La
estrategia de las instancias ultraliberales que nos han metido en esta crisis
está a día de hoy más que clara que nunca: el objetivo último es que los
recortes sociales que millones de ciudadanos estamos padeciendo, unidos a la
precarización del trabajo y a los recortes salariales, vayan a parar a las
grandes empresas y a la banca en forma de beneficios vía las rentas del
capital. Mucho se ha teorizado sobre esto, es la idea clave en casi todos los
últimos artículos de Vicenç
Navarro por ejemplo, pero encontrar un ejemplo claro e
irrefutable de todo esto, además aquí mismo en Canarias, no deja de ser
revelador. Me refiero a Telefónica, que ahora opera con su marca internacional
Movistar, esa que tenía contratado al imputadísimo
yerno del rey Urdangarín y que paga los favores recibidos por las
privatizaciones que llevaron a cabo a finales del siglo pasado Felipe González
y José María Aznar contratando a otro imputado y experto en quebrar la
credibilidad del FMI, reventar bancos como Bankia y que es el autor intelectual
de la ley del suelo que nos ha llevado hasta la burbuja inmobiliaria como es
Rodrigo Rato. Hay que recordar, además, que estos días ha salido la noticia de que
Telefónica ha facturado un 21 por ciento más en el primer trimestre de este año
gracias a mercados cautivos como el de Brasil pues no hemos de olvidar que la
especialidad de esta operadora, puesta en práctica durante mucho tiempo en
España, es la de mantener mercados cautivos en monopolio o en oligopolios
pactados cobrando precios excesivos por servicios tercermundista y de una
calidad muy baja.
Sin
duda el punto flaco, y el que más ha desquiciado a muchos clientes de todas las
operadoras de telecomunicaciones de este país, es el servicio de atención al
cliente sobre todo aquel que, superadas todas las facilidades para contratar el
servicio, envuelven en una maraña de burocracia y resulta una barrera
inexpugnable cuando el cliente tiene un problema para acabar directamente
desquiciados o mandando a la mierda al servicio completo de atención al cliente.
Telefónica ha sabido ver que todas las deslocalizaciones que ha hecho de su plataforma
de atención al cliente en Sudamérica han supuesto un gran desprestigio como
marca y ha significado una sangría de clientes descontentos debido al mal
servicio que éstos Call Centers de
bajo coste les ha supuesto. En 2012 y aprovechando las ventajas fiscales que
tiene la Zona ZEC de Canarias, con impuestos cercanos al cero pues pagan un
ridículo 4 por ciento por lo que somos la clase trabajadora la que mantenemos
la república bananera hecha a imagen y semejanza de CC y sus actuales socios el
PSOE, Telefónica montó en las islas su filial Emergia Canarias para la atención al cliente en Canarias y de su
teléfono 1004 en las islas. Con una plantilla de más de 500 personas el centro
de atención ya funciona en Gran Canaria y se espera que otras 500 más pasen a
engrosar la plantilla de la empresa en Tenerife antes que acabe este año 2013. Como
no puede ser de otra manera no creo que nadie tenga inconveniente alguno que
una empresa invierta en un territorio cualquiera pero, como siempre, el
capitalismo que se queja de las supuestas injerencias del estado cuando las
grandes empresas no serían lo que son sin la ayuda del mismo estado con
desregulaciones administrativas a su favor y miles de euros de dinero público en
subvenciones que muchas veces se presentan con un carácter dudoso. En este caso,
Telefónica ha sido una gran especialista en disparar
con pólvora ajena y que ha mostrado su desprecio más absoluto a millones de
clientes a lo que ha cobrado precios abusivos por sus servicios durante
décadas.
En
el Consejo de Gobierno de Canarias del jueves 9 de mayo de 2013 se autorizaba
una subvención de 662.796,35
euros a Emergia
Canarias para un proyecto denominado Capacitación
inicial para personal asignado al servicio Movistar 1004 convergente como
también para otro llamado Capacitación
inicial para teleoperadores de recepción comercial y recobros. Más de medio
millón de euros limpios de polvo y paja, dinero que sale de sus impuestos y de
los míos porque aquí las grandes empresas la declaración les sale a devolver y
somos los trabajadores los que financiamos, como ya he dicho, este montaje, para
formar trabajadores para una empresa que declara beneficios hasta hace unos
pocos días, que ha cobrado sobreprecios injustificados a sus clientes basándose
en estar en un monopolio de facto y
que paga favores a los políticos del PSOE y el PP que fueron los que privatizaron
la empresa en los años noventa del siglo XX. Unos 662.796,35 euros que son
sangrantes cuando se están cerrando los quirófanos por las tardes y se amplían las
listas de espera sanitarias, se recorta en la ley de dependencia, los parados
se quedan sin prestaciones y el PSOE y CC jubilan médicos con larga experiencia
para sanear las cuentas de la sanidad en vista de una posible privatización de
los servicios. Todo este dinero para una empresa que sigue abusando de sus
clientes, que trata de prejubilar a gran parte de su plantilla para que los directivos
cobren todavía más y que su forma de actuar en el mercado de las
telecomunicaciones se puede describir perfectamente como mafiosa.
Con
unas leyes laborales desarrolladas durante los últimos años por el PSOE y el PP
que dejan al trabajador al borde de la esclavitud, el paradigma que inspira a
estos políticos es sin duda el de Bangladesh cuyas formas de trabajo se van a
imponer cada día más y si no al tiempo, con una capacidad de responsabilidad de
las grandes empresas hacia la sociedad nula y con una búsqueda de la
rentabilidad máxima del capital y de los sueldos de los grandes directivos que
se han disparado hasta en época de crisis parece que la pequeña inversión que
ha realizado Telefónica en Canarias, a través de Emergia, nos debe parecer algo grande. Ahora parece que sólo hay un
valor por encima a toda costa: la creación de puestos de trabajo en un mercado
laboral cada día más barato y acorde a los intereses de los grandes consorcios
del capital. Con unos sindicatos como CC OO y UGT completamente vendidos al capital
y con un espíritu completamente antiobrero no nos quejemos porque parece que
nos tenemos que estar agradecidos a que no nos deslocalicen cuando, cada vez
más, nosotros somos el destino de las deslocalizaciones. Bienvenidos al capitalismo puro que no tener no tiene ni
consumidores.