Nunca debí haber salido
de Canarias debe
ser, sin duda alguna, el mantra que recita
para sus adentros José
Manuel Soria López durante estos
dos años como Ministro de Industria, Energía y Turismo porque como
han demostrado las circunstancias este cargo le
es inmenso para
este señor. Lo suyo más
bien sería pescar
salmón invitado a Suecia por el
empresario Bjorg Lyng,
que en paz descanse,
al
que acabó favoreciendo a los pocos días con
una
concesión para
construir 3.600 camas turísticas por la cara porque ya sabemos que
Soria es la persona más confiada del mundo que
viaja con miles de euros en efectivo incluso
conociendo la invención de
las tarjetas Visa de plástico. Si
bien es verdad que Soria nos toma a los ciudadanos por tontos
nosotros no debiéramos hacer lo mismo con él, más bien porque
sobre todas las cosas éste
no es más que un completo sin vergüenza, y sin duda valore el hecho
de un placentero enchufe en
una eléctrica,
donde podrá ir a pescar
todo lo que quiera, como ya disfrutan José María Aznar, Felipe
González, Elena Salgado, Pedro
Solbes,
Ángel Acebes, Miguel Boyer, José Folgado, Narcís Serra, Ana
Palacio, Manuel Marín, Ignacio López (de Cospedal) o Marcelino
Oreja entre muchos más aunque sólo cite
a los más conocidos.
Mientras la situación de
que antiguos altos cargos del PSOE y del PP, que durante sus
funciones como políticos han favorecido a las empresas que negocian
con la energía en España, sean puestos a dedo en los consejos de
administración de éstas para cobrar sueldos generosos, pagando así
los favores prestados, siga existiendo no sólo pagaremos la energía
más cara de la Unión Europea sino que la competencia real entre
empresas será imposible. Esta situación se la ha descrito como la
de una existencia de puertas giratorias entre la
administración pública y el sector privado pero este tema es tan
grave, a la vez que burdo, que de lo que se podría hablar aquí es
del más puro nepotismo y caciquismo. Un cosa es cierta, que el vigor
ultraliberal que tuvieron los dos grandes ejecutores de la
privatización del sector eléctrico en España a finales del siglo
pasado, Felipe Gonzalez Márquez y José María Aznar López, de que
un sector eléctrico privatizado a precio de ganga no sólo mejoraría
la eficacia energética en el país sino que con el aumento de la
competencia bajarían los precios era una absoluta falacia o, por
hablar más claro, una inmensa mentira.
Del
último Consejo de Ministros de 2013 nos
llevamos la única rueda de prensa más o menos abierta que dio el
capo Mariano Rajoy en todo el año y la subida del recibo de la luz
de un dos por ciento cuando tras la subasta anulada el incremento
hubiera significado más de un 11 por ciento. A día de hoy la
sospecha de que el mecanismo por el que se regulan las tarifas del
sector energético, la subasta anulada era la
vigésimo quinta que se celebraba para ajustar estas condiciones, ha
estado siempre amañado pero ningún político ha tenido la más
mínima voluntad de denunciar estas prácticas delictivas a pesar de
que el recibo que pagamos todos los ciudadanos se ha incrementado en
un 75 por ciento desde que existe este sistema.
A la luz, nunca mejor dicho, de cómo funciona la casta política en
connivencia con las grandes compañías energéticas del país, donde
éstos acabarán
algún día
enchufados, se sobreentiende que ninguno
de estos golfos tenga muchas
ganas de tirar piedras sobre su propio tejado porque
ya sabemos que las
prestaciones públicas de jubilación
se están poniendo con unas perspectivas de futuro muy malas. El
problema con los recibos de la luz seguirán en tanto que esta casta
no desaparezca para siempre del mapa.
Somos
ciudadanos que hacemos uso de un servicio básico y estratégico como
es el de recibir en nuestras casas un torrente de fluido eléctrico y
este tipo de consumo quizá lo podamos aligerar pero nadie está en
condiciones de no usarlo si quiere, sobre todo después de tarifazo
aplicado por el mismo Soria al auto abastecimiento de electricidad a
través de energías alternativas. Cuando esta casta nos llama
consumidores
están negando una parte muy importante de lo que entraña el consumo
energético: que es un servicio tan básico como el agua del que no
nos podemos librar ningún ciudadano por muy aislados del mundo que
queramos vivir. Por eso el hecho que el PP se negara a aprobar una
ley que prohiba
cortar el suministro energético a familias que pasan necesidades es
una infamia más a unir al expediente de esta formación de
ultraderecha. Está
claro que las soluciones al problema energético son complicadas, o
tienen que se duras y radicales, pero no se van a solucionar jamás
con esta casta parásita que nos gobierna porque ellos son el
principal problema de que el recibo esté al
precio que está.
Una cosa está clara, con arbitrajes de consumo y pagando multas que
les son más rentables que cumplir con la ley las eléctricas nos van
a seguir timando, obteniendo beneficios escandalosos y enchufando a
sus amigos los políticos. En la Constitución de 1978, esa que se
reforma en un fin de semana para que el déficit sea un pecado mortal
por los dos grandes partidos pero que cambiar otras
cosas
son
tabú, está el Artículo 128 que faculta al estado a acordar
la intervención de empresas cuando así lo exigiere el interés
general.
Es un poco radical pero tal y como están las cosas un
gobierno que tuviera el más mínimo viso de decencia, los dos
partidos que han gobernado ya vemos que no la tienen en tanto que sus
militantes que han legislado a favor de las eléctricas ahora ocupan
cargos muy bien remunerados en éstas, haría una gran
nacionalización de empresas energéticas en España para que, de una
vez por todas, se
sirvieran al interés de los
ciudadanos y no al enriquecimiento ilícitos de empresas y
determinadas personas. Por
este motivo España será siempre un ente rancio en el que la
desvergüenza ha calado a niveles escandalosos.
Unos
dicen que vivimos un gran momento para comenzar a explotar de manera
rentable las energías alternativas, otros que a pesar de que se ha
avanzado mucho en este sector todavía estamos muy verdes. Yo no sé
bien lo que es verdad pero si que resulta sorprendente que Soria, que
recordemos que su hermano fue pillado in
fraganti
en un pelotazo de unos concursos eólicos cuando era Consejero de
Industria en Canarias, no sólo no ponga más de
sus energías en explorar, y explotar, este campo y penalice
mafiosamente la generación de este tipo de energías limpias. Hace
poco decía el ingeniero Roque Calero que Canarias está viviendo de
espaldas a este tipo de energías, cuantificaba
el volumen potencial de éstas en las islas en torno a 15 millones de
barriles de petroleo al día, y que se estaba perdiendo un momento
extraordinario para crear un sector público en el archipiélago que
gestione e investigue con las fuentes energéticas renovables pues
se están dando entrada a operadores de fuera que sólo quieren
especular con el precio de éstas. Lo
dicho, el problema energético durará
muchos años gracias
a esta casta política de indeseables.