Hoy más que nunca habría que resucitar cierto espíritu de la clandestinidad ya que no estamos en una democracia real sino en una dictadura que tiene su referente inmediato en la clase dominante que gobernaba durante el franquismo. Habría que añadir que este periodo es muchísimo más corrupto y rentable para esta casta falangista que controla los medios de producción. Las redes sociales a día de hoy son un completo coladero de información completamente controlado por las inteligencias de estado, no hay que ser de la NSA para hallar nuestras vulnerabilidades pues el principal punto de éstas somos los usuarios que no tenemos cuidado con lo que publicamos en ellas, y si se pretendía sorprender al Ministro de Educación José Ignacio Wert el 25 de enero en la inauguración de La Catedral de La Laguna no fue la mejor estrategia pregonar las movilizaciones semanas antes de esta visita. De momento, lo que se ha conseguido es que el Casco Histórico de la ciudad de La Laguna estuviera completamente sitiado por la panda falangista de la UIP, algunos desplazados desde Madrid, desde las 48 horas anteriores por un dispositivo de 300 policías, muchos de ellos infiltrados entre los manifestantes, que este mes de enero han hecho su agosto añadiendo en sus nóminas categorías salariales como horas extraordinarias y dietas. La miseria se adueña del país pero siempre hay dinero para las fuerzas de represión y para difundir el miedo ciudadano en esta doctrina del shock que estamos viviendo.
La
Catedral de La Laguna ha quedado inaugurada, el mismo lugar donde en
los años setenta del siglo pasado algunos curas organizaban orgías
con jovencitos,
sin que se sepa exactamente el coste en dinero público de todos los
ciudadanos, creyentes y no creyentes, que ha devorado esta
rehabilitación aunque parece que han sido más
de 15
millones los que han ido a parar a la institución de la iglesia
católica que es una de las más podridas de cuantas existen en
Canarias. Una iglesia miserable y sin vergüenza que lejos de aportar
a esta sociedad tiene sus negocios privados en los inmuebles donde no
pagan impuestos, explota a sus mujeres en centros de atención de
todo tipo y tiene la desgracia de estar dirigida por un obispo como
Bernardo Álvarez que no tiene el más mínimo respeto por la mayoría
de la sociedad que es diferente a él y que es capaz de decir que los
menores son los que van provocando a los pederastas. Esta
institución parásita
han recibido más
de 15
millones de euros de nuestros impuestos, sin ellos poner un solo
céntimo, para rehabilitar un recinto privado y poder seguir haciendo
sus ceremonias desfasadas, quién sabe si sus orgías también, sin
que el resto de los ciudadanos, que lo hemos pagado, tengamos derecho
a su uso y disfrute para otro tipo de actos.
Como
decía más arriba, los que sin duda han ganado en todo esto ha sido
la policía de represión que han
puesto en un estado de sitio
La Laguna, literalmente por tierra y por aire, con centenares de
efectivos para proteger a un impresentable como José Ignacio
Wert que entró por la calle Deán Palahí escondido como una cobarde
junto con sus acompañantes igual de impresentables como Paulino
Rivero, el alcalde Fernando Clavijo y el presidente del Cabildo
Carlos Alonso que dieron cobertura a este triste
personaje
que en sólo dos años ha hundido en la misera a la cultura española
y ha hecho una ley de educación que nadie quiere, y que será
derogada cuando gobiernen otros según
dicen,
al dictado de la misma iglesia católica y del Opus Dei.
Desplumándose
en su propio nido está el teniente alcalde Javier Abreu, de un PSC
PSOE que en Canarias se ha convertido en cómplice necesario de los
20 años de política caciquil de CC, aparentando una dignidad que
perdió cuando cobardemente la emprendió a hostias con un muchacho
indefenso en un mitin de su jefe
Rubalcaba en 2011. Todos
estos mejor cogieran la maleta y se largaran de aquí porque las
personas honestas no los querremos jamás. Wert
es un tipo arrogante que cuando era tertuliando en la SER con Carles
Francino se daba tintes de progresista
y que al
igual que
otros de su gobierno, el
anti abortista Gallardón,
se quitaron el barniz que tenían y ha acabado exhibiendo el
falangista que llevaban dentro. En un momento de crisis tan aguda
como la actual donde millones de personas están al borde de la
pobreza más absoluta esta exhibición de ostentación de la iglesia
católica y esta prueba de fuerza de los cuerpos de seguridad del
estado, el acto aunque bastante pacífico se saldó con 4 detenidos y
varios heridos, estaba totalmente de más sobre todo para proteger a
un tipo completamente deslegitimado que lo menos que podía haber
hecho es quedarse en su
ministerio
en Madrid o hacernos el favor a todos de
dimitir. Nunca he sido muy nacionalista, ningún estado está por
encima de la libertad del ser humano que durante miles de años se ha
desplazado por una tierra
sin fronteras más que las naturales, pero este sábado ante el
despliegue policial me sentí como si Canarias fuera parte de una
metrópolis y hubiera venido un godo
como Wert, con el beneplácito de los caciques locales Clavijo,
Alonso y Rivero, a mirarnos por encima del hombro y a insultarnos con
su desprecio.
En
un país donde el banquero responsable del rescate a la banca
española, Miguel Blesa que hundió Caja Madrid, está en libertad
insultando a la ciudadanía, algo parecido a que un asesino se pasee
por delante de la familia de la persona que asesinó, mientras el
juez que actuó con toda la legalidad y diligencia del mundo para
encarcelarle, como es Elpidio José Silva, se le piden hasta 43 años
de alejamiento de su cargo por hacer bien su trabajo significa que
hemos llegado al fondo de unas miserias que no se deberían de
permitir. La ciudadanía soportamos un repugnante desprecio ante las
exigencias de justicia que se materializan en mentiras de destrucción
masiva, represión y el odio que nos dedican una casta política de
ultraderecha como es el PP que sienten verdadero asco ante todo
aquello que suene a libertad y democracia. De momento, allí donde
hay un alto cargo político hay una muchedumbre, en La Laguna éramos
miles desde temprano en las calles del Casco, que de momento se ha
estado comportando con auténtico civismo. Sin embargo, las cosas
están llegando al límite de lo soportable y desgraciadamente todo
apunta a que este autocontrol social se puede acabar perdiendo. De momento la ciudadanía va ganando: se habla más en los medios de las protestas en torno a la Catedral que del acto en el que el ministro se iba a lucir.