Edificio vertical que es la actual sede de CC OO y UGT en Santa Cruz de Tenerife y antiguo edificio de los sindicatos franquistas. |
De los 92 años que vivió
Marcelino Camacho pasó casi 14 años encarcelado en prisiones como
la de Carabanchel y en
campos de
concentración como uno
en Tánger. En
su vida luchó contra los fascistas en la Guerra Civil Española, se
escapó de varios campos de concentración, dirigió asociaciones
obreras en la clandestinidad, trabajó en el sector del metal, fue
diputado comunista en las cortes preconstituyentes y las primeras de
la democracia entre 1977 y 1981 y, lo más importante, durante la
dictadura y en la clandestinidad
fundó el sindicato Comisiones Obreras del que fue echado de su
presidencia honorífica como agua sucia por Antonio Gutiérrez en
1995 tras un giro a la derecha de este sindicato del que hasta su
muerte conservó el carnet con el número 1. Vivió una vida con la
dignidad y coherencia de la que muchos quisiéramos presumir y
de la que se puede conocer
en un Documento
de RNE
cuando esta radio todavía era pública y no una basura de propaganda
del PP y de sus reformas
ultraliberales. Una vida dedicada a la lucha por los derechos
colectivos y con muchas penalidades personales que lejos de servir
como ejemplo a los golfos de los actuales dirigentes vividores,
empezando por Ignacio Fernández Toxo, que
ha
servido para negar sistemáticamente, condenar al olvido y deshonrar
con los
privilegios
que éstos han acumulado durante los años de connivencia con los
gobiernos del PSOE y el PP dejando
por los suelos el trabajo de Camacho y muchos más que sufrieron años
de cárcel deshonrando una organización que éstos supieron
dignificar como nadie.
De
los sindicatos verticales CC OO y UGT nos lo podíamos esperar todo:
que se financien ilegalmente con cursos de formación que jamás se
celebran pero
que se pagan con el dinero de nuestros impuestos,
que pacten con la patronal y con el PP y el PSOE el desmantelamiento
de los convenios colectivos o que firmen reformas laborales, que
despidan de sus empresas
a trabajadores aplicando la reforma laboral de Báñez de los 20 días
por año trabajado, que hagan promociones de viviendas fallidas como
UGT o que el propio Fernández Toxo se le pueda acusar de adquirir un
ático
protegido
de manera irregular. Sin embargo, la línea roja de toda tolerancia
hacia este sindicato de intereses particulares que es CC OO la
traspasó el día 6 de junio Miguel Ángel García que es Director de
Estudios del sindicato, muy cercano además al populista y falangista
partido de la resentida Rosa Díez UPyD, al votar a favor de la
reforma de las pensiones, que llevará a millones de personas a la
pobreza, con el documento consensuado por los 12 pseudoexpertos
a sueldo de la banca y mamporreros del gobierno del delincuente Rajoy
llamados para hacer
el paripé con la
exigida por la Troika reforma de las pensiones. El acto es tan
brutal, descarado e indecente que hasta el representante de UGT en la
falsa comisión, tradicionales cómplices de CC OO en todo aquello
que va en contra de la clase trabajadora, sintió un mínimo de pudor
a última hora y votó en contra de este documento como no podía ser
de otra forma.
