En
unos momentos tan graves como los que estamos viviendo todavía, desde la casta
que ejerce el poder, nos tratan de colar a la ciudadanía cortinas de humo de grandes
dimensiones. Sin ir más lejos esta misma semana una infame Esperanza Aguirre se
montó uno de sus numeritos a cuenta de la pitada, que todavía no se había
producido, en la final de la copa del rey de fútbol en el estado Vicente
Calderón mientras el gobierno y el títere puesto a dirigir Bankia, José Ignacio
Goirigolzarri, preparaban el mayor saqueo de las arcas públicas de la historia
de España buscando sanear con casi 24
mil millones de euros una entidad que lleva muchos años podrida y que han
dejado caer impasiblemente sus gestores, partidos políticos y sindicatos, que
formaban parte de su consejo de dirección. En el Vicente Calderón, eso sí, se
produjo el viernes 25 de mayo una sonora pitada a la entrada del príncipe
Felipe mientras sonaba el himno español y que ha sido convenientemente
silenciada por la prensa a posteriori.
También
se ha merecido una sonora pitada la Casa Real y el Jefe del Estado que cuando
la prima de riesgo de la deuda española estaba más alta que nunca él estaba en
África con su amante cazando elefantes mientras su yerno, Iñaki Urdangarín,
estaba imputado por unos presuntos delitos de corrupción en los que, cada vez
más, el nombre del Rey Juan Carlos se ha hecho más sonoro a tenor de no sé qué
correos electrónicos. Este señor es una persona afortunada que, por cuestiones
de familiares e históricas, tiene una posición completamente privilegiada y se
ha situado por encima de 42 millones de ciudadanos y que, sin duda, no ha
sabido estar a la altura de las circunstancias más adversas que ha atravesado
el país en muchas décadas. No sería el primer Borbón que abandona el trono de
España y queda por ver si, definitivamente, es el último.
También
se merecen una sonora pitada los tres grandes partidos, PP, PSOE e Izquierda
Unida, y los sindicatos CC OO y UGT que durante muchos años ha formado parte
del consejo de dirección de Bankia, o bien de las cajas más podridas que
formaban esta entidad como son Caja Madrid y Bancaja, y han mirado para otro
lado mientras la podredumbre y la corrupción se extendía por esta entidad
financiera hasta que se ha llegado al límite y un gobierno de ultraderecha
ultraliberal ha tenido que nacionalizar sus pérdidas para que paguemos los
ciudadanos el error de unos pocos que tiene nombres y apellidos. Y seguirán
mirando para otro lado pues las luchas por estar en los consejos de dirección
de esas cajas eran a muerte ya que estar ahí significaba acceder a una
financiación irregular en el caso de los partidos o a créditos preferentes
autoconcedidos en el caso de los sindicatos. Esperemos que no tengan vergüenza
de hacer una comisión parlamentaria de investigación de lo que ha fallado en
Bankia porque el hedor es tan grande que será una mera falsa, la volveremos a
pagar los ciudadanos, que nunca sabremos lo que de verdad pasó allí y estos
miserables se sigan riendo de nosotros en nuestras propias narices.
También
que esta sonora pitada se extienda a los antiguos gestores, empezando por
Rodrigo Rato, ese que deja todo a medias, y su actual presidente procedente del
BBVA José Ignacio Goirigolzarri que ya han hecho un pacto de caballeros para exculparse mutuamente y tapar con dinero
público, casi 24 mil millones de euros, los errores de unos y otros y de los
dirigentes políticos que dejaron llegar a las cajas a esta situación tan
peligrosa para el sostenimiento del sistema financiero.
También
se merece una sonora pitada el presidente del Consejo General del Poder
Judicial y del Tribunal Supremo, Carlos Dívar, por pasar más de 20 largos fines
de semana de cuatro días en hoteles de lujo a costa de los contribuyentes y
encima tener la cada dura de decir que no piensa explicarse ni ante la prensa
ni la ciudadanía. La sonora pitada se extiende también a la endogamia que hace
que este señor se vaya, pese a reconocer su culpa, de rositas para que siga en
su puesto y se confirme lo que pasa en este país: que la justicia es una
auténtica mierda por la que los ciudadanos medios estamos completamente vendidos
ante el sistema. Y ya que estamos que la sonora pitada llegue también al jefe
de Carlos Dívar, el ministro Alberto Ruiz-Gallardón, que declaró que con esto
su subordinado ha salido fortalecido
mientras pretende privatizar la justicia y hacerla exclusiva de los poderosos
al imponer tasas elevadas a los recursos judiciales en instancias superiores.
También
dedico una sonora pitada al presidente del gobierno Mariano Rajoy que lleva
meses escondidos en el zulo de La Moncloa y sale huyendo del Senado por la
puerta de atrás cuando unos periodistas quieren hacer su trabajo y preguntarle
por las cosas que nos preocupan. No sólo le dedico la sonora pitada sino también
estos calificativos: inepto, incompetente, cobarde, mediocre, pasmado, niño
pijo, completo inútil y oligofrénico. Que la sonora pitada se extienda a sus
ministros pues no hay ninguno que merezca el más mínimo reconocimiento como el
pescador de salmón José Manuel Soria, el de Lehman Brothers Luis de Guindos, el
de los intereses privados en la industria armamentística Pedro Morenés, la de
sanidad Ana Pastor que no tiene ni
puta idea, la pija del Opus Dei de trabajo Fátima Bañez o el soberbio
José Ignacio Wert de educación.
También
se merecen una sonora pitada los medios de comunicación en general, en
particular los de la ultraderecha como Intereconomía o La Razón, cuya labor
primordial es confundir más a la gente, la España clerical que ha sacado del
armario las sotanas para esconderse ellos mientras critica miserablemente a la
sociedad civil que se organiza sin dañar a nadie como les da la gana, al
nacionalismo de cualquier especie y de todo tipo que se ha convertido en una
gran fuente de problemas como bien ha demostrado CiU, a los votantes del PP que
todavía se creen las mentiras por las que les dieron el poder, a la policía que
por órdenes expresas de los poderes financieros están dejando en juego de niños
lo que hacían los grises franquistas
y al poder financiero en general por no dar la cara y escudarse en unos
políticos tan mediocres como los que nos ha tocado sufrir. En este sentido
envío también una sonora pitada a todos aquellos que buscan medrar en la política
engañando cada cuatro años a los electores.
Tengo
una última gran pitada sonora y esta es para mí mismo como no podía ser de otra
manera. Y con ello creo representar a una importante parte de la ciudadanía que
está completamente asqueada del sistema, que no cree para nada las promesas de
nadie y que el cuestionamiento de este circo les ha llevado a la completa
inactividad. Sé que puede ser una actitud hasta cómoda pero ha sido en defensa
propia, por lo menos en mi caso. Luego nos quejaremos de lo que venga, con más
o menos razón, pero todo esto que está pasando es responsabilidad de una
ciudadanía mal concienciada y cómoda que ha dejado que la chusma política haga
y deshaga a su antojo todo lo que tiene que ver con nuestra existencia.
Canarias 24 Horas, 28 de mayo de 2012.