12 diciembre 2013

Temperie Canaria 2.0

El Casco Histórico de La Laguna, siempre a rebosar de gente, completamente desierto en uno de estos tardes de alerta meteorológica.

En Canarias en los últimos años hemos vivido de espaldas a las excelencias de nuestro clima porque ATI CC ha preferido destacar la ultraperificidad de nuestro archipiélago para así enriquecer su patrimonio y el de los caciques a los que representan y sacarle así subvenciones a Europa y España que el común de los ciudadanos no hemos disfrutamos. El clima de las islas es, indudablemente, benigno pero este territorio se debe enfrentar a fenómenos extremos como son lluvias intensas, vientos fuertes y hasta sequías como la que nos hemos enfrentado en los primeros años de esta segunda década del siglo XXI. En el documento Cinco Siglos de la Temperie Canaria: Cronología de Efemérides Meteorológicas elaborado por Javier Arroyo, miembro de la Asociación Canaria de Meteorología, podemos ver claramente estos fenómenos extremos que han azotado el archipiélago en los últimos cinco siglos. Para los que en 2005 llamaron a la tormenta tropical Delta huracán (sic) que vean los terribles efectos que provocó El Aluvión de 1826, el 7 y 8 de noviembre, descrito por Sabino Berthelot.
Sin quitar un ápice de sufrimiento a las personas que han padecido molestias los días 10, 11 y 12 de diciembre de 2013, sobre todo en las nefastas carreteras del archipiélago, creo que desde las autoridades públicas se está alarmando de manera exagerada a la población cuando se aproximan estos fenómenos que, como ya sabemos por el documento expuesto, son una tónica general en Canarias pues así es nuestro clima y para ello deberíamos haber planificado nuestras islas. Los problemas de los últimos años cada vez que caen cuatro gotas se deben a la mala planificación de las carreteras, sobre todo en la isla de Tenerife, y a que la en gran boom de la construcción especuló en sobremanera con nuestro territorio, superada hace mucho tiempo en las grandes islas la capacidad de carga y la presión demográfica posible, y se han ocupado de manera brutal zonas susceptibles a ser inundadas pues ya sabemos que el agua va por donde tiene que ir sobre todo en islas de orografía abrupta como la de Tenerife, se han tapado barrancos y no se ha planificado convenientemente una manera de aprovechar las aguas de escorrentía pues en las islas sabemos que el poder de los aguatenientes es inmensa. Escuchaba a Francisco Pomares en la SER en Canarias, un tipo muy fresco pero que no por ello deja de decir verdades como puños, cabrearse con los colorines de las alertas que hemos visto estos días pidiendo que se evaluara las pérdidas económicas que se producen no por los temporales en sí sino por la nefasta gestión de estas alertas en pérdidas en el comercio, las empresas y las horas lectivas enterradas en los centros educativos. No voy a ser yo quién apoye o subestime la conveniencia o no poner en marcha estas alertas, no soy ni experto ni intruso profesional, pero creo que se tendría que trabajar mucho en este tema sobre todo buscando los responsables penales de que nuestro territorio esté hecho una ruina para que unos pocos se hayan forrado como nunca.
En todo este disparate en el que nos hemos instalado vemos que las consecuencias de estos fenómenos adversos se han amplificado con las redes sociales, las nuevas tecnologías y ese sensacionalismo maximalista inherente a los canarios pues ya sabemos que a muchos nos gusta más una alerta meteorológica que a un tonto un moco. En concreto me refiero a lo que pasa en Twitter pues en esa red de microblogging hay un par de cuentas que se hacen pasar como oficiales para las alertas cuando la única de este tipo que hay en el archipiélago, amen de las de las distintas administraciones, es la del 112 Canarias. Hemos visto que la alerta se ha amplificado de manera exagerada por la difusión de información sin contrastar por mucho meteorólogo aficionado y entrometido que ha hecho mucho daño y que ha contribuido a meter miedo sin necesidad a la población. También hay una serie de cantamañanas, como un tal Bolorino Armani que es un fenómeno de ATI de la Televisión Canaria que hizo campaña a Bermúdez en Santa Cruz y que es imposible contrastar si de verdad trabaja como asesor a dedo por CC, que tiene una cuenta de Twitter muy activa, se nota que no la lleva él, en la que está todo el día sacando a la luz rumores y bulos que, como sociedad, nos hacen mucho daño. Estos días de tormenta este personaje se ha lucido de manera muy triste. Para saber de dónde viene su poder basta un análisis simple con una herramienta que se llama Followerwonk para ver que más de la mitad de sus seguidores, casi tiene diez mil, son falsos y seguramente comprados en el mercado de Twitter que por 20 euros se puede pillar un buen puñados de éstos. En concreto 6.388 de ellos no han enviado ni un solo tuit entre los últimos 3 y 12 meses a fecha de 11 de diciembre de 2013 (ver el gráfico verde).


Estas alertas, y unos años de sequía, han conseguido que mucha gente, sobre todo la más joven, vean las lluvias, cuando son suaves son una auténtica bendición para Canarias, como algo malo en sí. Hay que recordar una cosa de perogrullo: en invierno, en realidad es otoño que es cuando más fenómenos de este tipo se han registrado históricamente, tiene que llover. Lo malo es cuando esto no sucede en unas islas con unas aguas subterráneas sobre explotadas que ya salen muy pesadas y afectan a la salud, donde se ha despreciado el aprovechamiento de las de escorrentía y donde la única planificación de nuestro territorio ha sido la de que determinadas familias y miembros de la casta política puedan llevar a cabo sus pelotazos. La imagen que hemos dado al mundo estos días, a parte de la vergüenza ajena que muchas veces damos, ha sido terrible pues parece que siempre estamos al borde de la catástrofe, cosa que es fatal para la industria turística.