03 marzo 2014

Las migraciones de Meilla


Es más que probable que a Javier Gallego y a su equipo de Carne Cruda 2.0 le queden dos telediarios en la Cadena SER a tenor de como un trepa caradura como Juan Luis Cebrián está derechizando el Grupo Prisa entregándoselo en bandeja al gusanerío de Miami que tan buenos negocios ha hecho históricamente con el Partido Popular y, más concretamente, con José María Aznar. Escuchar a esta gente en una radio comercial riéndose, con mucha clase, de la ultraderecha, la realeza y la miserable socialdemocracia española es algo que no tiene precio. Para el equipo de Gallego, al igual que en la serie de los setenta Los Ángeles de Charlie, el Ministro del Interior Fernández Díaz tiene sus aliadas: Las Vírgenes de Jorge que no son otras que la Virgen del Pilar, la Virgen de la Merced y la Virgen María del Amor condecoradas con méritos policiales. Todo esto estaría bien si este meapilas militante del Opus Dei de misa diaria, ha llegado a condicionar su horario laboral para poder ir a eucaristía, tuviera a estas imágenes en el altar de su casa donde se flagela pero es que las ha distinguido con méritos de estado quitándoselos a personas reales pues, suponemos, algún buen policía debe haber en este país. Lo más repugnante es la doble moral de este tipo pues mientras está rezando en una parroquia de Madrid, golpeándose en el pecho a ritmo del mea culpa, a causa de la actuación de sus perros guardia civiles en la valla de Melilla han resultado muertas 15 personas completamente inocentes y desprotegidas que huían de la desesperación, el hambre y la muerte del África subsahariana.
No es que ese grupo mediático que creció gracias al apoyo a Felipe González en La Moncloa tenga la culpa de todo lo que está sucediendo en estos días con el fenómeno de la inmigración en España, ni mucho menos, pero bueno es señalar cómo lo que fue el mejor periódico de España, El País, se está convirtiendo en un panfleto que ya no sirve ni para recoger los excrementos del perro en la calle y se dedica a vender edredones, cuchillos, cursos de inglés, discos de The Beatles y ahora a crear mentiras que favorecen a la ultraderecha española. Según este diario 30.000 inmigrantes aguardan en Marruecos para saltar a Ceuta y Melilla creando así una alarma innecesaria en su terrorífica portada del 16 de febrero para hacerle la competencia a la prensa miserable de La Razón y el ABC. Quien sepa un poco del fenómeno de la inmigración, y las páginas de este periódico que ahora va a dirigir un tipo con buenas amistades con la ultraderecha del PP como Antonio Caño pues tiene una hemeroteca cargada de ello, sabrá que la mayor entrada de la inmigración en España se ha dado siempre en sitios normales como son los puertos y aeropuertos. Hacer lo que ha hecho El País con este titular, a parte de que sea más o menos cierta la información que se recoge en el reportaje, es cuando menos una acción irresponsable que tiene mucho que ver con la misera moral en la que se han sumergido los propietarios de este periódico hace ya años para desdicha de lo que es su redacción a la que cada vez le cuesta más hacer buen periodismo.
En Canarias sabemos mucho de inmigración, también de emigración en un territorio que hasta ahora había mantenido su histórica y única generación no abocada a ello, y hay que recordar con tristeza los miles de seres humanos que murieron en el intento de pisar nuestras costas cuando la burbuja inmobiliaria nos hizo pasar por nuevos ricos y necesitaba de trabajadores baratos para crecer. Eran personas, nunca ilegales, indocumentados, subsaharianos o negros, que huyendo del hambre severa, las guerras o la falta de futuro buscaban un mundo mejor porque nuestra opulencia significaba su desgracia. Estos días con los acontecimientos que hemos visto en Melilla y con esas muertes innecesarias provocadas por la policía fascista de Fernández Díaz ministro de un Partido Popular que favorece la emigración a países ricos como Suiza, donde muchos de sus patriotas hipócritas tienen cuentas secretas pues quizá este país será la decimoctava comunidad autónoma española, no hemos podido sino recordar aquellos días en los que los más pobres tocaban a nuestra puerta, con una educación que nosotros nunca tendremos, y aquí se los despreciaba pues la opulencia del momento nos hizo creernos intocables. Sobre todo con esta prensa repugnante que tenemos sin apenas periodistas especializados en el fenómeno, muchos estarán ya en el paro, creando alarma mientras las autoridades, empezando por el ministro y el delegado de gobierno, no dan la cara para dimitir o cesar a los responsables de haber provocado la muerte de, al menos, 15 personas en una situación que se podía haber evitado y por la que nuestros socios europeos nos están mirando con verdadero espanto, empezando por la derecha de otros países que ya sabemos que es antifascista.
La amenaza para nuestra sanidad, para el sostenimiento de la educación, para las prestaciones sociales que hasta hace cuatro años teníamos de una manera decente pero insuficiente aún, para que el empleo sea lo más pleno posible no viene de fuera de nuestras fronteras ni tiene el color de piel oscura de los africanos. Los que amenazan todas estas cosas viven entre nosotros, visten trajes caros pagados por tramas mafiosas, tienen la piel más clara y son la casta política que nos ha gobernado durante todo el régimen de 1978: la ultraderecha del PP, los neoliberales del PSOE, Izquierda Unida, los nacionalismos chantajistas o el nuevo falangismo de tono rosa de UPyD. De todos los Derechos que se recogen en documento fundacional de este régimen que es la Constitución de 1978, la sanidad, la cultura, la educación o el derecho a una vivienda digna, el único que estos servidores de la clase dominante han defendido sobre todas las cosas es el del libre mercado. Un libre mercado hipócrita pues necesita del estado, el que financiamos los ciudadanos con nuestros impuestos, para mantener a oligopolios o para rescatar bancos como Caja Madrid que fueron usados por Blesa, Rato, Aznar y el PP para mantener la orgía y la sinecura en la que este golferío vive mejor que el rey y que ha ocasionado la bancarrota y el rescate a España que lastrará nuestra economía en las próximas décadas. Ahora, como no puede ser de otra forma, un gran número de inmigrantes que vivían entre nosotros, que pagaban impuestos y lograron que la Seguridad Social tuviera un superávit histórico, están recogiendo sus pertenencias y regresando a su países de origen del que se tuvieron que ir no por capricho sino por necesidad.

En un mundo donde los capitales no tienen fronteras y donde centenares de miles de vidas se sacrifican diariamente en pos del libre mercado, mientras los patriotas hipócritas del PP tienen sus cuentas en Suiza, la clase de los trabajadores tenemos a nuestros aliados no en los que defienden ideas casposas como patria y nación, esa casta privilegiada que lleva casi 40 años a nuestras expensas, sino a las personas marginadas que tienen en su tierra la misma condición que nosotros: las de estar oprimidas por un régimen que las explota y coarta su libertad y capacidades como individuos.