Yo
soy de la generación que veía a la policía como un enemigo público que vestían
de marrón color madera, evolución natural del gris de la policía franquista,
que buscaban a las chivatas de turno para sacarles información siempre de
menudeo, que nos pedían la documentación de manera indiscriminada a todos los jóvenes con pinta para intentar
requisarles unas chinas que desaparecían en sus manos, que no tenían la menor habilidad
social con los ciudadanos y que conoció casos de tortura selectiva en las
comisarías en plena democracia. Una
vez un completo imbécil peninsulero
me criticó en Facebook que yo tenía un problema por ver las cosas de esta
manera y mi respuesta le indignó tanto que me acabó bloqueando no sin antes dejarme
decirle que era un hijo de policía cosa
que en la época que describo era un insulto. Tengo un amigo que se hizo madero, es un informante de la policía
de esos que se infiltran en las manis
pues casi siempre lo veo en todas y durante su juventud jamás le vi puta
vocación política y conmigo no puede disimular, y siempre fue buena persona y
nunca ha dejado de serlo pero parece que lo progre es defender a la policía, un
cuerpo eminentemente represor, porque son personas normales y lo antediluviano es echar pestes de ellos como hago yo.
Yo no digo que no tengan derecho hasta su parcela de dignidad pues la madera es un cuerpo de funcionarios que también se han enfrentado a tres
congelaciones salariales seguidas y se han quedado sin paga extra esta navidad
pero hay funcionarios, no es lo mismo un médico o un enfermero que salvan
muchísimas vidas todos los días, y funcionarios.
Cuando tenga un problema grave seguiré llamando a la policía, faltaría más que
para eso cobran de mis impuestos, pero la antipatía que se han ganado durante
décadas no se les ha ido con una costra de supuesta democracia. Lo mejor que me
ha pasado con esta gente es verlas con el rabo entre las piernas cuando en una
manifestación un ciudadano los ponía en su sitio cuando iban de resabiados pues
ya sabemos que ellos no son la ley
sino el garante de que esta se cumpla.
En
el hipotético caso que alguien hubiera estado en coma desde los años finales de
la represión franquista, cuando la rata del dictador daba sus últimos
coletazos, y se haya despertado justo la semana del 25 de septiembre de 2012 pensará
que, con toda la razón del mundo, las cosas no han cambiado hacen estos 40
años. La gran diferencia entre aquellos años y estos es que cualquiera tiene
una cámara en su bolsillo, en su teléfono, y puede documentar las actuaciones
fascistas de la policía que, en otras circunstancias, hubieran quedado impunes,
es la palabra de un ciudadano contra
un supuesto defensor de la ley, pero
que ahora se distribuyen a la velocidad de la luz a través de las redes
sociales y los sitios como Youtube. El catálogo documentado estos días es
impresionante y más propio de una dictadura fascista que de un país que se las
arroga de democrático: detenciones preventivas sin que se hayan cometido
delitos como si esto fuera una dictadura como Siria, registros indiscriminados en guaguas a
centenares de kilómetros de distancia de Madrid con el heroísmo de requisar un
par de petas, violencia
indiscriminada contra manifestantes pacíficos que no pretendían ocupar el
Congreso como quedó claro en todo momento, detenciones arbitrarias como la de
la señora contra la que tres
policías malamente pueden esposarla, policías infiltrados reventando la manifestación mientras uno
grita que soy compañero,
siembra de pánico sin necesidad en la
Estación de Atocha simplemente por ira o venganza y mucho
fascismo, chulería y malas formas por parte de unos energúmenos que los sacaron
a vigilar el Congreso en un número de
1.400 agentes sin placas identificativas y que mosquea profundamente cómo coño
estos primates pudieron pasar el test psicotécnico que es imprescindible para
ser funcionario de policía. Más que los ciudadanos tomar el Congreso, aquella
gente no tenía intención de ello ni eran capaces, somos los ciudadanos los que
estamos tomados por una clase política, PP, PSOE, IU, UPyD y los nacionalismos
de derecha, que en el mayor momento de crisis de la democracia ceremonial se
parapetan tras estos monos amaestrados para preservar sus privilegios ante una
ciudadanía que empieza a dar síntomas de cansancio y de que ya no puede más.
