El
año 2008 va a significar un año de inflexión de cosas que se van a
recordar por mucho tiempo. Ese fue el último año en el que ya no
fuimos ricos
nunca
más a base de endeudarnos hasta las pestañas, en el que el crédito
era fácil y en que la burbuja inmobiliaria producía ingresos a las
arcas públicas para vivir en cierto superávit mientras el motor de
aquella economía
no era la base productiva sino la corrupción y la inmoralidad que
nos ha llevado hasta estos fangos. Fue el año en el que José Luis
Rodríguez Zapatero ganó sus segundas elecciones haciendo promesas
electorales falsas mientras perdía un tiempo precioso para actuar
negando tozudamente la crisis económica, en la que ya estábamos
envueltos, por el electoralismo más sucio y miserable que nunca se
había conocido. Fue el año en que la Selección Española de Fútbol
ganó la Eurocopa y llenó las calles de millones de personas
celebrando la victoria pero que mucha gente con esta pasión
futbolera, a pesar de tener condiciones de vida francamente
miserables, no se echan ahora a la calle a protestar en las
convocatorias organizadas por los ciudadanos concienciados tras el
15m. Pero, sin duda, aquel año de 2008 fue el decisivo para hacer
algo que, aunque ya era tarde, tenía que haberse hecho y no se hizo:
establecer un control social, político y hasta ciudadano del sistema
financiero internacional y gravar con una serie una serie de tasas e
impuestos a todas aquellas transacciones meramente especulativas
realizadas por eso que se ha venido en llamar con el eufemismo de
mercados.
Desde
el estallido de esta gran crisis de 2008, pasando por las medidas que
sólo pueden ser calificadas como violentas puestas en marcha por el
PSOE de Zapatero en mayo de 2010, hasta estos días lo único que
hemos visto como parche, que no solución, a esta crisis es que los
de siempre
paguemos con nuestro sudor, infelicidad y hasta nuestras vidas una
crisis de la que somos corresponsables pero que nunca iniciamos.
Enseguida se nos viene a la cabeza la imagen de humoristas gráficos
como Forges o El Roto con una especie de dios
del mercado
exigiendo y engullendo víctimas humanas para seguir en con su
aparente inexorabilidad una senda ultraliberal trazada hace tres
décadas por Thatcher, Reagan o Wojtyla del chiste inteligente donde
hemos pasado a una realidad que nos ha superado a todos por causa de
la avaricia. ¿Cuánto más nos podrán seguir apretando? Seguramente
mucho más y, aunque lo pudiera parecer, todavía pueden ir más en
contra de nosotros si el sistema sigue por estas vías, cosa que para
nada es descartable.
En
aquel 2008, en realidad mucho antes probablemente en los noventa del
siglo pasado cuando pinchó la primera burbuja especulativa, los
diferentes organismos políticos internacionales debieron haber
puesto en marcha un control político y democrático de los sistemas
financieros mundiales estableciendo límites a la economía meramente
especulativa, cobrando impuestos y poniendo en funcionamiento bancas
públicas que tuviera el objetivo de salvaguardar los intereses de
los ciudadanos y no de los llamados mercados. El caso se ha vuelto
tan grotesco y ha llegado a unos niveles tan salvajes que es el
propio dinero puesto por un pequeño ahorrador en un fondo para su
pensión, en realidad millones de ellos, el que está creando una
inestabilidad económica mundial sin precedentes que han hecho como
objeto de la especulación más dura la deuda pública del país en
el que vive y que ha visto como sus supuestamente legítimos
gobiernos le han recortado algo tan legítimo como su derecho a una
pensión digna tal que ha hecho el PSOE en España por mucho que
traten de maquillar el recorte brutal de derechos que ha supuesto la
reforma nuestras pensiones. Mientras, un país como Estados Unidos es
objetivo de los propios monstruos que creó, unas repugnantes
agencias de calificación que por dinero maquillan cuentas públicas
y privadas y que en Europa no se ha puesto en la cárcel a
responsables de Goldman Sachs como Mario Draghi que ayudaron a
maquillar el estado real de las cuentas de Grecia, cuyo premio
a esto ha sido verse ascendido
a Presidente del BCE, y está rebajando la deuda norteamericana
creando mucha más tensión dentro de los mercados internacionales.
La
solución es complicada y si alguien sabe las claves para detener
toda esta escalada que está contagiando irremediablemente a la
economía productiva mundial seguramente no se le dejará hablar
porque esto sólo se soluciona con formas bastante radicales. Lo que
está claro es que cada día en menor medida la economía ni es ni
podrá ser una doctrina científica no sólo porque en ella se falla
más que tirando a una diana con una escopeta de feria, sino porque
todos, absolutamente todos, los grandes gurús
de la economía mundial no han sabido ver lo que se nos viene encima,
más bien tratan de hacer gestos psicológicos para calmar a esta
bestia sin forma llamada mercados, sino que no han acertado ni una
sola vez con lo que puede pasar y apenas llegan a poder explicar lo
que ha pasado hace unos pocos días.
Yo
también soy de los que desconfía del estado pero por otros motivos
ya que éste es una forma de legitimar el todo vale impuesto durante
estas tres décadas de expansión de la economía ultraliberal sobre
todo el planeta y sobre todos sus habitantes. Temo los totalitarismos
que, en nombre de una supuesta doctrina comunista que siempre ha sido
falsa pues esta entelequia nunca se ha llegado a poner de verdad en
práctica, tiende a hacer una economía de mercado que beneficia a
las élites del estado y que hemos visto, en distintas formas y
medidas, ponerse en mala práctica en países como la Unión
Soviética, China, Cuba e incluso Venezuela con unos resultados
bastante desastrosos. También es cierto que esta crisis que estamos
viviendo no se arregla sin una importante intervención de la
economía no sólo que mitigue los efectos que millones de
ciudadanos, incluida el hambre que pasan en Somalia, estamos
atravesando con un control político de las finanzas mundiales luego
de un control ciudadano directo de estos sistemas. Está claro que ya
nosotros hemos perdido mucho con esta crisis y que ahora les toca
perder a los que más tienen gracias a que nosotros somos su carne de
cañón. Aunque lo parezca el sistema, y la forma en la que se tratan
de resolver los problemas y hasta se justifican no sólo éstos sino
estas fórmulas, no es algo inexorable y que es posible otro tipo de
formas de salir de esta crisis de manera permanente cosa que sería
labor de muchas décadas de trabajo y que probablemente nunca
llegásemos a ver terminadas muchos de los que ahora estamos vivos.
Cuando no se huyen de modelos oxidados y sin nada de futuro, esta
grave crisis le tocó a Zapatero pero le hubiera podido tocar a
cualquier otro presidente de la democracia porque lo que falla es el
sistema y no los personajes, no nos queda otro remedio que acabar en
la que estamos metidos y cuyas consecuencias son no sólo
irreversibles sino que han venido para quedarse.
Canarias 24 Horas, 8 de agosto de 2011.