De
las pocas cosas que han conseguido ponerse de acuerdo economistas, periodistas,
políticos pero sobre todo los ciudadanos agobiados por sus consecuencias en
forma de recortes sociales, paro y pesimismo es que esta crisis que estamos
viviendo desde 2008 es la mayores proporciones que ha sucedido en el mundo tras
la Gran Depresión de los años 30 del siglo XX. Lo que es cierto también es que
nunca habían coincidido en el mismo tiempo y espacio una hornada de políticos
tan mediocres, ruines, gandules, sinvergüenzas, caraduras e inútiles como la
que tenemos ahora no sólo a escala mundial sino en todos nuestros ámbitos más
cercanos. Y es que en España nos hemos quejado mucho de un rotundo desgraciado
como Zapatero pero personajillos como Sarkozy, Merkel, Cameron, Berlusconi o Barroso
no son menos inútiles que Zapatero. Con
sus miserias personales y sus desgracias son, de una u otra forma, los grandes
creadores de esta crisis ya que han llenado de vicio y corrupción un arte, que
debería de ser noble, como el de la gobernanza. Sin duda una excepción a esta
regla pudo haber sido Barack Obama durante el año anterior a que ganara las
elecciones, cuando estaba en campaña, y los primeros meses de presidencia pero
en la actualidad se ha acabado uniendo a esta tendencia mundial de brillar por
su mediocridad. El caso de Obama, además, es más sangrante pues jamás nadie
había tenido el apoyo social que él tuvo en Estados Unidos, probablemente
también en muchos otros lugares del mundo, pero todas y cada una de sus
reformas, sanitarias, financieras y hasta fiscales, han sido tumbadas una a una
por el terrible poder de los conservadores de Estados Unidos y la ultraderecha
del Tea Party.
Apenas
24 horas antes que escribo esto supimos que las fuerzas políticas en Bélgica se
habían puesto de acuerdo, tras casi dos años sin gobierno y con los
presupuestos prorrogados de 2009, para convocar elecciones y formar gobierno
pero lo cierto es que en la situación actual, que muchos vemos como un dulce sin gobierno, las cosas, económicamente
hablando, no les han ido tan mal con un crecimiento de hasta un 2,4 por ciento.
También en Islandia, donde los ciudadanos supieron movilizarse para quitarse de
encima no sólo la deuda que tenían sino a la clase política que formó todo el
estropicio y buscar la manera de meterla entre rejas, la economía crece hasta
en un 3 por ciento como si la coyuntura que nos está afectado a todos no
existiera. Sorprendente inversión de tendencias que no deja sino ver, de manera
meridianamente clara, una cosa: que la casta política no sólo no es un mal,
supuestamente inevitable, del que no nos quede más remedio que sufrir sino que
sin ellos hasta podríamos vivir mejor.
La
respuesta para los que nos decían que dentro de la Unión Europea y la moneda
única íbamos a estar mejor es la desarticulación y la cesión de soberanía, sin
ningún tipo de prebenda, controlada por una Alemania en plena expansión
ultraliberal y con el yugo de Ángela Merkel que, sin duda, no quiere para su
propio país las recetas que está imponiendo al resto de países. En España los
desvergonzados de Zapatero y su sucesor, para llevar las cosas a peor si es que
se puede, Rajoy aceptaron reformar la Constitución de 1978 para añadirle la
famosa clausula del déficit público con un parlamento casi en funciones y que,
sin duda alguna, va a lastrar no sólo nuestra economía sino el posible futuro
del estado de bienestar. Y mientras va a haber una nueva fase de rescate a la
banca, debe ser el tercer o cuarto rescate porque hemos perdido la cuenta, cosa
por la que esta crisis se ha agudizado tanto mientras Grecia no va a tener ni
un solo céntimo en ayudas porque, si no estaba esto claro, la Unión Europea se
ha construido con una base profundamente económica, para dar salidas a los
mercaderes, más que por una cuestión de cohesión social. Resulta sorprendente
que desde la Unión Europea se deje caer a Grecia en la desgracia por una
situación que han provocado una serie de políticos ladrones muy mal asesorados
por Goldman Sachs y que, hasta el día de hoy, ningún tribunal ha citado como
imputados a nadie de esta empresa por llevar a la bancarrota, y provocar la
miseria a millones de personas, durante por lo menos 30 años sino que más bien
esta consultora ha tomado el dinero y ha salido corriendo.
A
menudo se nos dice que los políticos no mandan y que las instituciones
económicas supranacionales ejercen un absoluto poder a la sombra. Esto es
completamente cierto pero no exculpemos con ello a la casta de vividores que se
dedican a la política de la responsabilidad que tienen de la situación que
estamos viviendo y que, desde sus puestos de lo público, han sabido medrar
mejor que nadie. Así hemos visto actuar a los ex presidentes de España y así
hará el miserable de José Luis Rodríguez Zapatero cuando abandone la política,
cosa a la que nunca debió de dedicarse, tras el 20 de noviembre aunque todavía hay
que temerle pues puede guardar algún regalo envenenado en la manga como la
cesión de soberanía a Estados Unidos de la Base de Rota al más puro estilo de
genuflexión de Franco. A menudo se dice que toda nuestra forma de vida actual
se puso en marcha en los primeros años ochenta del siglo XX por una troica formada
Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Karol Wojtyla. Los gobiernos
ultraconservadores pervivieron en Gran Bretaña hasta 1997 y éste fue el periodo
más gris de desmonte social que haya vivido nunca el Reino Unido primero con Thatcher
y luego con John Mayor. Lo que no es menos cierto fue que casi el resto del
tiempo hasta nuestros días, un total de 15 años, el país estuvo gobernado por
los supuestos laboristas de Tony Blair y que, lejos de corregir de manera
certera las políticas ultraconservadoras de sus antecesores, éstas se acabaron
por imponer aún más para hacer lo que hoy es Inglaterra: un país donde las diferencias
sociales han crecido a magnitudes seguramente insoportables y que han acabado por
crear revueltas sociales violentas que sin duda se habrán de repetir. Lo único
que le ha valido en todo este tiempo es no haber adoptado el euro pero los
políticos conservadores que gobiernan allí no se han atrevido en utilizar esta
oportunidad que la economía les da para disminuir las desigualdades sino que el
gobierno de Cameron las está incrementando nuevamente.
De ratones y hombres
es una novela del Premio Nobel John Steinbeck cuya acción se desarrolla en los
años de la Gran Depresión Americana y en ella se narran las miserias humanas
que llevan a sus personajes hasta las actitudes más mezquinas. Hay que
reconocer que aquella es una etapa muy convulsa y rica desde el punto de vista
narrativo que ha generado no sólo grandes novelas como esta sino películas y
hasta alguna serie de televisión. Hoy, ochenta años después de aquella crisis
extrema, nos gobiernan los hijos de aquella gentuza malnacida y buscavidas que
eran capaces de hacer cualquier cosa por llevarse un poco de pan a la boca. Casi
un siglo después de aquella gran crisis nos vemos inmersos en otra sin visos de
solución y la humanidad no ha aprendido que el capitalismo es completamente
imperfecto y que necesita de estas crisis para reforzarse. O los ciudadanos
aprendemos a gestionar nuestras cosas como mejor podamos, desde el ámbito más
cercano hasta el más alejado, o esta gentuza llamada político profesional nos va a seguir tratando de engaña una y mil
veces más hasta la saciedad. Creo que este debe ser el sentido que hay que
darle a los grandes movimientos cívicos del mundo que se han atrevido hasta
acampar en el corazón financiero de Nueva York.
Canarias 24 Horas, 10 de octubre de 2011.