Aquellos
que defienden el piropo hacia una mujer, sea grosero o más o menos
ingenioso, como una especie de arte,
lo definen como una suerte de idiosincrasia inexorable de la
Humanidad o lo consideran una parte fundamental del cortejo en
nuestra especie bien podrían tener toda la mejor de las voluntades
del mundo al creerse esto pero viven completamente equivocados. El
piropo, entendido como un acto de posicionamiento de una parte del
género de nuestra especie sobre el otro, es algo tan primitivo y que
atañe al mundo de las creencias como lo es limpiarse las posaderas
con un canto, soplar en la vagina de
las vacas para que éstas den más leche o pensar que el orden de
dominación social tal y como está establecido es algo natural
e
inexorable y que no merece ni ser discutido y menos revertido. Ser a
priori agradable con otras personas, sean de sexo que sean, es algo
que para nosotros debería tener un valor superior viviendo en una
sociedad que está completamente agriada como esta pero de ahí a
tener que considerar un cumplido
los berridos con los que un macho reprimido se expresa gritando por
la calle hacia una mujer, y que las costumbres
en nuestra sociedad amparan, es algo francamente repugnante. ¿Por
qué una mujer, que seguramente anda por la calle a sus cosas y con
el pensamiento puesto en su día a día, tiene que recibir esta
actitud cromañoide de un hombre sin chistar al grosero porque encima
si esto ocurre es considerada como sosa, en el mejor de los casos, o
directamente como una estrecha? A mi que me expliquen lo bonito que
hay en todo esto porque si a este energúmeno alguien le dijera
ciertos improperios una mañana que va a trabajar resacado seguro que
éste la iba a liar mejor que nadie.
Tengo
una amiga, ella es sin duda de lo mejor que he conocido, que tiene la
desgracia, o también la suerte porque ha sido cuidadosa y precavida,
de tener un coche con más de diez años que indefectiblemente debe
pasar cada 12 meses la Inspección Técnica de Vehículos, más
conocida como ITV, y que en Cataluña ha sido muy rentable para el
nacionalismo
suizo
de la familia Pujol. En el taller de esta modalidad que hay
en el Polígono La Campana en Tenerife el hecho que una chica vaya
sola a pasar este requisito burocrático, teniendo la desgracia
de
ser guapa y joven, significa que una parte importante de algunos
payasos que trabajan allí se la rifen,
literalmente, para atenderla e intentar ligar con ella con
expresiones nada ambiguas como si
me das tu número te paso el coche sin problemas
que estos sujetos tratan de disimular en un buen rollo no sólo nada
profesional ni admisible ya que significa una falta de respeto por la
que habría que tomar medidas cosa que no sucede. A ver si una tele,
la de Willy García y Paulino Rivero con más del 70 por ciento de
los contratos emitidos a dedo en los últimos cinco años según los
gandules de la Audiencia de Cuentas valdría, se anima y hacen un
vídeo con una cámara oculta no sólo para que éstos suban su
audiencia sino que la sociedad vea lo repugnante que un ser humano
puede llegar a ser. En su inspección de 2011 uno de estos tipos
quedó
con ella
en una de las cafeterías que hay por el aeropuerto de Los Rodeos y
esperemos que este pobre oligofrénico no esté esperando allí
todavía. Nombro esta circunstancia a colación del tema de este
texto no sólo porque es algo que es bueno que se sepa sino porque
ella me pidió que lo hiciera y yo, por el respeto que le tengo, no
podía sino obrar de esta manera. Ella ahora pasa este trámite en la
ITV de Güímar, siempre es buena excusa para ir comer luego uno de
esos bocadillos que hacen en la dulcería de la Plaza de San Pedro ,
donde la profesionalidad del servicio es total.
Las
mujeres en nuestra sociedad, en general, aguantan mucho y se quejan
muy poco. Cualquier cosa que los hombre hacemos de manera
natural,
nacemos de pie al igual que meamos en cualquier sitio de pie, a ellas
les cuesta dos y tres veces más de esfuerzo que el que nosotros
aplicamos. Cuando vemos a señoras francamente repelentes como María
Dolores de Cospedal o Soraya Sáenz de Santa María, que han triunfado
precisamente por renegar de su condición femenina y adoptar las
posiciones más repugnantes de los hombres para sobrevivir en un
mundo hecho a la medida de éstos, nos damos cuenta que todavía
queda un largo trecho para que esta sociedad no sólo no despierte
sino que se libere de los ancestrales rituales que nos confieren a
los machos ser los seres en los que está basada la
creación
y a las mujeres como las que deben de servirnos para que la especie
se siga perpetuando de la misma manera en siglos venideros. De una
dialéctica entre los dos géneros saldrá algo nuevo que nos ayude a
superarnos como especie aunque a veces no lo veamos porque, aplicando
el sentido kuhniando del paradigma de las revoluciones científicas,
las sociedades no se transforman de manera lineal sino a saltos que a
veces son involuciones.