Más que el hecho que
Mariano Rajoy sea un corrupto, un ladrón, un inepto y hasta un
miserable, si por estos motivos hubiera que prohibir ejercer la
política profesional nos quedaríamos sin duda sin casta política a
escala mundial cosa más que deseable por otra parte, lo que molesta
es su falsedad como persona, su doble rasero y la falsa superioridad
moral que exhibe siempre que puede aunque sea de una manera
completamente torpe como
alguien que no entiende ni su propia letra.
Nunca un dicho popular había cobrado como con Rajoy un sentido tan
real: cree
el ladrón que todos somos de su condición.
En el ADN del mismo PP, entre la casta dirigente cuyo origen es el
franquismo y cuya ideología es la ultraderecha, existe una creencia
por la que esta gente debe
creerse
superior al resto de los mortales y
que tiene un carácter antropológico y hasta ontológico como el más
repugnante de los racismos. La
desesperación, el asco que representaba Zapatero y uno de los
mayores engaños de destrucción masiva de la historia de cualquier
democracia hizo que una gran parte de la ciudadanía en las
elecciones
del 20 de noviembre de 2011 le dieran la mayoría absoluta a este
partido
cuyo dirigente máximo, Mariano Rajoy, lleva más de dos décadas
financiando su tren de vida con dinero negro no sólo porque en lo
personal es un miserable sino porque desembarcó en la política para
lucrarse. Cuando
este
indeseable dice
que ha
perdido dinero con la política
es
una patraña más con la que este cobarde justifica el estar
escondido de los todos
los
ciudadanos. El gran problema lo hemos tenido en este tiempo la clase
trabajadora, en concreto el obrero que votó al Partido Popular
porque en su fuero interno algunos
se
creyeron iguales a una señora como María Dolores de Cospedal que en
los mítines se las daba de íntegra
y que le debe producir arcadas el mero hecho de pensar que un
trabajador pueda estar a un par de metros de su persona.
A
día de hoy ha quedado más que en evidencia que el PP, fundado
primero en 1977 como Alianza Popular por el ministro de Franco Manuel
Fraga responsable impune de al
menos cinco personas asesinadas en Vitoria,
se ha financiado de manera ilegal durante todos estos años incluidas
situaciones prescritas como el Caso Naseiro al que hay que recordar
que este partido salió impune por un fallo procesal porque ya
sabemos en qué partido militan los jueces incluido el Presidente del
Tribunal Constitucional Francisco Pérez de los Cobos. Esto deja en
la más completa de las ilegitimidades la gran mayoría de los
procesos electorales a los que se han enfrentado este partido y, en
concreto, este último de noviembre de 2011 en el que Mariano Rajoy
consiguió la mayoría absoluta con la que ha estado en estos 20
meses desplegando su programa real que oculto como un sinvergüenza a
la ciudadanía que votó sin
duda otra cosa.
Con las actuales revelaciones del delincuente Luis Bárcenas, un
delincuente que estuvo a sueldo del PP hasta febrero de este mismo
año 2013 y que tuvo en sus manos las finanzas del partido durante 30
años, este partido debería ser considerado como una asociación
ilícita de malhechores y la mayor trama conocida en España en su
historia reciente de crimen organizado que con un inocente
partido político que es lo que y, burdamente, tratan de ocultar sus
dirigentes nacionales que en su totalidad se han lucrado durante más
de dos décadas con dinero negro. Aplicando la ley de partidos
consensuada con el otro cómplice del PP, el PSOE, la ilegalización
de este partido político estaría tardando en llegar como en su
momento le sucedió a HB por ser considerada una organización
instrumental de la banda terrorista ETA. Esto
no sucederá conociendo el doble rasero que la casta política y los
jueces se gastan con este tipo de asuntos. Sin
embargo, tampoco creo
que haya que aplicar este tipo de leyes, más bien habría que
abolirlas, porque debería ser una ciudadanía concienciada, en esto
me siento a esperarla porque sé que es algo que nunca voy a ver
mientras viva, la que ponga a estos delincuentes en su sitio y hagan
desaparecer el bipartidismo que hemos estado sufriendo y que tan
negativo a los intereses de la sociedad han resultado ser.
Una
trama delictiva, como la que ha resultado estar
en el mismo centro del
Partido Popular, no se sostiene sola y nunca una mentira tan grande
se puede alagar tanto
en el tiempo si no es con la complicidad más absoluta de una
multitud de instancias sociales e
institucionales.
A falta de que aparezca una lista de las empresas y bancos donantes a
este partido, de las que Bárcenas recogía dinero como soborno para
luego recibir tratos de favor y concesiones allí donde el PP
gobernaba, nos quedamos con las cifras de dinero negro que
circulaban hacia la calle Génova 13 que estaban recogidas en los
famosos Papeles
de Bárcenas
son lo más parecido a los que una organización delictiva pueda
representar. Ahí han estado para que esto suceda otros partidos
políticos como el PSOE y los nacionalistas en Canarias o Cataluña
que han mirado para otro lado durante todos estos años y, a buen
seguro, sus cuentas tampoco pasarían una auditoría seria por
lo que la transparencia que muestras estos partidos es completamente
nula.
