En mi archivo puedo tener centenares de fotos con pancartas pero siempre con personajillos varios de la política y dinosaurios de los movimientos sociales siempre buscando rentabilizar su partido o su ego personal. Esta foto me gustó porque es de gente corriente que jamás he vuelto a ver en instancia alguna. Es de una manifestación de 2007 por la sanidad pública previa a unas elecciones que hasta el CCN de Ignacio González acudió a manipular. Más reflexiones sobre este tema, por orden cronológico, aquí y aquí también.
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Para
ver hasta qué punto el circo que forman los políticos
profesionales es todo un más de lo
mismo baste ver una serie de cosas que penden sobre el PSOE. Este partido a
día de hoy corre el sano riesgo de
desaparecer en si mismo mientras Rubalcaba y Rajoy tienen reuniones secretas
demostrando que los dirigentes del PSOE están más cerca de las clases sociales
que controlan el poder económico y financiero del país antes que de la
ciudadanía a la que engaña un día sí y otro también. Sin contar al dictador
Franco el único gobierno de la historia reciente que ha utilizado al ejército
para solucionar un conflicto laboral ha sido el gobierno del incompetente José
Luis Rodríguez Zapatero cuando en 2010 utilizó al ejercito, para mayor honra de
esa señora que va de progre como Carme Chacón ministra de los militares por
entonces, y a punta de pistola puso al mando en las torres de control del país
a militares, sin la formación adecuada para temas civiles, a dirigir el tráfico
aéreo que por suerte no hubo desgracia mayor alguna. Que los controladores eran
unos caraduras con sus reivindicaciones salariales nadie lo pone en duda pero
que el entonces ministro de Fomento, José Blanco, hoy imputado por corrupción y
por poner la mano para recibir de los empresarios no lo era menos aparte de un prepotente
hasta el punto que este colectivo, a día de hoy, elogia a la ministra Ana Pastor.
Sólo Josep Borrell se quejó públicamente de la reforma que el PSOE hizo de la
Constitución en sólo 15 días de la nocturnidad de agosto de 2011 en la que se
hacía supremo el dogma ultraliberal de
la deducción del déficit público sobre todas las cosas mientras la totalidad de
los dirigentes de este partido, y mucha progresía de mierda que cobra en
tertulias y demás por opinar,
callaron como lo que son ante tamaño disparate: unos miserables. Para mí que
esta gente del PSOE me intenten vender la moto de que son la alternativa a las
políticas ultraliberales desplegadas en todo el mundo o que se atrevan a
pedirme el voto me parece una de las mayores indignidades cuando su sucia
socialdemocracia es parte fundamental del problema en el que vivimos y es algo que
da, francamente, repugnancia. Máxime cuando en este partido son capaces de
comulgar con carros y carretas con
tal de no desaparecer como sería, llegados al caso, la privatización de un bien
como es la sanidad pública.
La
intención de este texto no es desenmascarar a un PSOE que lleva décadas sin ser
izquierda perdido en la vorágine ultraliberal, que también porque en cierta
medida todos mis escritos tratan de mostrar los falsos amigos, sino el denunciar la brecha abierta hacia lo que,
irremisiblemente, parece ser la próxima gran privatización, y nicho de corrupción
y burbuja especulativa, si la ciudadanía no lo impide. En el caso de Canarias
los socialistas son los cooperadores necesarios para que esto suceda. En las
islas ha habido una serie de movimientos que dejan ver que todo está preparado
para la gran privatización que se espera de la sanidad pública que, como parece
que se sabe ahora, no es natural sino que ha costado mucho esfuerzo construirla
y deberá de costar otro tanto defenderla. En primer lugar la consejería de
sanidad, en manos de CC que está muy bien relacionada con los empresarios de la
sanidad privada tradicionalmente beneficiaria de los conciertos públicos con
las privadas en esta autonomía, por mucho que lo haya asegurado ya no atiende a
las personas irregulares sin papeles que no tienen tarjeta sanitaria. De cara a
la galería, o a mantener las cosquillas al pacto CC PSOE, el mayor inepto que
