Vídeo producido por Ángel Vallejo, Red Española de Filosofía y el Departamento de Metafísica de la Universidad de Valencia. Licencia Creative Commons.
La mejor vacuna contra el
pensamiento de ultraderecha que el Partido Popular representa mejor
que nadie en el mundo es el pensamiento crítico. Esto lo saben
perfectamente desde esta formación cuya casta de dirigentes lleva
décadas viviendo del dinero negro en sobre que procede de la
economía sumergida, los sobornos y la corrupción y por eso el capo
Marinao Rajoy ha puesto a dos ministros, tan incapaces como los otros
pero de ideología marcadamente falangista, como son Alberto Ruiz
Gallardón y José Ignacio Wert a enfrentarse contra la sociedad. A
este gobierno, y en general a toda la ultraderecha española que se
solapa mejor que ninguna del mundo en un partido
perfectamente legal
como es el PP, le apesta todo aquello que no sea el dogma de la
religión católica y que tenga los aromas de la crítica del
pensamiento y de la cultura en general. La personificación de todo
ello es el ministro de Economía y Hacienda, el ilustre
ignorante
don Cristóbal Montoro, despotricando contra el cine español que
dice que no le gusta porque, sin duda, lo suyo serán las españoladas
del tardofranquismo de Paco Martínez Soria o quizá aquella apología
del falangismo de Sáenz de Heredia titulada Raza
con guión original de Franco. Este impresentable en lugar de meterse
con la mafia de banqueros y empresarios que nos han metido en este
lío imposible de salir, lo hace con una industria como la
cinematográfica que en los últimos años ha dado algunas películas
más que dignas y que cuenta con Oscar y buenas críticas en los
festivales internacionales.
Vivimos
lo que algún día se deberá conocer como la era
de los recortes
del estado de bienestar que tanto sudor, sangre y vidas humanas costó
construir. Desaparece la sanidad tal y como la conocíamos con el
repago,
las
carteras de servicios y la beneficencia, la educación se privatiza y
se vuelve doctrina con la irrupción de los curas en la enseñanza
obligatoria, los ciudadanos perdemos servicios públicos a pasos
agigantados, las pensiones se congelarán durante diez años y si
algún día se intentaran recuperar tardaremos más de un siglo en
hacerlo, las ayudas al desempleo se reducen drásticamente y una
mentecata como la Vicepresidenta Sáenz de Santamaría acusa a los
parados de robar desde un PP que es sinónimo del latrocinio y la
justicia se vuelve un sistema hecho a la medida de los ricos que
serán los que podrán pagar las tasas por los recursos a instancias
judiciales superiores. En todo este terrible desmoche hay una pequeña
asignatura que casi pasa desapercibida, como es la filosofía, que si
no es reformada la LOMCE del falangista de Wert, como bien se
comprometió toda la oposición en peso al voto de la ley en el
Congreso, acabará reducida a su mínima expresión y muchos alumnos
de bachilleratos superiores no la verán en su vida con el riesgo
para el pensamiento crítico que esto significa. Ésta no está sola,
la música y las artes visuales y escénicas sufren también el
hachazo terrible de la derecha de Wert.
No
voy a ser yo quien diga que es la filosofía la que tiene el sello
exclusivo para formar individuos críticos, en un sistema educativo
decente y transversal que seguramente jamás tendremos en este país
hasta de temarios en principio poco
humanísticos
como la física y química se puede incentivar hacia la crítica,
pero sí que es verdad que esta asignatura es casi la única
oportunidad, tal y como está concebido el sistema educativo, de que
algunos alumnos tengan una mínima formación en este sentido no sólo
para enfrentarse como ciudadanos críticos ante la vida sino para
aprender algo que ha faltado por toneladas en los años de la
restauración ceremonial democrática en los partidos políticos,
sindicatos, organizaciones empresariales y en la sociedad en general:
la ética. Casi todo aquel que hizo bachillerato estoy seguro que le
marcaron unos pocos profesor entre todos los que tuvo durante todo
el itinerario educativo y sin hacer de mi experiencia personal una
ley universal ya que esto sería una falacia, a mi me marcó entre
otros la forma de dar la clase una profesora
de filosofía,
a buen seguro que mucha gente podría señalar a un profesor de
filosofía como alguien que les abrió, por lo menos en principio, el
camino para ver las cosas de otra manera.
El
gremio las personas de filosofía se ha caracterizado muchas veces
por la más completa falta de compromiso con la sociedad, no hay más
que ver el silencio cómplice con lo que está pasando de esos
catedráticos de la Facultad de Filosofía de la Universidad de La
Laguna que ganan más de 3 mil euros al mes y jamás han tenido un
mínimo de deferencia hacia la sociedad, y aunque alguna vez han
alzado la voz lo han hecho tímidamente, no sea que puedan perder lo
poco que ahora tienen como gremio. Sin embargo, por emular al Marx
que interpretaba a Feuerbach, la filosofía ha estado mucho tiempo
interpretando el mundo, los 25 siglos que el ministro Wert quiere
enterrar de un plumazo con su ya fracasada y ultracatólica LOMCE, y
ahora lo que tiene que hacer de una vez es transformarlo. Para
cambiar este mundo, cosa harto difícil por no decir imposible toda
vez que parece que la economía financiera y ultraliberal ha ganado
la batalla a todas las formas de concebir el mundo que apuestan por
la reconciliación, se necesitan mentes formadas que, sin duda, la
filosofía ayuda mucho no sólo a establecerlas sino que dota a la
ciudadanía de las herramientas imprescindibles para afrontar con una
mejor actitud la vida. El pensamiento crítico, lo vuelvo a repetir
para acabar este texto, es la mejor forma para combatir el
pensamiento único que las instancias ultraliberales necesitan
imponer para combatir a la clase trabajadora.