De
ser ciertos los cargos de lo que se les acusa a lo que se ha dado en denominar
desde los medios y entidades policiales como cúpula de la SGAE, se les imputan delitos societarios y de
apropiación indebida, nunca habrá estado tan oportuno el famoso dicho de que cree el ladrón que todos son de su condición.
No sólo esta sociedad de gestión de derechos de autor nos ha sableado a todos
los ciudadanos con impuestos sobre la copia privada, el famoso canon de los
soportes digitales, sino por lo que se desprende de las actuaciones policiales
y judiciales esta sociedad parecía tener un sistema interno bien organizado con
el objetivo especial de robarse a sí
mismos y desviar fondos, que se supone que pertenecen a sus socios, a
cuentas particulares por un montante de hasta 400 millones de euros según uno
de los abogados denunciantes Josep Jover. Asistimos al fracaso de la gestión
privada de los derechos de autor, derechos que siempre se han gestionado de
manera abusiva, con un sistema que más o menos siempre ha sido mantenido por
todos los gobiernos de la democracia ceremonial en la que nos encontramos y
cuyo mayor valedor ha sido el PSOE que ha llegado a respaldar a toda costa como
Ministra de Cultura a una infame como
González-Sinde que se ha olvidado de todo
lo que representa la cultura en general para concentrarse en eliminar trabas,
léase la ley anti descargas, para que sociedades de este tipo se enriquezcan de
manera ilícita como se desprende de las actuaciones judiciales y policiales.
Sería
de agradecer que la chulería con la que muchos creadores hacen gala siempre ante importantes sectores de la ciudadanía,
algunos llevan mucho tiempo sin hacer ni una triste canción, como Alejandro
Sanz, Miguel Bosé, Caco Senante, que con un nerviosismo exagerado se precipitó
a relacionar a los denunciantes con el sindicato de ultraderecha Manos Limpias, o el imputado Teddy
Bautista, la rebajaran. Y no sólo la crítica feroz y hasta miserable a la que
han sometido a millones de ciudadanos cansados de los abusos en la gestión de
los derechos culturales que se ven abocados a pagar hasta tres y cuatro veces por
el mismo producto cultural que consumen sino porque deberían de reconocer que
estos años lo han estado haciendo muy mal. Tanto que han sido capaces de infiltrar
a una ministra que ha tratado de defender sus intereses exclusivos haciéndoles
una ley ad hoc copiada, cuando no
dictada, por las oficinas de comercio exterior de Estados Unidos. Es bueno
recordar esto ahora para que se vean las cosas en perspectiva y se ponga a cada
cual en su sitio porque una cosa está clara, las personas que compartimos
archivos en internet no somos delincuentes pero, sobre todo, no abogamos por el
todo gratis que tan demagógicamente
han usado desde la SGAE para incriminar a la ciudadanía cuando sus prácticas
han rozado la extorsión, amenazas a locales de ocio y peluquerías, y la
actuación mafiosa, el envío de detectives privados a ceremonias privadas como
bautizos, bodas, comuniones y fiestas.
Si
el canon por copia privada, cosa que no deja de ser un impuesto y que según la
legislación está muy claro qué organismos son los que deben tener función recaudatoria,
se hubiera recogido por vías administrativas con un control férreo del Tribunal
de Cuentas ahora nos encontraríamos en otra situación sin duda. La cultura es
algo mucho más amplio que lo que estos sectores, que esta tan constreñidos en
sus negocios completamente privados, nos quieren hacernos ver y que han
significado un ataque feroz contra Derechos Fundamentales básicos del individuo
como la libertad de expresión o la sagrada inviolabilidad de las
comunicaciones. Por desgracia la capacidad de rectificación de muchos de estos
sujetos no es tan respetable como la de Álex de la Iglesia y que partiendo de
ser un férreo defensor de la ley anti descargas supo ver que no sólo era
imposible poner puertas al campo, defender de manera desaforada un modelo
decimonónico de gestión de los derechos de autor en el XXI, sino que comprendió
algo que un día se acabarán de dar cuenta los detractores de un modelo más
abierto: que hay formas de gestión no sólo más respetuosos con determinados
Derechos Fundamentales sino que algún día el beneficio económico serán mayor
con estos modelos. Deberá ser un poema la cara que se les debe haber quedado a
algunos pequeños socios de la SGAE, una asociación que es completamente
antidemocrática pues el modelo de organización de sus socios es más parecido a
las cuotas de los accionistas de una multinacional o de una banca, que después
de ejercer como pagadores para que les gestionaran sus derechos sus propios compañeros les estaban presuntamente
robando en su propia cara. Para hacer honor y
justicia a este asunto no sólo habría que dejar que los jueces hagan su
trabajo esperando que se reponga el dinero que ha desaparecido sino algo más
importante: que entidades de gestión como la SGAE dejen de tener capacidad
recaudatoria y que estas competencias vayan al Estados en donde, sin bien se
pueden dar problemas de que alguien meta mano en la caja, existen los
suficientes mecanismos para el control y la fiscalización de cualquier tipo de gravamen.
También que se reforme la manera de recaudar este tipo de impuestos culturales
basados en la presunción de culpabilidad
pues se sobre entiende de manera injustificada que las personas que compran
cedés o memorias USB los quieren para hacer copias privadas cuando esto no
tiene que ser así. A pesar que el asunto huele muy mal nosotros no hemos
querido hacer lo mismo que la cúpula de
la SGAE ha hecho con nosotros y hemos supuesto en todo momento que estos
detenidos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario.
Vivimos
una época sucia en la que han triunfado las malas artes, la corrupción y el
engaño como forma generalizada de hacer negocios personales a expensas de la
mayoría de la población. Esperemos que la
creación, algo que es tan antiguo como la humanidad misma y que en
antropología se le llama difusión
cultural sin cuya existencia la humanidad no hubiera salido de las
cavernas, sea capaz de transcender de estas pequeñas miserias humanas para que
la cultura se difunda sin estos parámetros puramente mercantilistas que rozan
las actuaciones mafiosas.
Canarias 24 Horas, 4 de julio de 2011.