El Casco Histórico de La Laguna, siempre a rebosar de gente, completamente desierto en uno de estos tardes de alerta meteorológica. |
En Canarias en los últimos
años hemos vivido de espaldas a las excelencias de nuestro clima
porque ATI CC ha preferido destacar la ultraperificidad de
nuestro archipiélago para así enriquecer su patrimonio y el
de los caciques a los que representan y sacarle así subvenciones a
Europa y España que el común de los ciudadanos no hemos
disfrutamos. El clima de las islas es, indudablemente, benigno pero
este territorio se debe enfrentar a fenómenos extremos como son
lluvias intensas, vientos fuertes y hasta sequías como la que nos
hemos enfrentado en los primeros años de esta segunda década del
siglo XXI. En el documento Cinco
Siglos de la Temperie Canaria: Cronología de Efemérides
Meteorológicas elaborado por Javier Arroyo, miembro de la
Asociación Canaria de
Meteorología, podemos ver claramente estos fenómenos
extremos que han azotado el archipiélago en los últimos cinco
siglos. Para los que en 2005 llamaron a la tormenta tropical Delta
huracán (sic) que vean los terribles efectos que provocó El
Aluvión de 1826, el 7 y 8 de noviembre, descrito por Sabino
Berthelot.
Sin quitar un ápice de
sufrimiento a las personas que han padecido molestias los días 10,
11 y 12 de diciembre de 2013, sobre todo en las nefastas carreteras
del archipiélago, creo que desde las autoridades públicas se está
alarmando de manera exagerada a la población cuando se aproximan
estos fenómenos que, como ya sabemos por el documento expuesto, son
una tónica general en Canarias pues así es nuestro clima y para
ello deberíamos haber planificado nuestras islas. Los problemas de
los últimos años cada vez que caen cuatro gotas se deben a
la mala planificación de las carreteras, sobre todo en la isla de
Tenerife, y a que la en gran boom de la construcción especuló en
sobremanera con nuestro territorio, superada hace mucho tiempo en las
grandes islas la capacidad de carga y la presión demográfica
posible, y se han ocupado de manera brutal zonas susceptibles a ser
inundadas pues ya sabemos que el agua va por donde tiene que ir sobre
todo en islas de orografía abrupta como la de Tenerife, se han
tapado barrancos y no se ha planificado convenientemente una manera
de aprovechar las aguas de escorrentía pues en las islas sabemos que
el poder de los aguatenientes es inmensa. Escuchaba a Francisco
Pomares en la SER en Canarias, un tipo muy fresco pero que no por
ello deja de decir verdades como puños, cabrearse con los colorines
de las alertas que hemos visto estos días pidiendo que se evaluara
las pérdidas económicas que se producen no por los temporales en sí
sino por la nefasta gestión de estas alertas en pérdidas en el
comercio, las empresas y las horas lectivas enterradas en los centros
educativos. No voy a ser yo quién apoye o subestime la conveniencia
o no poner en marcha estas alertas, no soy ni experto ni intruso
profesional, pero creo que se tendría que trabajar mucho en este
tema sobre todo buscando los responsables penales de que nuestro
territorio esté hecho una ruina para que unos pocos se hayan forrado
como nunca.
En todo este disparate en el
que nos hemos instalado vemos que las consecuencias de estos
fenómenos adversos se han amplificado con las redes sociales, las
nuevas tecnologías y ese sensacionalismo maximalista inherente a los
canarios pues ya sabemos que a muchos nos gusta más una alerta
meteorológica que a un tonto un moco. En concreto me refiero a lo
que pasa en Twitter pues en esa red de microblogging hay un par de
cuentas que se hacen pasar como oficiales para las alertas cuando la
única de este tipo que hay en el archipiélago, amen de las de las
distintas administraciones, es la del 112
Canarias. Hemos visto que la alerta se ha amplificado de manera
exagerada por la difusión de información sin contrastar por mucho
meteorólogo aficionado y entrometido que ha hecho mucho daño
y que ha contribuido a meter miedo sin necesidad a la población.
También hay una serie de cantamañanas, como un tal Bolorino Armani
que es un fenómeno de ATI de la Televisión Canaria que hizo campaña
a Bermúdez en Santa Cruz y que es imposible contrastar si de verdad
trabaja como asesor a dedo por CC, que tiene una cuenta de Twitter
muy activa, se nota que no la lleva él, en la que está todo el día
sacando a la luz rumores y bulos que, como sociedad, nos hacen mucho
daño. Estos días de tormenta este personaje se ha lucido de manera
muy triste. Para saber de dónde viene su poder basta un análisis
simple con una herramienta que se llama Followerwonk para ver
que más de la mitad de sus seguidores, casi tiene diez mil, son
falsos y seguramente comprados en el mercado de Twitter que por 20
euros se puede pillar un buen puñados de éstos. En concreto 6.388
de ellos no han enviado ni un solo tuit entre los últimos 3 y 12
meses a fecha de 11 de diciembre de 2013 (ver
el gráfico verde).
Estas alertas, y unos años
de sequía, han conseguido que mucha gente, sobre todo la más joven,
vean las lluvias, cuando son suaves son una auténtica bendición
para Canarias, como algo malo en sí. Hay que recordar una cosa de
perogrullo: en invierno, en realidad es otoño que es cuando más
fenómenos de este tipo se han registrado históricamente, tiene que
llover. Lo malo es cuando esto no sucede en unas islas con unas aguas
subterráneas sobre explotadas que ya salen muy pesadas y afectan a
la salud, donde se ha despreciado el aprovechamiento de las de
escorrentía y donde la única planificación de nuestro territorio
ha sido la de que determinadas familias y miembros de la casta
política puedan llevar a cabo sus pelotazos. La imagen que hemos
dado al mundo estos días, a parte de la vergüenza ajena que muchas
veces damos, ha sido terrible pues parece que siempre estamos al
borde de la catástrofe, cosa que es fatal para la industria
turística.