Quizá
el fin de mundo sea esto que estamos viviendo, estar cada día un grado más
puteados que el día anterior, y no aquellos desastres sin par que desde hace años
pregonan flipados y nigromantes acerca de toda esas estupideces sobre el
calendario maya y el año 2012. Sin duda en peores circunstancias se ha visto la
humanidad pero una buena parte de las personas que estamos vivos ahora, que
trabajamos y que nos toca influir en nuestra sociedad, no hemos sabido qué es
vivir en un mundo tan inseguro e inconstante como en el que estamos ahora. Y es
que los grandes males de nuestras sociedades parecen algo no sólo lejano,
pensemos en las dos grandes guerras del siglo XX que aunque haya gente viva que
participara en ella parece algo superado que no habrá de volver jamás, sino que
nuestra forma de vida había superado de manera definitiva en pos de un mundo
con una suerte de paz perpetua
kantiana pero de los mercados. Nada más lejos de la realidad: el conflicto no
sólo es algo que mueve el mundo ahora mismo, la mayoría de la gente que vive en
este planeta no pueden hacer reflexiones como esta sobre por qué estamos en
crisis, sino que parece algo difícil de superar y hasta inexorable. El caso es
que la época en la que estamos viviendo se basa en un axioma radical: las cosas
jamás serán como las hemos conocido en las últimas tres décadas de capitalismo
feroz inauguradas por el trío Thatcher, Reagan y Wojtyla.
Pero,
¿y qué pasa con la izquierda en este nuevo mundo que se está forjando? ¿El
hecho de que un partido que se define de izquierda, pero que nunca lo ha sido,
como el PSOE esté poniendo en práctica medidas ultraliberales que hasta
sonrojan a las propias instancias conservadoras a través de un tirano
autoerigido en salvador como Zapatero significa que este mundo vaya a tener un
solo modo de pensamiento único, universal, irrefutable e imbatible? ¿Vale
todavía el clásico esquema izquierda derecha para definir las formas de
entender la política? ¿Se sustituirán los usos de la ética que todo político
debería tener por unas dosis más volubles de cinismo, doble moral y usos del
lenguaje descaradamente manipuladores? Ojalá pudiera contestar a estas
preguntas, y a miles más que surgen, porque entonces sería así de simple como
los gurús que critico al principio de este texto. O algo peor aún: economista
neoliberal que, como bien hemos visto, no sólo han errado más que una escopeta
de feria todas y cada una de las previsiones
que han hecho en torno a la crisis sino que son los responsables, por su inmovilismo
radical y legitimador del sistema, de muchas de las cosas que ahora mismo
estamos viviendo.
Las
elecciones del 20 de noviembre de 2011 son para el PSOE, con un cínico como
Rubalcaba en campaña, una prueba de fuego para ver hasta por cuántos votos no
van a perder las elecciones, y lo que se le torna peor, si van a llegar a una
debacle como la que sufrió UCD en 1982. Sé que los casos no son iguales, aquel
partido era una unión temporal y oportunista de rémoras del franquismo y el
PSOE tiene más de cien años de historia, pero un tufo común se deja ver entre
estas dos circunstancias con casi 30 años de distancia entre una y otra. Nos
conviene a los ciudadanos decentes, los trabajadores que somos los que
fundamentalmente con nuestros impuestos mantenemos vivo este sistema, que el
PSOE desaparezca para siempre. Y que lo haga, también, el PP y toda esta calaña
bipartidista de gente ociosa, mediocre y segundona que en buena hora se
afiliaron a esos partidos y han medrado en torno a las instituciones porque no saben
hacer otra cosa ni se les conoce oficio ni beneficio a pesar que muchos altos
cargos sean de profesión algo que parece
darles grima: funcionarios. A pesar de que esta semana, la que será recordada
del patadón brutal a la Constitución, hayamos visto en Gaspar Llamazares lo
mejor en esa casa de lenocinio que es el parlamento que secuestra la soberanía
del pueblo desde el a la mierda de
Labordeta, Izquierda Unida, controlada por sectores estalinistas, es también un
problema en tanto que lo que falla es un sistema de partidos que siguen
instalados de manera muy cómoda en que la democracia de define por el hecho
ceremonial de depositar un voto cada cuatro años en una urna. En el sistema
contamos también con unos sindicatos desertores de todo aquello que huela a obrero como son CC OO y UGT, que se han
vendido como miserables al PSOE, y que son de los mayores males que tiene ahora
mismo la clase trabajadora porque han dejado pasar todas las reformas laborales
posibles que han envalentonado al empresariado medio cuyo principal objetivo es
acabar con todos y cada uno de los derechos laborales adquiridos durante
décadas de luchas y sufrimientos de muchos trabajadores.
No
sé si el mundo se encamina a un abismo, desde luego las crisis son un factor
importante que provoca revoluciones y que propician el cambio de paradigma tal
y como lo definía Thomas Kuhn en sus Estructura
de las Revoluciones Científicas, pero sí que estamos viendo que todo está
pasando por el filtro del pensamiento único donde la política, el sistema
tradicional de ejercerla y los políticos que se han erigido en una casta a
través de profesionalizar ésta, ya sirven para poco o, mejor dicho, realmente
para nada. En España se ha tocado algo
que hasta hace poco era sagrado, no tanto como los acuerdos por los que la
iglesia mama centenares de millones de euros de todos nosotros al año por la
cara, y es que la Constitución de 1978 se pueda reformar a pesar de que se esté
haciendo de una manera que la ensucian con ideología y por una puerta trasera y
antidemocrática. En estos momentos debe abrirse un profundo debate ciudadanos
no sólo sobre qué es lo que queremos que contenga esta carta magna, cómo
queremos ser administrados y un debate profundo sobre esta constitución como se
ha hecho estos meses en Islandia. No sabemos cómo va a ser el mundo, eso ya lo
he dicho más arriba, pero sí sabemos que no va a ser igual al que hemos vivido
estos 30 años de ninguna de las maneras. En nosotros está el profundizar que se
logre establecer lo bueno que pueda existir y no lo malo que se está
imponiendo. Ahí quizá está la diferencia entre izquierda y derecha y no en ir a
las urnas a poner una papeleta por partidos de la doble marca PP-PSOE y que han
sido los miserables que nos han llevado hasta estos lodos y que nos pueden llevar
hasta la ruina completa.
Canarias 24 Horas, 5 de septiembre de 2011.