Mascota Cobri 2020, Creative Commons @jJanTerrastall y @Ritxi_Witxi |
Con
los dedos de una mano, y sobran dedos, serían los medios contados
que, afortunadamente, no se contagiaron el pasado sábado 7 de
septiembre de la euforia completamente injustificada de la
posibilidad que la ciudad de Madrid fuera la sede de los Juegos
Olímpicos en el año 2020. En este sentido este texto, antes que uno
más de la serie de perlas de la prensas, sería un joyero completo
pues ya digo que salvo esas honrosas excepciones, pienso en el digital
eldiario.es que fue muy crítico con este tema desde el primer
momento, la casi totalidad de los medios de comunicación faltaron a
su deber de informar lo más objetivamente posible e hicieron las dos cosas
más terribles que un medio de comunicación puede hacer: engañar a
la ciudadanía y hacer propaganda completamente barata.
Pecaron todos, desde
los medios cercanos a la ultraderecha que nos gobierna como el ABC,
La Razón, La COPE, El Mundo pero también aquellos que van de
progres pero que quizá veían en las Olimpiadas del 2020 una vía de
entrada de capitales públicos a sus empresas como las de Prisa
reflejadas en El País y la Cadena SER. De las televisiones no puedo
hablar, llevo mucho tiempo si ver la televisión, pero ya he visto
críticas de la vergüenza para la democracia que el PP ha convertido
a la corporación pública de RTVE y que, como no iba a ser de otra
manera, también lanzaron sus baterías de propaganda pagada con
dinero de todos los contribuyentes para un partido, como es el PP,
que a día de hoy significa como nada la pura encarnación del crimen
organizado y la mafia en España.
En
un país con más de seis millones de parados, tasas de desempleo
insostenibles de un 27 por ciento, una precarización obrera y laboral que roza
la esclavitud y una economía que se ha convertido ya en una del
tercer mundo, con una sanidad en venta, uno servicios sociales
inexistentes y una educación que da pena hacen falta muchas cosas
antes que unas Olimpiadas que significarían la dilapidación de
millones de euros de dinero público que no tenemos y que irían a
las arcas de las grandes constructoras de este país y a las cajas en
B de financiación irregular de los partidos políticos como sabemos
que lleva el PP haciendo durante décadas para repartir pagos en
negro a miserables de la talla como Mariano Rajoy Brey.
Indecente
era ver a la absoluta chusma de la plana mayor del PP en Buenos Aires
viajando a nuestra costa haciendo un ridículo escénico total,
pienso en por qué Ana Botella ha estado décadas viajando por todo
el mundo a mi costa y no ha sido capaz de aprender una sola palabra
de inglés que no estuviera torcida, mientras medios cercanos y otros
que no lo son tanto y que hasta a veces los critican haciéndoles aquel día la
pelota y difundiendo el mensaje de unos completos sinvergüenzas que, si en este país hubiera una justicia decente, en lugar de estar en
hoteles de cinco estrellas que les pagamos todos estarían metidos en la
cárcel de por vida. El PSOE, como no puede ser de otra manera, se
mostró igual de oportunista porque en ese partido tienen claro que
tarde o temprano el relevo de gobierno se puede producir a su favor y
son muchos miles de millones de euros los que se podrían generar y
algo iría a parar a sus bolsillos.
España
no tiene un problema de marca, el que acuñó el concepto de Marca
España debe ser un dechado de inmundicia, porque un país nunca
puede ser una marca comercial sino un entorno donde la democracia y
la ciudadanía se deben desarrollar. El país no tiene un problema de comercialización sino de corrupción, de una casta política completamente
volcada a la corrupción, de un franquismo todavía vivo en la
jefatura del estado y en las instituciones, sobre todo en la judicial, y de una falta de una verdadera Transición y una democratización plena todavía
pendiente de desarrollarse pues ésto no se hizo tras la muerte del
dictador. También el problema es de unos medios de comunicación que
más que opinión pública son opinión publicada de
sus propietarios que los utilizan como correa de transmisión
totalmente indecente para llevar a cabo sus intereses particulares.