Aeropuerto de El Hierro, en Valverde. Creative Commons: Tejas Decoradas Tacoronte |
Así
de radical se debería presentar siempre el asunto: El Hierro es una
isla bastante insostenible a pesar de lo que nos han querido hacer
ver los dos últimos grandes Presidentes del Cabildo de la isla,
Tomás Padrón Hernández y Alpidio Armas González. Esto supongo que
no me hará muy popular pero es una realidad que muchas veces aplasta
por su contundencia y que, normalmente, la gente se resiste a decirlo
abiertamente pero sé que no soy el único que lo piensa. Una isla en
la que el Cabildo Insular, los mismo que ocurre en La Gomera, es la
mayor empresa de este territorio y donde esta presidencia suele estar
más relacionada con el histórico caciquismo que ha existido siempre
en el archipiélago, en las grandes islas el caciquismo es de origen
constructor, pero ahora con una componente político profesional
inédita históricamente en Canarias. En 2010, a pocos meses antes de
retirarse, Tomás Padrón se
mostró en primera instancia contrario al famoso e infame Catálogo
de Especies Protegidas de Canarias por las afecciones a la flora y la
fauna de su isla pero al final, como no podía ser de otra manera,
los votos de AHI acabaron aprobando dicha ley porque este señor
siempre lo tuvo claro: El Hierro y sus subvenciones siempre por
delante de todos y de todo. De
Alpidio Armas destacar aquella machada de ser el primer político del
mundo que ha viajado como polizón hasta Tenerife gratis, inaugurando
un nuevo tipo de protesta hasta
ahora insólito, en la Naviera Armas porque esta empresa amenazaba
con dejar
de viajar a El Hierro si las administraciones, o sea los millones de
contribuyentes que no vivimos en esa isla, no
pagaban lo que consideraban que era el sobrecoste de mantener el
servicio regular a El Hierro.
De
Alpidio Armas también hay que recordar su
amenaza de estos últimos días de abandonar el pacto con el PP, en
un gran estilo de lo que es la política entendida como aquello que
es lo más bajo de la condición humana y que nace en un establo el
PSOE le arrebató la presidencia de la entidad a CC con los votos del
PP, si el ministerio de José Manuel Soria, su
socio de gobienro, no se
ponía de acuerdo para publicar las tarifas de la central hidroeólica
de Gorona del Viento para empezar a comercializar la energía que
allí se pueda generar y que signifique
la entrada en funcionamiento de ester mega proyecto que lleva desde
el siglo pasado en la agenda de este Cabildo. Unas tarifas que
seguramente acabarán siendo deficitarias, como pasa siempre en estos
casos, y que acabaremos pagando, vía subvenciones, personas que no
vivimos en El Hierro y que muchos no sabrán ni dónde queda este
territorio. Todo para decir
que la isla es la primera del mundo que se abastece con energías
alternativas cuando,
seguramente, no hubiera sido necesario construir esta infraestructura
sino quizás planificando la eficiencia energética y la introducción
de las alternativas por zonas habitadas, e incluso por casas, no
hubiera sido necesario la construcción de esta infraestructura que
hasta hoy duerme en el
olvido desde hace años trincadas
las subvenciones de turno.
El
Hierro no se va a ver libre de combustibles de energía fósil de
ninguna manera, lo que dice el Cabildo de que será la primera isla
abastecida con energías alternativas es un brindis al sol y pura
demagogia para vivir de la
subvención. De hecho, el
transporte por carretera en la isla es de los más insostenibles del
planeta. En una isla que no hay atascos
sin embargo tiene el mayor nivel de penetración del vehículo privado
como mínimo del estado. No tengo la fuente ahora pero hace meses me
sorprendía una información en una radio pública de la cantidad de
talleres de coches de la isla, una veintena larga para una población
que no supera los diez mil habitantes con
lo que se hace un ratio de 300 habitantes por cada uno seguramente
mayor que el de médicos o profesores,
y como un señor decía que era común tener en las casas hasta
tres coches, uno para trabajar, otro por si se terciaba y
otro para pasear decía. En El
Hierro la movilidad desde
hace mucho tiempo es un asunto completamente privado. Quizás si
Tomás Padrón, el ingeniero de lo que es hoy la isla, se hubiera
molestado más en ver cuáles
eran las necesidades directas de los herreños y no de grandes
proyectos que acaban quedando inutilizados quizás otro gallo allí
les cantaría.
El
Hierro tiene muchos inconvenientes como isla pero también, de eso
alardean en según qué contextos sus políticos, una calidad de vida
bastante alta. Esa calidad de vida, siempre deseable y mejorable para
sus ciudadanos como no puede ser de otra manera, la pagamos con
nuestros impuestos los habitantes de otras regiones españolas y
europeas que ni siquiera saben dónde está la isla. Algún profesor
de economía aplicada de la Universidad de La Laguna debería algún
día hacer un trabajo del coste que ha supuesto para nuestros
bolsillos que el gobierno de Aznar regalara a su exministro
Abel Matutes la empresa de
transporte marítimo Transmediterránea y que ahora tengamos que
estar pagando la factura para el necesario desplazamiento de los
habitantes de con
dinero público a empresas privadas que se enriquecen a nuestra costa
con pagos que llegan hasta
los 23 millones totales al año.
Este
no es un texto contra los habitantes de la isla sino contra sus
políticos, que de igual manera que la casta que ha crecido
incontrolada durante décadas asolando las islas, ha gestionado de
manera nefasta no sólo el patrimonio de los herreños sino los
chorros de dinero fresco que durante décadas han entrado en esta
isla y que, a día de hoy, la siguen haciendo dependiente del
exterior a niveles alarmantes y un territorio completamente
insostenible no sólo desde el punto de vista económico sino hasta
ecológico, político y ético.