Escribo
esto a pocas horas del cierre de las urnas donde y previsiblemente, a no ser
que ocurra un imposible, la ultraderecha que representa el Partido Popular va a
volver al poder en España tras siete años y medio de su salida del gobierno
marcado por la infamia que les arrebató el poder el tras los atentados de Al
Quadea el 11 de marzo de 2004 en Madrid. Atrás quedan casi ocho años de
resentimiento contra todos los ciudadanos que, según la manera de pensar de sus
líderes como Aznar que todavía manda más en el partido que un inútil como
Rajoy, fuimos los responsables de que ellos perdieran la poltrona y por esto
ahora nos merecemos lo peor. También quedan los años en los que se destaparon
los mayores casos de corrupción de la democracia como la Trama Gürtel o la
puesta en evidencia de la debacle en las cuentas públicas que se dan en
regiones como Madrid, Valencia o Murcia donde este partido ha gobernado casi
desde la mano del miserable dictador Franco del que hoy, con buscada
coincidencia de Zapatero al poner las elecciones, se cumplen 36 años de su
muerte. El rodillo que el PP van a pasar sobre todos nosotros va a ser tan
grande que veremos cómo van en popularidad el 20 de noviembre de 2012. Iremos
de incompetente a incompetente porque Rajoy supone, pero no debe tener ni puta
idea, que lo que va a ganar esta misma noche puede ser su tumba política para
siempre, como ha sido la de Zapatero, mientras del Prestige deben seguir saliendo unos hilitos de plastilina.
El
PSOE deberá hoy aguantar el tipo para escapar del que podría ser su peor
resultado de toda la democracia ceremonial española y no desaparecer como
partido, acosado por la basura que han generado, sus contradicciones y una ley
de financiación de partidos que no perdona a los resultados pequeños, cosa que
no estaría mal si también desapareciera, en un corto espacio de tiempo, el PP.
Y es que los ciudadanos estaríamos mejor sin ellos y sin el lastre del pasado
que representan este bipartidismo miserable con líderes inútiles de quita y pon
perfectamente sustituibles que tantos sacrificios han hecho, y habrán de hacer,
en pos del dios de los mercados sobre todos nosotros. Hoy domingo no tengo
planeado salir a la calle para nada, el tiempo no acompaña y tengo cosas
atrasadas en casa, y mucho menos para ir a votar en un sistema en el que
definitivamente ya no creo y que debería de derribarse desde los cimientos para
que los ciudadanos construyamos algo nuevo. No voy a ir a votar, por primera
vez en mi vida adulta gracias no solo a tándem PPSOE sino al espectáculo de la
supuesta izquierda alternativa canaria, y aunque no lo hay me gustaría que
hubiera una forma de contabilizar mi abstención que es totalmente consciente y
activa pero no me queda otro remido sino que sea metida en el saco del montón
de los que no votan porque pasan.
El
viernes del cierre de campaña hubo en la autodenominada emisora de radio la voz del pueblo un debate de
perdedores entre José Pérez Ventura de IUC y Manuel Marrero de Sí Se Puede y su
potaje, en realidad no se pudo, en el que llamaron para disimular al compañero
del PCPC Eugenio Padilla. Yo no sé quiénes tienen más culpa si los que
organizaron el debate, el único propósito de éste sería ver las miserias por
las que atraviesa la izquierda canaria por culpa de egolatrías como la de Ventura,
o de estos candidatos por asistir a una farsa tan grande que para lo único que
sirvió fue para escenificar el estado de abandono en el que han dejado al
pensamiento progresista de Tenerife vendido a sus miserables cálculos políticos.
Abandono que se escenifica en la marcha de los de Sí Se Puede de Asamblea por
Tenerife que en buena hora lo hicieron pues dentro estaba el propio Pérez
Ventura creando intrigas y buscando posicionarse políticamente en una ambición
que no le servirán nunca para nada sino para mirarse al espejo y verse guapo.
Lo que va a pasar hoy es que estos dos gurpo van a mirar con lupa sus
resultados en las elecciones, resultados de perdedores, que pueden arrojar unos
miles de votos más hacia un lado que hacia otro pero que en sus fueros internos
van a contar como una batalla ganada cuando lo que han hecho es que por su
visión estrecha perdamos todos aunque todavía tienen la desfachatez de pedir el
voto a gente que ni les va ni les viene sus miserias.
Estamos
atravesando la mayor de las crisis que ha habido tras la Segunda Guerra
Mundial. Como bien oí decir a una señora en una emisora de radio que ya tenía
unos buenos años es que esta crisis es más suave en tanto que no estamos
inmersos en una economía de postguerra. La
crisis se basa que hay que preservar un modelo ultraliberal y en Europa no hay
un verdadero gobierno sino que se imponen estas diatribas ultraliberales que
deben ser puestas sobre todas las cosas por encima de gobiernos, voluntades
políticas y los ciudadanos. El paradigma de todo esto son los gobiernos,
llamados de tecnócratas, en los que se han sustituido a incómodos políticos, o
a ladrones mafiosos sin más como Berlusconi, por técnicos que han trabajado para Goldman Sachs como en nuevo
presidente del gobierno italiano Mario Monti. Esta es una crisis también de
personas pues nos hemos visto a líderes con escasa talla intelectual como
Zapatero y su sustituto Rajoy, Sarkozy, Merkel o Cameron. El único que ha
tenido un poco de capacidad de liderazgo ha sido Obama pero ya hemos visto como
la ultraderecha y la Fox de su país se han encargado de no sólo llevarle a las
cuotas más baja de popularidad de un presidente, cuando ha tenido que actuar de
una manera fascista contra el resto del mundo como sus antecesores lo ha hecho,
sino que han echado atrás todas y cada unas de sus reformas sobre todo la
sanitaria en un país donde la salud es uno de los mayores negocios.
Sin
embargo creo que la llegada de Rajoy a la Moncloa va a hacer que llegue muy
alto al gran líder que necesitamos y que se encuentra en ciernes pues la dureza
de su gobierno, desde el primer día, va a necesitar de respuestas contundentes.
Este líder no es otro que el de la
ciudadanía que va a tener que emerger en buena medida si no queremos acabar
en la mayor de las miserias. Este líder no lo sabe pero es el que tiene el
poder para detener todo lo que pasa: es ciudadano, contribuyente y sin él todo
esto no sólo no funciona sino que no tiene sentido. El poder está en nosotros y
como tales debemos ejercerlo pues ya se acabó toda confianza en elegidos,
iluminados y salvapatrias. Ya les digo, el mío empieza hoy con una abstención
activa. Los ciudadanos debemos ocupar el poder que nos ha sido arrebatado y
empezar a decidir por nosotros mismos pues ya vemos que el modelo en el que
deciden por nosotros, y que tan cómodo nos ha sido hasta ahora, ha fracasado
estrepitosamente y nos trae miseria y mucha precariedad.
Canarias 24 Horas, 20 de noviembre de 2011.