El primer Consejo de Ministros del PP que se celebró con carácter político el 30 de diciembre de 2011 fue premonitorio de todo lo que habremos de sufrir y sufriremos durante no se sabe todavía cuánto tiempo. Atrás quedaron las promesas electorales de esta formación que había hecho hacía poco más de un mes y se entraba en el terreno de una Realpolitik consistente en deshacerse de todo lo que hasta el 20 de noviembre se había dicho pero con el cinismo paternalista y repugnante de los de Rajoy de decirnos que todo lo que a partir de ahora iba a suceder en un país sin estado como es España iba a ser por nuestro bien. En aquel Consejo de Ministros de un país que hace ya mucho que abandonó a sus ciudadanos por contentar a los mercados y al gobierno de Alemania iba a aprobar pocos incrementos del gasto público, se metió el mayor tijeretazo a las cuentas públicas de su historia reciente a la espera de lo que nos tengan preparado para después de las elecciones andaluzas del 25 de marzo, salvo el de un sector muy concreto como es el de la Policía Nacional donde se plantea incluso la convocatoria de oposiciones. Con un parlamento con mayoría absoluta Rajoy lo tiene claro: las protestas van a venir desde la calle por lo que hay que defenderse del enemigo.
La
violencia con la que una policía nacional dirigida por el PP en la Valencia de
los trajes a medida para políticos, la Fórmula Uno, las regatas, el despilfarro
y los muchachos en clases sin calefacción abrigándose con mantas se ha cebado
contra sus ciudadanos y ha sido francamente repugnante y un aviso, sin duda,
para un país que ha tragado sin aparente chistar los recortes que nos han practicado
pero que para muchos sectores se debe estar ya al borde del estallido social. La
violencia con la que han descargado las fuerzas del supuesto orden contra los
alumnos del Instituto Luis Vives ha sido un espectáculo francamente triste y
que recordaba otras etapas como la de los grises y que un fascista
recientemente fallecido como Manuel Fraga hubiera tenido mucho que contar ante
un juez. Por mucho que queramos darle la razón a las fuerzas del orden que en
las protestas de Valencia se habían colado antisistemas
en abstracto pues siempre se habla de ello pero nunca se sabe quiénes son,
en este sentido los verdaderos antisistemas
son tipos inútiles como Zapatero o Rajoy, la policía nunca tuvo que tener carta
blanca para actuar como lo hicieron con menores que no eran violentos como los
jóvenes que en Reino Unido pusieron patas arriba Londres con sus Blackberry durante casi una semana. Unas
protestas que empezaron siendo pacíficas, completamente justas y compresibles
se pudieron haber encauzado de una manera más racional y no estarían ahora
amenazando con extenderse y convertirse, esperemos que no, en una escalada de
violencia irracional.
La
rueda de prensa que dio el jefe superior de la policía Antonio Moreno, frente a
la delegada del gobierno del PP Paula Sánchez de León que no fue capaz de poner
en su sitio a su subordinado, calificando a los manifestantes, en su mayoría
menores en los que alguno podría ser hijo suyo, como enemigos lejos de enfriar los ánimos vino a demostrar el auténtico
talante del Partido Popular que crecidos con la cada vez más inexplicable
mayoría absoluta que le dio la ciudadanía el 20 de noviembre están y estarán
dispuestos a pasar por encima de lo que se les ponga por delante en los
próximos años. De momento ni la delegada del gobierno ha sido capaz no sólo de
dimitir sino de reprobar la actitud de su subordinado el jefe de la policía al
que nadie ha tenido la decencia de destituir no sólo ahora sino desde tiempos
de Rubalcaba que fue quien lo puso de jefe en sus tiempos de ministro del
interior.
De
momento el fenómeno ha saltado a todo el mundo a través de las redes sociales
con la etiqueta #primaveravalenciana y
se extendió el martes 21 con concentraciones pacíficas en toda España contra la
inusitada violencia de una policía, sin duda cargada de chusma, y que esperemos
que en las plazas que para este año espera convocar Rajoy los test
psicotécnicos sirvan para filtrar a la gente completamente indeseable que desean
entrar en esta policía que en estos años amenaza con convertirse en una especie
policía política al servicio del PP. Esperemos, sobre todo, que este fenómeno
se extienda de manera completamente pacífica y sea algo menos manipulado como
ha llegado a ser el del 15m que no sólo ha perdido su fuelle sino que en
determinados lugares, me refiero a Tenerife, ha acabado siendo sostenido por un
buenismo bien intencionado pero poco
efectivo cuando no manipulado por IUC que como ya sabemos trata de buscarse un
hueco institucional para, con sus pobres dirigentes insulares, ser más de lo mismo.
Una
de las cosas que molesta mucho en esta Primavera Valenciana, que no se sabe si
nace agotada o no pero que afortunadamente está ahí, es la manipulación a la
que está siendo sometida por el PSOE que, recordemos, hace menos de 3 meses
estaban en el gobierno allanando con sus medidas infames la senda por la que
hoy camina el Partido Popular y siendo enteramente parte del problema en el que
hoy estamos metidos. Reconozco, como no puede ser de otra manera, que los modos
de la policía que se dirigía desde el ministerio de Rubalcaba eran otros pero
el oportunismo de echarse a la calle
de este partido ahora que el Parlamento está sometido por la mayoría absoluta
del PP es algo que da, francamente, mucho asco. Ya lo hicieron en 2002 y 2003
con en no a la guerra y ahora van a
tratar de sacar tajada también a pesar que sea este partido el principal
responsable que este fenómeno internacional sea tan brutal para España.
En
un país donde gracias a la legislación laboral este año de 2012 puede acabar
con más de 6 millones de parados, la novedad con la infame ley de reforma
laboral que aprobó el PP hace un par de semanas es que ahora cualquiera podemos ser víctimas casi
gratuitas del desempleo, los estallidos sociales podrán estar a la orden del día
además con una violencia nada deseable. El PP y su policía política deberán
emplearse a fondo para reprimir a la ciudadanía que cada día que pase debería
estar más concienciada del poder real que tenemos porque somos los que
mantenemos este montaje. Hace tiempo sabemos que esta crisis económica no
habría de ser una crisis más pero lo
que no tenemos claro es si estamos viviendo un momento crucial e irreversible
como los que se vivieron en el siglo pasado con las dos grandes guerras, el
Crack del 29 o la Revolución Española de 1936. Ningún proceso revolucionario,
definiendo revolución con el sentido de subvertir por completo el estado
imperante de cosas, ha sido jamás pacífica, no hay que ver más que el proceso
de la Primavera Árabe que se está viviendo duro en Siria, Egipto y Libia, pero
esperemos que el deseable cambio al completo de las cosas que nuestra sociedad
demanda se puede producir de la manera más pacífica y tranquila posible. Para
ello es necesario perder el miedo al que tan bien han instalado en nuestras
consciencias y que mucho recuerda a la tesis del estado de shock.
Canarias 24 Horas, 27 de febrero de 2012.