España,
o lo que queda de ella no sólo por las aspiraciones soberanistas de última hora
de un oportunista como Arthur Mas pero también porque esta terrible crisis que amenaza
con tumbar todo lo que hasta ahora se había logrado en derechos, es el único
país europeo en el que la ultraderecha, de manera muy hábil y eso hay que reconocérselo,
gobierna pues el PP no es más que un partido de extrema derecha y que con el
terrorismo de estado que estamos viendo con la represión a la ciudadanía en
esta crisis merecería ser ilegalizado según la ley de partidos que el propio PP
aprobó con Aznar y los votos del PSOE. En consecuencia estos días hemos visto
detenciones ilegales a manifestantes en su mayoría pacíficos, desaparición
durante 48 horas de los detenidos pues los abogados no sabían dónde estaban,
intento de interferencia en la separación de poderes por parte de ministerio de
Interior al decir que los detenidos debían ser juzgados por la Audiencia
Nacional por interferir en las instituciones del estado cosa que el juez
Santiago Pedraz puso en su sitio en una providencia y una fascista como la
delegada de gobierno de Madrid Cristina Cifuentes, que no entrega
a la justicia a su marido dado en ignorado paradero por unas deudas, no sólo
no justifica sino que celebra la actuación fascista de la policía mientras que
el jefe de la IUP, Javier Nogueroles, será condecorado, suponemos que con una
cruz de hierro nazi, por la misma policía. Todo esto sucede en un momento en el
que las algaradas policiales protagonizadas por una suerte de mongolos
descerebrados, que podían estar bandas de extrema derecha pero que han tenido
la suerte de acabar en la policía
seguramente por pura endogamia y amiguismo, llegan a los medios extranjeros que
ya nos ven como Grecia mientras en el ministro de Interior, Jorge Fernández
Díaz, mira para otro lado por los abusos que se están cometiendo, la consigna
seguro que era generar violencia contra los manifestantes del 25 de septiembre
para atemorizar a la población y que vivamos en un estado de shock, y se acaricia sus genitales y los de los suyos en
un error político que esperemos que algún día le deba de salir muy caro.
Mientras
tanto esperamos que Rajoy haga la única cosa que le queda para que el cien por
cien de su programa de gobierno sea incumplido: que se case con un hombre y
defender con la misma vehemencia el matrimonio de personas del mismo sexo como
lo ha denostado durante ocho años seguidos. Rajoy es un zombi político y un
perfecto pobre de espíritu que se va a Nueva York a fumar puros frente al Radio City Music Hall pensando que en la
Gran Manzana pasará desapercibido
pero que es recibido en esta misma ciudad con pancartas y protestas mientras en
la ONU defiende la Alianza de las
Civilizaciones de Zapatero que no simplemente había denostado sino de la
que se había burlado con la risa estúpida que identifica a los resentidos porque
no hay que olvidar una cosa: Rajoy es el máximo representante de aquellos
falangistas del PP que no perdonan que las casi 200 víctimas del Al Qaeda del
11 de marzo de 2004 les levantarán
las elecciones en aquel año. Con una extrema derecha en el poder con mayoría
absoluta, una mayoría que se la ha dado principalmente la clase trabajadora
cosa que habría que hacer un trabajo serio sociológico algún día, la izquierda
está completamente desmantelada, me niego a creer que IU que participa y es
cómplice en todo este simulacro de democracia sea izquierda, y no tiene
capacidad de responder en la misma medida y con la misma contundencia a esta
derecha ultra que representa el PP y que se oculta detrás de toda las cloacas
del estado y que utilizan una policía, con grandes vocaciones de individuos
fascistas, para defender sus intereses particulares haciéndolos pasar como
general.
Canarias 24 Horas, 1 de octubre de 2012.
Actualización 4 de octubre:
Contundente es el auto de Juez de la Audiencia Nacional, Don Santiago Pedraz, que archiva la causa abierta por un delito contra las Instituciones del Estado por las protestas del 25 de septiembre contra cinco ciudadanos. De un auto, que no tiene desperdicio, quiero destacar lo siguiente sacado de las páginas seis y siete del documento:
"Y, desde luego, el hecho de convocar bajo los lemas de rodear,
permanecer de forma indefinida …, exigir un proceso de destitución y
ruptura del régimen vigente, mediante la dimisión del Gobierno en pleno,
disolución de las Cortes y de la Jefatura v del Estado, abolición de la actual
Constitución e iniciar un proceso de constitución de un nuevo sistema de
organización política, económica o social en modo alguno puede ser
constitutivo de delito, ya no solo porque no existe tal delito en nuestra
legislación penal, sino porque de existir atentaría claramente al derecho fundamental de libertad de expresión, pues hay que convenir que no
cabe prohibir el elogio o la defensa de ideas o doctrinas, por más que
éstas se alejen o incluso pongan en cuestión el marco constitucional, ni,
menos aún, de prohibir la expresión de opiniones subjetivas sobre
acontecimientos históricos o de actualidad, máxime ante la convenida
decadencia de la denominada clase política. Es más, la propia Sra.
Delegada del Gobierno tomó conocimiento, esto es no prohibió, de lo que
pretendía la convocatoria, indicando además la forma de hacerlo."