Aplazado
al miércoles 26 de marzo por la muerte del expresidente Suárez una
vez más tuvo lugar la gran farsa de la vida parlamentaria canaria:
el Debate sobre el Estado de la Nacionalidad Canaria. Un trámite
para que sus señorías aumenten sus nóminas del mes con más
dietas, para que algunos periodistas apesebrados boten de gratitud
junto a éstos cubriendo
el acto
en el primer Parlamento ocupado del mundo y para que los ineptos del
pacto de gobierno, PSOE y PP, sigan estimulándose los genitales a
menos de 15 meses de las elecciones autonómicas de 2015 antes de una
ruptura que se planteará a última hora como siempre ha sucedido.
Mientras, la miseria se apodera de las Islas Canarias con unas tasas
de paro insoportables, con una pobreza indecente, con una economía
sumergida de vértigo y cuando cierta casta política se plantea
blanquear el dinero robado de los impuestos a
todos los canarios
en las empresas por la RIC en África para contribuir aún más a la
economía especulativa.
A
los ciudadanos ni les importa ni mucho menos conocen el debate que se
produce, ya digo que éste se hace de espaldas a la sociedad porque
es una especie de rito pagano de paso del invierno a la primavera que
traerá consigo las vacaciones parlamentarias de verano, a obra y
gracia de una casta dirigente que sólo vive para mantener sus
privilegios ayudando a la burguesía canaria que es la más
improductiva del planeta pues su fortuna proviene de la sinecura que
estos les aportan. La gente, como no iba a ser de otra manera, ha
estado más pendiente de los 18 minutos que nos sumieron a los
canarios, una vez más, en una gran vergüenza mundial tras la falsa
alarma del avión supuestamente
caído
en
el mar en Telde. Y no es que los servicios de urgencia no se puedan
equivocar, todo lo contrario, sino que lo que es terrible es que un
completo incompetente tuviera el permiso de tuitear el fallido
accidente
creando una alarma innecesaria cuando esta alerta no hubiera aportado
nada al rescate que se estaba poniendo en marcha para el caso que el
accidente hubiera sido cierto. Como siempre las responsabilidades se
diluyen en un limbo de acusaciones mutuas entre
gobierno central y autonómico apaciguadas
por el alivio que sentimos de que la catástrofe, afortunadamente, no
fuera tal sino una falsa alarma.
Sin
haber estado mucho al tanto de la escenificación del debate que no
me interesa para nada, bien estaría un día ver a Rivero conduciendo
y aparcando en Santa Cruz una mañana cualquiera para que tuviera un
mínimo de idea de lo que sucede en la sociedad y
no las pajadas que estaba contando,
la intriga estaba, más allá del falso debate del petróleo, en ver
cuántos puestos de trabajo prometía Rivero esta vez. Sumando las
anteriores veces de su mandato, durante la mayor destrucción de
empleo en el archipiélago que haya existido nunca, llegarían a
millones la suma de los puestos prometidos en estos años que no se
llegaron a crear sino todo lo contrario. Esta vez Rivero era más
modesto
y sólo habló de planes de formación para jóvenes y poco más
consciente sin duda que su gobierno es un gobierno de perdedores que
no tienen ninguna capacidad de acción y que si algún día saldremos
de esta crisis será por factores externos antes que por la dinámica
propia de los que cobran de nuestros impuestos para gobernarnos. El
resto del discurso estuvo basado en la propaganda de estos meses que
no es otra que el tema de las prospecciones petrolíferas frente a
las cosas de Fuerteventura y Lanzarote y que ahora este impresentable
está utilizando de manera torticera para hacerse
la
campaña dentro de su partido a favor de su candidatura a las
elecciones de 2015 frente a las pretensiones de Marcial Morales de
arrebatarle dicha candidatura. Lo que es completamente incompresible
es por qué la que se define como izquierda alternativa canaria o el
ecologismo de Ben Magec que un día estuvo a la vanguardia política
de las islas no
son capaces de salir a
denunciar la campaña sucia, partidista, falsa y tramposa de la
Coalición Canaria de Paulino Rivero con el tema de las
prospecciones.
Es
curioso que unos de los parlamentos del mundo que se elige con el
sistema electoral más injusto del mundo y que es capaz de ignorar el
voto de decenas de miles de ciudadanos sea capaz luego de celebrar
estos aquelarres para la gloria y el bolsillo de sus señorías. Es
curioso como el PSOE más miserable del estado español, el de
Canarias, ya no hace campaña para cambiar este sistema que le
perjudica no sólo porque ya sentó a sus profesionales vividores de
la política en un echadero institucional sino porque el papel de
secundario en la política del archipiélago le es muy cómodo y
viendo el enfrentamiento entre Rivero y Soria pronostican de una
manera u otra larga vida al pacto mientras
que con ello se preserve el empleo conseguido por éstos porque ello
saben que el trabajo está muy mal ya que ellos tienen las
competencias del empleo en el archipiélago y, por tanto, son
culpables de las fatales cifras.
Otra
Canarias es posible, sin duda, pero sin la rémora de la casta
política que ha saqueado el archipiélago y liderada por los
ciudadanos. El problema surge cuando nos preguntamos si tenemos una
ciudadanía a la altura de las circunstancias y la respuesta rotunda
sería no. Más que debates estériles que no sirven para nada lo que
se necesita es que la ciudadanía se eduque en la política para que
ella misma sea capaz de coger las riendas de por dónde quiere ir
porque lo que tenemos ahora es una falsa democracia o si se quiere
una suerte de dictadura guiada por el paternalismo. El problema es el
de siempre, ¿cómo se le pone el cascabel al gato y se educa a los
individuos como seres responsables de sus decisiones y capaces de
ejercer la política activa?