Es una creencia, más que un fundamento de carácter objetivo, que nuestra sociedad sea la sociedad del ocio, del bienestar y de la democracia. Ya va para casi un siglo desde esa última gran conquista obrera que fueron las 40 horas semanales laborales y no sólo no se han acortado las jornadas laborales, Francia las puso en marcha hasta que el liberal de Sarkozy las abolió por decreto, sino que por la falta de conciliación y las horas extras ilegales no cotizadas hay mucha gente que trabaja a la semana muchísimas más horas de lo que es legal y humanamente permisible. Todo eso en un panorama de paro crónico, donde estamos a punto de rozar los cinco millones de desempleados y con unas reformas laborales introducidas por los sociatas que han servido sólo para depauperar a la clase trabajadora, en el que el miedo a quedarnos sin trabajo nos hace más dóciles y manejables. Con unos sindicatos sinvergüenzas y vendidos como CC OO y UGT, con una clase política que calla sus privilegios para denunciar los de los demás y con unos gobiernos que ya sabemos que no tiene mayor autonomía que la que le deja la banca internacional, poco margen le queda a la ciudadanía como clase trabajadora y sujetos democráticos.
El gobierno que se dice socialista de un país que es un reino bananero al servicio de los grandes de la banca se dispone a hacer un brutal recorte en las pensiones que afectará a las aspiraciones de una vejez tranquila de millones de personas. La solución que dan estos políticos de mierda, Zapatero tiene ya garantizada de por vida una pensión máxima por haber sido un presidente de gobierno aunque no le hagan un fichaje estrella como su predecesores en empresas para pagarles favores como a Aznar y González, es hacernos trabajar más porque dicen que ahora vivimos más. Todo eso en un contexto en el que las grandes empresas prejubilan a sus trabajadores, con cargo a los presupuestos de estado, con 53 años porque más que valorarse la experiencia, en muchos casos, se valora la juventud porque esta supone menos cargas laborales para la empresa y no por otra cosa y donde ya se sabe que el futuro laboral de un parado que tenga cierta edad es muy reducido. No se sabe qué pasará en 2027, que es el horizonte laboral en el que Zapatero dice que entrará en vigor la nueva edad de jubilación, pero seguramente en este año las cosas serán completamente distintas. De momento Zapatero ha conseguido con esto lo que le han dicho que haga, que fomente los planes de pensiones privados que ya sabemos que funcionan unidos a la economía financiera especulativa.
No somos la sociedad de ocio sino que siempre estamos ligados a nuestros trabajos y el resto del tiempo, el que éste nos deja libre, lo llenamos como si fuera una mercancía porque hasta por el ocio en nuestra sociedad hay que pagar. Bueno sería un mundo en la que la gente se dedicara al arte y a crear cosas pero siempre habrá una SGAE y una ministra del ramo que te dirán que tienen una ley, importada de América, donde limitan la creación a unas formas completamente encorsetadas pues nos parecerá natural que no seamos cualquiera los capaces de pintar, componer o hacer algo con sentido sino que los que pueden vivir de lo que supuestamente hacen son una élite de iluminados que se jactan de ser creadores.
Todavía resuenan aquellas voces que, tras las primeras semanas cuando estalló la burbuja inmobiliaria americana, decían que había que aprovechar la crisis para refundar el capitalismo, así escuché a unos cuantos tertulianos radiofónicos de profesión, pero al final el sistema ha sido lo suficientemente perverso para aprovechar la crisis y ponernos a todos a seguir trabajando no sólo para el sistema financiero sino para que las enormes ganancias que una pequeña parte de la población mundial poseen porque controlan las finanzas. Al final va a ser cierta la tesis aquella de Fukuyama en la que se enunciaba el fin de la historia en occidente había llegado, que el final de todo era el sistema capitalista de mercado y que poco más se podía hacer sino moverse en este entorno. Este pensador se ha vuelto a poner de moda otra vez pero ahora no como legitimador del capitalismo, que lo fue y lo sigue siendo, sino por lo indecente que ha sido el sistema liberal desarrollado tras la década de los ochenta del siglo XX por Ronald Reagan y Margaret Thatcher y la crisis moral e ideológica de los gobiernos y de la social democracia para encontrar un sistema alternativo a todo esto.
Un hijo de un creador puede vivir del cuento que ha creado su progenitor hasta 70 años después de la muerte de éste en una forma indecente de perpetuar el rédito económico a algo que, por muy original que sea, va a estar siempre ligado a la tradición como fuente de conocimiento social y cultural. La difusión de las creaciones de una manera más o menos libre ha sido la manera en la que la cultura se ha difundido en forma de conocimiento desde los griegos antiguos hasta nuestros días donde la industria cultural lo ha acabado por dominar todo. El sistema capitalista es tan perverso que seguramente encontrará la manera de sacar beneficio de nosotros no ya en el acto de la muerte sino mucho tiempo después de esta. De momento los banqueros y sus siervos políticos gobernantes nos quieren mansos y a sus órdenes. O nos revelamos contra la casta política y sus mercados o pronto no quedará mucho de nosotros. De momento, y aunque parezca el límite, el tema de las pensiones no es el final de todo esto sino una fase más. Todo aquello que sea susceptible de ser mercancía se acabará retirando del gobierno de los ciudadanos y acabará produciendo beneficios para alguien. Tiempo al tiempo.
Canarias 24 Horas, 3 de enero de 2011.