Doodle de Google del 7 de febrero de 2014 reivindicando los derechos de los homosexuales el día de la inauguración de Juegos Olímpicos de Invierno Sochi 2014 |
No
hay nada más repugnante en este mundo que tratar de imponer una
moral, completamente particular, a la mayor cantidad de gente posible
tratando de crear una homogeneidad que es imposible para una sociedad
que por su propia
esencia es diversa. En consonancia, no hay nada peor para una persona
que tener que someter su idiosincrasia a la moral de la clase
dominante con la que no comulga, cosa que le produce gran
infelicidad, por miedo al castigo social y a veces hasta legal. En
esta dialéctica de la dominación y el dominando se ha movido
durante miles de años la humanidad. Bajo esta tremenda lacra, se han
tenido que someter, desde la irrupción de la moral judeocristiana
que
homogeneizó todo hacia lo simple en
occidente, personas que sienten una atracción natural sexual y
afectiva, cosa que no es para nada perjudicial, hacia personas de su
mismo sexo.
La
gente corriente sana, a no ser que tengan una cierta minusvalía
mental por
exhibir una moral ultra conservadora,
no está para preocuparse
con quién siente afecto el otro ni cómo estimulan sus genitales que
ya bastante tenemos con escapar del día a día de esta Gran Recesión
del Siglo XXI que nos han obligado a vivir. La reforma del Código
Civil que posibilita el matrimonio entre personas del mismo sexo en
igualdad de condiciones y garantías que las parejas heterosexuales,
una reforma que aprobó el PSOE pero que se debe al pacto que
mantenían en la primera legislatura de Zapatero con IU ya que aquel
partido no tenía este tema en su programa electoral,
vino a normalizar una situación que ya sabíamos: que el colectivo
homosexual es minoritario pero no por ello deben tener menos derechos
que otros que son mayoría. Lo que vino a hacer esta reforma de 2005,
España se convirtió en el tercer país del mundo tras Holanda y
Bélgica en legislar sobre este tema, fue dar visibilidad a los
homosexuales en un proceso de normalización social que todos hemos
acabado por aceptar como no puede ser de otra forma. Es rotundamente
falso que como
ahora las personas del mismo sexo se puedan casar haya
más homosexuales
o que ello fuera a significar el final de la familia tradicional como
organizaciones católicas salieron a manifestar en la calle junto a
la ultraderecha del PP con las manos manchadas de sangre, ahora
sabemos también que de mierda
por la corrupción, de los 191 muertos de Atocha por el terrorismo
islamista. Consultando las herramientas que pone el Instituto
Nacional de Estadística para todo el mundo en su página web
obtenemos una cifra de 25.984 matrimonios entre personas del mismo
sexo desde que arrancó la reforma en 2005 hasta 2012 que es hasta
donde están cocinados
los datos
de
este instituto.
¿Pueden 51.968 personas haciendo su vida tal y como la desean
significar un peligro para la sociedad y la familia, tal y como la
hemos conocido, en una población que cuenta con 47, 27 millones de
habitantes a 31 de diciembre de 2012? En porcentajes, hablamos de un
0,10
por ciento de la población el que ha ejercido su derecho a casarse
con otra persona de igual género en un país de una diversidad
cultural y demográfica impresionante y
en nada menos que siete años.
El que vea un peligro en este 0,10
por ciento de la población sea efectivamente feliz es que no tiene
otra cosa sino basura
dentro de su cerebro y les recomiendo que se lo hagan mirar por un
psiquiatra aunque
seguramente su
tara
mental no tendrá
cura.
Desgraciadamente
las cosas en el planeta son más asimétricas de lo que uno piensa y
estos días lo hemos podido constatar en la inauguración de los
Juegos Olímpicos de Invierno Sochi 2014. Rusia
es un país donde se han promulgado recientemente leyes que
discriminan a los homosexuales y
existe
una verdadera campaña de homofobia en uno de los mayores países del
mundo que durante la dictadura soviética presumía de
ser
comunista. La
campaña en contra de la discriminación homosexual en estos Juegos
Olímpicos no se ha hecho esperar y ha habido palabras del propio
Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, en un gesto valiente en
contra de la discriminación de las personas por su orientación
sexual. La misma Google, una de las empresas más importantes a día
de hoy en el planeta pues indexa mejor que nadie el petroleo del
siglo XXI que es la información, mantuvo en un página de inicio el
7 de febrero un
Doodle con la bandera gay y un extracto de la Carta Olímpica en la
que se exhorta a la no discriminación por ningún tipo de
diferencias individuales en la práctica deportiva. En un mundo donde
los homosexuales son perseguidos, incluso hasta mueren por su
condición, en países como los árabes, muchas zonas de África, el
este de Europa como Polonia y República Checa
y reductos ultra conservadores en Sudamérica sería bueno que esas
instancias comerciales como la FIFA y el Comité Olímpico miraran
con más lupa a los países a los que da este tipo de eventos
deportivos exigiendo que se garanticen los Derechos Humanos allí
donde se vayan a celebrar y miren menos sus negocios.
Como
he dicho más arriba, en España la normalización de la
homosexualidad ha crecido de manera espectacular durante estos años
y
la visibilidad de este colectivo ha entrado sin trauma alguno en una
sociedad que empieza a percibir que lo inmoral no es lo que la gente
haga con su sexualidad sino lo que hacen con el dinero de todos los
partidos políticos como el PP que desde su fundación por el
franquista Fraga han estado robando de lo público
ininterrumpidamente. Sin embargo, los derechos sociales que se han
conquistado son completamente reversibles y como ciudadanos no
debemos bajar la guardia y seguir luchando por ellos. El caso más
claro es la reforma del ultraderechista Ruiz Gallardón para
intervenir el útero de las mujeres y destruir por completo un
derecho que tanto sufrimiento y sangre costó a las
mujeres
como es el aborto. Esta crisis económica ha sido la excusa perfecta
de la ultraderecha que gobierna con las siglas PP para eliminar
derechos que se
tardaron
décadas conquistar como los laborales, los sanitarios, los
educativos y ahora van en contra de la libertar de expresión
metiendo miedo a la gente con inmensas multas por manifestar su
opinión en la calle.
Hace
unas semanas escuchábamos a un completo salvaje como el Cardenal
Fernando Sebastián Aguilar, nombrado a dedo por el Papa
supuestamente progresista Jorge Mario Bergoglio que apesta a tufo
mediático, diciendo que como su dolencia, la hipertensión, la
homosexualidad puede ser curada como si la felicidad de una persona
responsable que se entiende con otra igual de adulta, que no hace
daño a nadie ni fuerza a nadie, pudiera ser curada. Antes de decir
nada esa escoria clerical debería de hacerse mirar lo
suyo
con decenas de miles de víctimas de pederastia en todo el mundo, en
Inglaterra e Irlanda las víctimas se cuentan hasta por cincuenta mil
lo que deja ver que existía una trama organizada para la violación
sistemática de menores, en la semana en
que
la ONU ha
difundido un demoledor informe señalando que la curia mira para otro
lado en estos casos y exigiendo que se entreguen a la justicia a los
delincuentes de estos abusos y no se los oculte cambiándolos de
diócesis. Estos mismo días hemos tenido noticia del caso del
Párroco de Santa Coloma Ignasi
Marquès que
ha sido apartado de su cargos por abusar de tres hermanos a los que
encerraba en su despacho para masturbarlos mientras
debía estar dándoles catequesis que, como todos sabemos, el objeto
de ésta es el de iniciar en la fe a los nuevos cristianos y no el de
violar a niños inocentes.