Una
sociedad decente y con calidad democrática donde la transparencia
sea una moneda de uso corriente necesita que la clase trabajadora,
afortunadamente esta crisis ha hecho que vuelva
a aparecer
esta clase que no se
había
ido sino que se había confundido dentro de una clase media
completamente desclasada, tenga unos sindicatos fuertes que la
representen para que se
mantenga una presión siempre constante hacia
sus intereses reales. Durante gran parte de la reciente democracia
ceremonial, el último gran logro de la clase trabajadora fue la
huelga general que le montaron las Comisiones Obreras de Camacho en
1985 a Felipe González, por sindicatos
y
sindicalismo
se han entendido esta
política nefasta contra la clase trabajadora que han hecho CC OO y
UGT. Las fuerzas políticas y sociales dejaron a medio hacer la
Transición tras la muerte del dictador pues hubo una preocupación
de que la democracia fuera formal en apariencia pero nunca profunda
manteniéndose durante décadas el aparato de poder del franquismo
dentro de las instituciones, la economía, los partidos políticos o
las instancias judiciales hasta el punto que nada cambió realmente
cuando todo parecía que era nuevo. Los ciudadanos, por nuestra
parte, tenemos gran parte de responsabilidad que esto haya sido así
porque confiamos nuestra capacidad de representación en partidos
políticos que, monopolizando
el ejercicio de la política,
sólo supieron profundizar en
sus
ventajas como casta y grandes sindicatos verticales que han movido
millones de euros de todos los contribuyentes entre sus dirigentes y
que han
acabado a sueldo de poder. El
resultado han sido graves casos de corrupción, que representantes
sindicales votaran junto al imputado en prisión preventiva Miguel
Blesa la nefasta compra del banco de Miami en Bakia o que Miguel
Ángel García se asegurara su pensión a sueldo de la banca en
detrimento de millones de ciudadanos que veremos como las
nuestras
serán de miseria.
La
iglesia, las grandes empresas, la banca y hasta los equipos de fútbol
tiene detrás grandes lobbies
y grupos de presión que ya sea mediáticamente, a través de la
opinión
publicada,
o influyendo económicamente sobre cargos políticos electos
salvaguardan sus intereses a pesar de ser una parte de la población
bastante pequeña.
Es por ello que lo que vemos publicado en los grandes medios de
comunicación o las cosas que salen en la televisión responden poco
a los intereses reales de la población a pesar que nos han hecho
creer como verdaderas e
inexorables
cosas completamente falsas como que la reforma laboral traería
empleo, que no existe un rescate sino una línea preferente de
crédito sin condiciones o que
la reforma de las pensiones que pretende acabar con el sistema
público de éstas es necesario no para abrir un nuevo nicho de
mercado a la banca sino para que éste sea sostenible. Los ciudadanos
somos millones pero no encontramos completamente desarticulados y sin
ningún tipo de manera de hacer presión hacia nuestros intereses
salvo salir a la calle para que luego desde los partidos se nos tache
como delincuentes por no respetar
las vías democráticas
que consisten, según ellos, en votar sólo una vez cada cuatro años.
No sé si de verdad el bipartidismo está herido de muerte, como bien
parece representar esa huida hacia adelante del PSOE y PP pactando
una vacía postura común hacia la cumbre europea de junio, pero si
cabe una solución a toda esta miseria que se nos viene encima es que
los ciudadanos seamos capaces de ser más activos en la defensa de
nuestros derechos. Esto no es una tarea sencilla sino todo lo
contrario y se basa en la capacidad de educar para ejercer la
democracia de manera directa a una ciudadanía secularmente
desorganizada y desmobilizada en asuntos políticos.
La
desaparición de de estos grandes sindicatos de condición vertical
tal y como los hemos conocido hasta ahora es una condición necesaria
para que la clase trabajadora, que es la mayoría en la sociedad,
pueda defender de manera adecuada sus intereses sobre los grandes
intentos del capital de asesinar la democracia y de instaurar un
régimen totalmente ultraliberal que beneficie a las rentas del
capital a costa de destruir las del trabajo y conducir a la miseria a
millones de personas. Pero también hay que tener cuidado ya que los
sindicatos, por supuesto que sean unos más comprometidos con la
clase trabajadora a la que deben su existencia, han sido y son la
pieza fundamental que nos han traído mejoras en nuestra forma de
vida y de la que deberemos partir a partir de ahora para reconquistar
lo que en tres años el PSOE y el PP nos han robado tras
una profunda reforma constituyente del sistema político.
Sin los sindicatos nuestra sociedad se quedaría huérfana y a merced
de los que quieren las grandes transnacionales y la banca
internacional como bien supo hacer un falso izquierdista como Tony
Blair que acabó con las grandes Trades
Unions
de más de un siglo de existencia en Gran Bretaña y como quieren
hacer con nosotros desde el poder cuando financian de manera sucia
esa doble marca llamada CC OO y UGT.