También hay que nombrar el grave fallo de los organismos de control,
como el triste Tribunal de Cuentas, dónde se ha mirado para otro
lado o cuando no ha sido el propio Presidente, Ubaldo Nieto, que en
2004 hacía donativos
particulares al propio PP. También a la propia justicia que a los
dos partidos que han ejercido labores del gobierno, PP y PSOE, nunca
les ha interesado que funcione de manera efectiva ya que el tiempo
siempre cuenta a favor de los corruptos con las causas que se
eternizan de manera vergonzosa en los tribunales al tiempo que la
tímida transición que existió tras la muerte de Franco en 1975
apenas tocó el poder de los jueces que, como dijo el dictador,
quedaron atados
y bien atados.
Nuestros
medios de comunicación son
completamente
cómplices, cuando no representan la correa de transmisión que
comunica el mundo empresarial y financiero con el poder político, y
que en
el caso del
diario El Mundo, y su director Pedro
Jeta Ramírez,
se han especializado en tumbar gobiernos y que, ahora dándoselas de
una heroicidad que repugna, tratan de hacer lo mismo con Rajoy porque
Esperanza Aguirre ha tenido que esperar mucho hasta
este momento. Aunque las pequeñas cabeceras independientes, formadas
por periodistas con un mínimo de profesionalidad que han perdido su
trabajo por la crisis en los grandes medios dan un poco de esperanza
para
el futuro, los
medios
han demostrado ser los verdaderos representantes de la opinión
publicada
que a un puñado de empresarios y financieros interesa para
que
los demás creamos como buena y que pueda ser considerada como la
verdadera
cuando lo que transmiten es una opinión muy sesgada y particular que
va contra los intereses de la sociedad.
Rajoy
debe dimitir, uno modestamente lo lleva diciendo hace
más de un año,
no ya porque ha resultado ser un vulgar mentiros, corrupto y hasta un
miserable
sino porque su actual situación de cobardía en la que se empeña en
seguir, un tipo escondido en La Moncloa que le tiene miedo al
Parlamento pero no a su móvil desde el que en febrero todavía le
mandaba mensajes de ánimo a Luis Bárcenas, es lo peor que puede
pasar en la grave situación actual que estamos viviendo. Sí
logramos abstraernos del repugnante hedor a corrupción en el que
estamos inmersos debemos recordar el país está rescatado por la
Troika, el
FMI,
la Comisión Europea y el
lobbie de
la banca alemana que es el BCE, y que estaremos décadas pagando con
nuestros derechos sociales y nuestras vidas esta deuda que es
completamente injusta y que, como no puede ser de otra manera, tiene
unos responsables que se pasean por la calle impunes y mirando para
otro lado a ver si escapan de las consecuencias. Ni siquiera unas
elecciones anticipadas, elecciones que al cómplice del PP el PSOE no
le interesan ni por asomo, nos servirían para mejorar porque éstas
están abonadas al populismo de la organización falangista UpyD o
personajes hasta peores que Miguel Ángel Revilla y sus ocurrencias y
porque el fallo es sistémico y no se resuelve con un simple proceso
electoral.
Una Asamblea Constituyente con el mandato de construir
una nueva forma de gobierno liderada desde amplios sectores
progresistas que acabe la malograda transición de los años 70 del
siglo pasado será lo único que ponga un poco de cordura en un
ambiente que se ha convertido en un lodazal repugnante y corrupto.
Mariano
Rajoy, toda la casta de dirigentes del PP ha actuado así, en estos
años ha tenido la desfachatez de criticar a todo el mundo que no
opinara como ellos y mientras nos daban lecciones de honestidad y
limpieza democrática nos han estado robando a nuestras espaldas
poniendo la mano para recibir sobres marrones repletos de billetes de
500 euros que la clase empresarial española ha pagado de manera
opaca para que sus empresas fueran las beneficiarias con
contratos
públicos que, como no puede ser de otra manera, obtenían la
financiación
con
el
dinero de los impuestos de todos los contribuyentes. Mientras
ladraban contra todo aquel que trata de llevar una vida distinta, el
homosexual que quiere los mismos derechos que el heterosexual, las
mujeres que desean hacer con su cuerpo lo que mejor creen y las
personas que vemos a la sociedad como una forma de corregir las
desigualdades, los dirigentes Populares han tratado de imponer sus
creencias e ideologías ultracatólicas
ya caducas y minoritarias a una sociedad que es culpable de que ellos
estén
donde está porque en el fondo es agradecida con la mano que les ha
dado de
comer porque
parece que no
les ahoga mucho. Seguramente este desprecio generalizado hacia un
impresentable como Mariano Rajoy que se manifiesta por todas partes
se debe más a la envidia que suscita el hecho que este personaje
haya vivido sin dar un palo al agua a nuestras expensas durante dos
décadas que a una denuncia de la corrupción que en nuestra sociedad
se muestra de manera sistemática
hasta en nuestros más pequeños actos. El análisis de por qué los
individuos somos completamente egoístas y no miramos para el bien de
la sociedad sino para el propio es una asignatura pendiente que,
tarde o temprano, deberemos abordar si queremos mejorar como
sociedad.