo la violencia en los cambios de regímenes y
gobiernos
probablemente de la mejor manera que se podía hacer en aquella
época: con un Rey nombrado por un fascista como Franco y una
estructura franquista enquistada en la policía, el poder judicial y
los cuarteles. Sin duda, todas las críticas que haya que hacerle al
proceso de la Transición habrá que hacérselas a la casta política
que ha detentado el poder desde el régimen que inauguró la
Constitución de 1978 y que ha consolidado un sistema bipartidista
antidemocrático que lejos de profundizar en la democracia real se
profundizó
en llevarse los privilegios que ostentaban las caramillas de poder
privilegiadas por el franquismo. Mi crítica especial es al PCE por
erigirse a menudo en la parte radical de la izquierda en este país
pero que sólo supo
expulsar a Santiago Carrillo de este partido aceptando de buena
manera el régimen que
se instauró a continuación y
recibiendo a cambio miserables cuotas de poder y donde
se han conferido como
un partido eminentemente burocrático.
En
36 años que llevamos de régimen han habido políticos de toda
especie pero hay una que destaca sobremanera de todos los demás.
Puede reconocerse por el siguiente signo: son de clase acomodada
alta, han tenido la suficiente posición económica para formarse
mejor que lo que lo hacían los otros gracias a que sus familias
tenía buenas relaciones con el anterior régimen y han
acabado siendo funcionarios de carrera de alta dirección con puestos
que no han casi ejercido porque su carrera laboral,
a parte de en la administración, ha estado en la política, sobre
todo como altos cargos del PP. Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy, José
María Aznar, José Manuel Soria o Alberto Ruiz Gallardón son
ejemplos de este tipo de político que han
hecho toda su carrera laboral en el sector público o que, como en el
caso del miserable de Mariano Rajoy, han
cobrado
centenares de miles de euros en negro provenientes de sobornos de
tramas de corrupción y pagos ilegales de empresarios cercanos al
partido. Su discurso favorito es contra lo público, aunque hayan
vivido de ello durante toda su vida, alabando lo que llaman
iniciativa
privada
y que tiene una forma muy sui
generis.
Para ellos la iniciativa privada no es algo que se base en la
innovación tecnológica, y que en Sillicon Valley o Montain View han
hecho grandes fortunas revolucionando la vida de miles de millones de
personas, sino que pasa por la cultura del pelotazo. Para ellos la
economía de libre mercado no se basa en pensar en qué nuevo
producto pueden ofrecer a la gente sino en qué servicio público
pueden privatizar para entregarlos a sus amigos convenientemente
saneado por el dinero de todos los contribuyentes. A finales del
siglo XX se privatizaron, que no liberalizaron, sectores públicos
como la banca, la generación de la energía, los transportes, las
telecomunicaciones y el sector industrial con la excusa de que estos
servicios estarían mejor en manos privadas, en el discurso de
recurría a lo mal gestor que se es desde lo público por gente que
cobraba de la
administración,
las mismas manos que acabaron colocando a los políticos en los
consejos de dirección de esas empresas en puestos decorativos
creados ad
hoc
mientras estas empresa siguen ejerciendo el monopolio saqueando el
bolsillo y derritiendo la paciencia de los ciudadanos.
Ahora
la misma casta en este siglo XXI está preparada para continuar el
saqueo de las arcas públicas, con la misma falacia pues afirmar que
la gestión pública de bienes y servicios es nefasta es algo que les
debería de avergonzar pues no se les conoce actividad alguna en el
sector privado y
que deberían de responder judicialmente aquellos que han cobrado
como gestores,
para meterle mano a lo que le queda del
estado y que es la sanidad, la educación, las pensiones, los
servicios sociales y las prestaciones de la Seguridad Social. Como
siempre, y a medida que este acto de saqueo se vaya perpetrando, los
diferentes autores de esta privatización que no es otra cosa que
poner las cosas públicas en manos de su amigos vaya haciendo el
trabajo sucio con gratificación, estas grandes empresas acabarán
poniendo en puestos decorativos a estos políticos que tan gran
favor les han hecho. Una reflexión a todo esto y como corolario es
que si tan defensores son éstos de la iniciativa privada por qué no
fundan
ellos sus empresas para competir en el libre mercado o mejor aún por
qué no buscan empleo en el sector privado como gestores. La
respuesta es simple pero cruel como la misma realidad a la que alude:
estos políticos son tan ineptos que son incapaces de tener una
visión comercial más allá de la que les dan sus cómodos cargos en
la administración y ningún empresario en su sano juicio les daría
un empleo a tipos que son capaces de hundir y llevar a la banca rota
a gobiernos municipales, comunidades autónomas, cabildos o a países
enteros como han hecho Zapatero y Rajoy.
Como
ejemplo de todo esto en Canarias tenemos a un completo bocazas como
José Carlos Francisco Díaz, Presidente de la CEOE de Tenerife, que
a poco que uno se descuide lo veremos largando pestes de la
administración pública a pesar que él fue Consejero de Economía y
Hacienda en el gobierno y peor no lo pudo hacer cuando, de la mano de
un pésimo gestor como Adán Martín, contribuyó a forjar la burbuja
en la que vivimos muchos años y que a día de hoy nos tiene hundidos
en la misera, algo que continuará pasando durante mucho tiempo.
Podrá presumir de ser un empresario hecho a si mismo pero sus
negocios, el call
center
que atiende las llamadas de información del Gobierno de Canarias o
su consultora Gestión 5, jamás se entenderían sin el trasvase de
dinero fresco y constante que recibe del sector público y cuyas
contratas ha conseguido gracias a tener buenos contactos e
información más que privilegiada a la que la mayoría de los
empresarios a los que representa, por ejemplo, jamás lograrán
acceder.