nunca haya habido en las islas, Paulino Rivero, no se cansa de afirmar que en
Canarias la sanidad es otra cuando la orden es
pasar la factura a lo irregulares atendidos en urgencias como
denuncian organizaciones como Médicos del Mundo. Por otro lado ahí están las
jubilaciones forzadas a médicos que tienen más de 65 años, que por ley pueden
seguir ejerciendo la medicina hasta los 70, y que en mayor medida es renunciar
a un capital humano impresionante para mantener un servicio sanitario de
calidad no sólo por el valor de su experiencia sino por la capacidad de formar
a nuevos expertos sanitarios. La intención de estas jubilaciones es tener una
plantilla de médicos lo más saneadas
posible en cuestión de nóminas para cuando se produzca una eventual
privatización y para que la empresa que coja el servicio en determinados
hospitales lo haga de manera poco gravosa para su beneficio particular. A
muchos nos consta que hay empresarios de la sanidad del archipiélago que están
invirtiendo mucho dinero en comprar costosa tecnología para clínicas privadas,
que apenas reciben enfermos de pago, y que dichas inversiones no se harían si
no tuvieran claro el compromiso de los altos cargos de la política de
privatizar la sanidad pública en su beneficio. En general el libre mercado no existe sino que este se
define como una élite de empresarios privilegiados por la casta política y que
son especialista en disparar con la
pólvora ajena, máxime si esa pólvora
la pagamos todos los ciudadanos, para su beneficio particular. La labor que
está haciendo los altos cargos y alguna militancia presuntuosa del PSC PSOE en
esta futura privatización de la sanidad del archipiélago, se han vendido a CC
por unas migajas de poder, no es otra que la de ser unos simples miserables.
En
Canarias, como siempre, no pasa nada y se celebran los ascensos a segunda como
el de CD Tenerife que a quien único beneficia es a Miguel Concepción empresario
que ha hecho su fortuna gracia a ser amigo del presidente Rivero mientras se
siguen tirando al mar millones de euros en Granadilla, se trata de salvar a
toda costa el anillo insular de carreteras de Tenerife a pesar de ser una
inversión ruinosa para las arcas públicas o todavía se habla de los trenes de
Gran Canaria o Tenerife a pesar de que RENFE está dejando a miles de personas
colgadas en la península al cerrar estaciones o líneas de tren porque sin
vergüenzas como José Blanco se estuvieron llevando mucha pasta en comisiones por
dar prioridad a la alta velocidad que se ha visto que era una inversión cuyo coste
a la larga es insostenible. Mientras, hospitales de referencia corren serio
riesgo de sufrir una privatización salvaje como está haciendo en Madrid Ignacio
González y Esperanza Aguirre y el complejo sanitario del sur de Tenerife, por
ejemplo, no tiene fecha alguna de entrar en funcionamiento a pesar de ser la
zona de la isla que cuenta con más población y de llevar prometido desde hace
más de dos décadas.
El
bienestar sobre el que estábamos alojados no sólo no existía y era falso sino
que estaba construido sobre una base de barro. Los organismos antidemocráticos
y ultraliberales que controlan Europa y la Troika se han propuesto que van a
ganar más todavía a costa de destruir las clases medias y entrar a saco en todos
los servicios públicos para hacer negocio con ello. En este sentido han puesto
a trabajar a sus lacayos, los políticos, para que hagan esto y que nos venda la moto de que así estaremos
mejor. Esto explica el por qué en el mundo la crisis de 2008 es ya un recuerdo
y en Europa estamos instalados en esta perpetua recesión. Elección tras elección
el PSOE se enfrenta a desaparecer en sí mismo, la ultraderecha se aglutina en el
PP, el populismo de carácter falangista se crece en la UPyD e IU se hunde en sus
contradicciones como el pacto secreto que hicieron en el Parlamento de Andalucía
de subirse las dietas que los parlamentarios cobran a pesar de contar con sueldos
superiores a los 3.000 euros que la mayoría de la ciudadanía tarda mesen en reunir.
Hasta que no tengamos claro que el sistema que padecemos debe desaparecer para construir
otro la política de carácter profesional
será una fuente más de disgustos.