Una forma de percibir el racismo, el machismo o la homofobia sociológica que habita entre nosotros es escuchar bien a la gente cuando habla sobre según qué temas y acaba diciendo aquello de yo no soy racista (o machista u homófobo) pero donde lo que se encierra tras esta conjunción es que, en efecto, es capaz de mostrar en momentos extremos, y no tanto, aquellas actitudes de las que en un principio parece mostrarse tan ajeno. Y es que sí, que en cuanto nos raspan un poco la costra de supuesta civilización que paremos tener aflora nuestros temores, el miedo con mayúsculas que se ha desatado con esta terrible crisis, que hacen que podamos perder todo aquello que nos hace humanos y en principio superiores a otros seres vivos. Este tipo de actitudes no sólo injustificables sino además miserables, las vemos en la repugnante y terrorista violencia machista sin ir más lejos, no son la raíz del problema sino una consecuencia de cierta permisividad social y política de grandes grupos de presión que sostienen este tipo de planteamientos hasta tal punto que nos parecen normales.
En España no estamos para tirar cohetes con este asunto porque durante muchos años la ultraderecha ha sido amparada desde las mismas instituciones no sólo porque la Ley de Memoria Histórica ha sido un pitorreo en todos los sentidos, sobre todo por su brindis al sol y por dejar muchos excesos franquistas sin justicia, sino porque el cadáver de Franco yace en un monumento de corte fascista hecho sobre la vida, la sangre y el sudor de miles de represaliados y desde donde un canal de televisión emite misas todos los domingos. Querámoslo o no la ultraderecha ha estado con nosotros y ha dado este viaje a la democracia, siempre ceremonial, no sólo en esos años que se llamaron de la Transición sino mucho después y con gobiernos de distinto signo ya sean del PP o del partido ultraliberal del PSOE. A la quiebra técnica de grupos mediáticos cercanos al PSOE como PRISA o Mediapro donde se han cerrado canales emblemáticos como CNN+ para emitir pura mierda en su dial, en realidad estos grupos se han constituido con bastante juego sucio y cuando no el dedo amigo del propio Zapatero en el caso de La Sexta, hemos visto la proliferación de canales de ideología descaradamente fascista y que desde algunos sectores se les ha dado el nombre de la TDT Party. Esta basura mediática ha crecido a base de ayudas públicas o cuando no el nepotismo más manifiesto como las adjudicaciones a dedo de Esperanza Aguirre con las licencias de las radios y las frecuencias de TDT en la comunidad donde esta señora gobierna y que es sede del nacionalismo español más repugnante y rancio que haya existido nunca. Sin duda la digitalización de la señal de televisión terrestre ha traído alguna cosa buena, se me ocurre sólo la posibilidad de bloquear la recepción de los canales que más telebasura aportan con sólo apretar un botón, pero en general ha contribuido a deteriorar un medio como es el televisivo no sólo con la multiplicación de la nada en multitud de canales sino con esta telebasura ideológica que está muy cercana a la ilegalidad aunque el papel de la libertad de expresión lo pueda llegar a soportar todo.
Claro que esta ultraderecha no nace, crece, se reproduce y se convierte en plaga por generación espontánea sino que se nutre del poder y, como ya hemos insinuado más arriba, sus bases económicas y hasta ideológicas están en el PP. Personajes como José María Aznar, Jaime Mayor Oreja, Ángel Acebes o Ana Botella, algunos de éstos son miembros de esa cofradía de pederastia llamada Legionarios de Cristo, son los mayores ideólogos de este emponzoñamiento de la ultraderecha española. Algunos aparecen ahora resucitados, un Aznar resentido que todavía no ha superado la derrota del 14 de marzo de 2004 o un Jaime Mayor Oreja Menor Cerebro, cuando ahora tanto, y con tan poca responsabilidad, se está hablando del terrorismo pues les ha entrado verdadero pánico a que la banda de criminales ETA desaparezca, o que no lo haga durante su mandado, pues la razón del PP de ser y existir se acabaría con ella. Ya sabemos lo mal que se lleva este partido con el terrorismo, ya sea de ETA o de Al Qaeda, y recordar los días de la infamia y las mentiras masivas del 11 al 14 de marzo de 2004 ponen a cualquiera los pelos de punta por causa de la indignación.
A mediados de abril de este año la ultraderecha finlandesa se convirtió en el partido llave de gobierno en este país. Debido a la crisis económica, cuyos estrictos requisitos ultraliberales que gobiernan la UE han acabado por empeorar las cosas a niveles que nunca se había visto en Europa, pero también a lo opacas que son para los ciudadanos las instituciones de la UE, el caso del despilfarro que supone mantener a una clase parásita de eurodiputados caraduras, los ciudadanos nos estamos volviendo euro escépticos. Y es que la crítica no sólo a las instituciones de Europa sino a la preponderancia neoliberal de sus tratados es algo completamente justificado. Hace años me parecía que la UE era un magnifico marco de relaciones para transcender a los estados nación y disolver cualquier tipo de nacionalismo rancio pero a lo que estamos asistiendo en la actualidad es, justamente, el proceso contrario. Y es que los ciudadanos nos veíamos mejor hace unos años con nuestras monedas pobres pero eficaces, nuestras fronteras y la soberanía sobre muchos temas, sobre todo los económicos, que hemos perdido y han acabado en instituciones como las europeas que lo mejor que se puede decir de ellas es que son, francamente, opacas aunque en realidad son antidemocráticas. Aquí es donde está el riesgo, en el hecho que no se sepa hasta dónde se pueden llegar las críticas pues tras ellas, si son hechas con pasión pero sin objetividad, lo que queda son los nacionalismos, lo excluyente, el odio y la violencia hacia el otro.
El esquema del bipartidismo clásico PSOE PP junto a los grupos de intereses supuestamente nacionalistas, PNV, CiU o CC, con cómodas pero ineficaces disidencias como las de IU que es más de lo mismo ya no sirven para el marco global de problemas que habremos de vivir en los próximos años. Estos políticos cuando no han demostrado ser parte del problema han acabado siendo el mismo problema pues en la gestión de esta crisis se han tenido que plegar a los intereses de la banca y los poderes económicos que los controlan en todas las instancias. Sólo cabe una revolución ciudadana, silenciosa pero firme, y en ello hay que mirar al norte pero un poco más arriba que Finlandia. Un pueblo pequeño, que se le creía perdido en la ola liberal como el islandés, le ha dicho que no a la banca y los ha puesto en su sitio. Dice que allí han podido hacer esto por ser un lugar pequeño y que la experiencia no es exportable hacia Europa. Pero ¿y si por ser grandes como somos no es un hándicap sino que representa una ventaja comparativa? Todo es ponerse. Lo que no tiene salida es esta inacción que no nos conduce a nada o lo más hacia el fascismo que acabará cobrando un peligroso ascenso como el que está teniendo en todos los niveles.
Canarias 24 Horas, 25 de abril de 2011.