Qué pensarían si un directivo medio de la empresa en la que trabajamos nos reuniera a los trabajadores de una sección determinada para decirnos que en esta área las cosas necesita externalizarse para que haya más competencia, para que los costes se reduzcan y para que se gestione de manera más eficiente desde otra contrata a pesar de que nosotros observemos que la empresa no sólo no funciona bien sino que da benefició y mantiene los costes en unos márgenes sensatos. Lo primero que nos pasaría por la cabeza es que lo que les interesa es quitarnos de en medio para ahorrarse nuestros sueldos, luego que esa externalización tiene ya unos candidatos determinados y poco transparentes y finalmente nos platearemos que este directivo medio es un absoluto inútil que con estas palabras se ha puesto no sólo como mal gestor sino que ha tirado por la borda el trabajo suyo y de los que le han precedido. No sé si esto en una empresa completamente privada se pueden plantear las cosas así pero este mismo juego de palabras falaces se han empleado desde los poderes públicos desde la década de los años ochenta del siglo pasado y con el argumento poco probado, más bien en estos años hemos visto lo contrario, que desde la iniciativa privada las cosas se hacen mejor con lo cual, y de facto, nos dejan una idea de que los políticos son unos inútiles. Y uno repugnantes enchufados como Felipe González con Gas Natural y Aznar con el grupo de comunicación ultra de Rupert Murdoch. Ya sabemos que por lo general el político es un ser inepto, poco consecuente, variable de ideas y pensamiento pero con este simple argumento hay material para procesarlos no por lo que habrán de hacer privatizando sino porque a pesar de que son gestores públicos elegidos por los ciudadano reconocen que su trabajo anterior ha sido, cuando menos, tan estéril que tienen que dar empresa completamente saneadas a empresa privadas porque sí no, no las querrían.
Con estos falaces argumentos, dictados por las políticas ultraliberales en la época de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, hemos visto como no sólo se ha privatizado telefónicas, eléctricas, aerolíneas, bancos públicos, cajas de ahorros, empresas municipales de residuos y aguas, las loterías o la gestión de transportes públicos sino también muchos servicios básico públicos como la sanidad, los servicios sociales y la educación. Sin hacer un análisis pormenorizado de lo que ha pasado en todos y cada uno de estos sectores si hubiera que hacer una valoración de estos procesos liberales iniciados hace ahora tres décadas ésta sería francamente negativa. No sólo es que el estado se haya quedado más delgado y con menos recursos para hacer frente a los gastos sociales de todos los ciudadanos sino que hemos visto que, efectivamente, la gestión privada de estos servicios deja mucho que desear y que la competencia entre sectores, el caso de las telecomunicaciones es un caso flagrante donde las empresa pactan los precios de manera descarada y pisotean de una manera brutal los derechos de los ciudadanos, lo que ha traído es muchas veces un servicio malo y que se hayan encarecido como ha pasado con la factura de la electricidad o de la telefonía. No es un secreto que la actual crisis económica se hubiera capeado de otra manera más positiva si todavía existiera una banca pública que ayudara a los que de verdad lo necesitan con créditos blandos, a las familias y a las pequeñas empresas, y no a ser los responsables de la crisis después de que toda la banca ha especulado de manera salvaje dando créditos inviables para ahora cerrarse sobre sí misma y mantener sus beneficios a costa de la vida y la salud de los ciudadanos a los que eufemísticamente llaman sus clientes.
Lo que hemos visto estos años, y que se resume ahora en esta crisis con unos gobiernos atados de pies y manos para hacer políticas coherentes hacia los intereses de la ciudadanía, es un proceso de saqueo de lo público hacia intereses completamente opacos y un triunfo de la falta de ética con una acumulación de la riqueza completamente inmoral y en muy pocas manos basada en la explotación y hasta el hambre y la muerte de miles de millones de personas de este mundo. La actual crisis del gobierno del PSOE en España es una demostración no sólo de precepto de que la social democracia es una mamarrachada sino que con ella escenificamos que la política no manda absolutamente nada, o se basa en gestos publicitarios como la repugnante asonada de estado de alarma contra los controladores que pronto pagaremos otros trabajadores menos privilegiados, sino que las decisiones se toman por eso que llaman los mercados, Zapatero ha sido un líder carente de capacidad de mandatos en los seis años largos que lleva en el gobierno, y que lo más que sirve es para mantener a una casta de privilegiados que es lo que se ha convertido el consejo de ministros y todos los secretarios y cargos a dedo que este consejo y el gobierno nombra. Con los cables revelados por Wikileaks nos hemos enterado también que la política internacional es algo completamente sucio y que gobiernos de mediocres como los de España trabajan al dictado del gobierno americano y del de grandes corporaciones financieras. Tanto es así que una ley como la Ley Sinde en contra de la libertad de expresión en la red no tiene nada de original sino que es un copia pega de dictados del Departamento de Estado Norteamericano.
Ya conocemos que el PSOE va a combatir la crisis subiendo los impuestos directos e indirectos a los que menos tienen y privatizando la gestión de los aeropuertos de AENA y vendiendo el 30 por ciento de las loterías del estado para que los beneficios que produce este justo sistema de juego pasen a manos privadas nada transparentes y completamente motivadas por la pasta. En estos días ha ocurrido una pequeña privatización que apenas reportará al estado un millón de euros pero que atenta contra un bien cultural de primer orden como es la cultura y de la que no esperamos que una indeseable como Ángeles González-Sinde se rasgue las vestiduras, llenando más de lodo su carrera, para defender este bien cultural ni mucho menos. Desde el pasado 23 de diciembre la gestión del ISBN en España, esa matrícula de 13 cifras que hace que los libros tenga una forma única y sin dudas de referirse a ellos en todo el planeta, ha pasado a manos privadas, concretamente la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE). Hasta ahora la gestión del ISBN en España era completamente transparente y una envidia seguro que para los lectores de Alemania e Inglaterra donde el sistema es opaco y muy caro. A partir de ahora conseguir un número de ISBN para una publicación pasará de ser gratuito a costar 3 euros por título, se venderán en lotes de 10 con lo que el encarecimiento para pequeños editores que apenas sacan un par de títulos al año serán considerable, y las bases de datos se gestionaran de manera privada, y de pago, aunque el Ministerio de Cultura se queda con ella un año más. El perjuicio para la libre difusión de la cultura será enorme, son ahora los grandes editores los que controlarán la gestión, asignación y uso de estos números, y para la gente que necesite buscar bibliografía sobre un determinado tema la complejidad de hacerlo se hará enorme y de pago. Otra vez las grandes perjudicadas a todo esto, ya lo fueron en su momento por el pago del canon en el préstamo de libros, serán las grandes bibliotecas públicas, que pagamos todos, y que verán incrementado sus costes pagando el acceso a este servicio que hasta ahora todo el mundo tenía de manera pública, transparente y gratuita en la web de Ministerio de Cultura. La privatización del ISBN se ha hecho por una puerta trasera de manera sibilina y es una excusa más para decirle a González-Sinde que se largue de una puta vez y aleje sus garras completamente interesadas de la cultura de cuya difusión ha demostrado por activa y pasiva que no entiende nada o que se la trae al pario más bien.
Mis tendencias son más bien libertarias y soy de los partidarios que el estado sea en cuanto al entramado legislativo lo más corto posible y que sea la gente, con sus convencimientos personales y sus meditaciones de carácter ético, las que se organicen de la mejor de las maneras posible. Entiendo lo que esto implica y sé que, por ejemplo, el Tea Party quiere también un estado débil pero por otros motivos más mezquinos. Sé que llamar a la nacionalización de determinados medios puede sonar tardo estalinista pero creo que en determinados sectores nos lo deberíamos de plantear. Zapatero en lugar de estar privatizando las cajas de ahorro debería haberse preocupado de crear una banca pública, en lugar de poner los miles de millones de euros de nuestros impuestos que puso en manos de la banca para que sanearan beneficios, para que financiara a las pymes y a los particulares. Esta vuelta a lo público, por supuesto, debería estar en manos de la ciudadanía y a través de purgar a la clase política que hoy por hoy son los mayores privilegiados en existen en nuestro país sólo superados por la familia de los Borbones.
Canarias 24 Horas, 27 de diciembre de 2010.