Han pasado 174 años de la publicación en el periódico El Español del famoso artículo de Mariano José de Larra titulado El día de Difuntos de 1836. El autor terminaba este texto, antes de pedir silencio en forma de respeto, apelando a una simbólica muerte de la esperanza. Sería exagerado decir que en efecto todo lo que ha acontecido en el siglo largo tras su publicación ha sido una materialización de la desesperanza pues el artículo es fruto del pesimismo, completamente justificado no cabe duda, de una persona desencantada y que habría de suicidarse a los cuatro meses y medio después. Lo que sí es cierto que, a pesar del que el artículo apela a cuestiones completamente coyunturales de la época de Larra, una gran parte de éste está todavía vigente o como se suele decir parece que fue escrito ayer. No en vano no sólo todo Madrid es un cementerio, aquí habría que extender la visión, sino que la sociedad en general está más muerta que nunca y los más que hace es mirar a las pantallas del ordenador, de la televisión, a las tabletas graficas y a la de los teléfonos en busca de la misma esperanza que decía Larra que había muerto en 1836.
Reconozco que quedaría bien hacer ahora una comparación entre esta época y aquella otra pero esto es algo que se me escapa debido a mi poca profundidad de conocimientos históricos y porque no es el objetivo de este texto tampoco. El caso es que este momento que estamos viviendo es uno de los peores que se recuerdan después de la Segunda Guerra Mundial y esto va a seguir así durante bastante tiempo. Dicen los economistas que la próxima crisis que venga detrás de esta va a ser inmensamente mayor pero si algo han demostrado los analistas económicos al uso en las últimas décadas es que fallan más que una escopeta de feria. Esperemos que esto sea así pero es que, aquí tampoco, hay mucho espacio para el optimismo en el sentido que todos los indicios hacen pensar que esto muy bien puede ser así.
Lo que muy bien Larra denunciaba en sus artículos y que todavía podemos encontrar entre nosotros es el terrible provincianismo que padecemos en casi todas las regiones de España. Aquí todavía las cosas se hacen como por encima con gente cuya única ambición se basa en lo particular y que buscan un carguito para medrar y trincar para los suyos y poco más. Las clases dirigentes están compuestas por una manda uniforme de segundones que hacen las cosas muy mal asesorados. Ahí tenemos a la Cospedal que se levanta 230 mil euros brutos al año por hacer demagogia para que los suyos ocupen los cargos que ocupan ahora los del PSOE y poder seguir chupando pero más. Se me puede acusar de simplificar mucho la cosa pero es que hay algo que hace que piense así porque he visto hacer esto millones de veces: soy canario y en estos 27 años de desarrollo autonómico los caciques de toda la vida dejaron el poder para, en un artificio de democracia ceremonial, cederlo a sus descendientes y en la actualidad éste se está traspasando a hijos que son los nietos de los primeros. Eso si un dinosaurio de 74 años, que aspira a cumplir 80 como alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, no lo acapara todo y deja presentarse a otros porque lo suyo, como acabado que está hace mucho tiempo, produce muchas nauseas sobre todo por ser el autor intelectual de todas las conspiraciones que suceden en el PSOE de Canarias ahora mismo.
Mejor que nos olvidemos de economías sostenibles, del I+D+I, de energías alternativas y de respeto al medio ambiente porque uno de los motores de la economía es la corrupción y esta produce puestos de trabajo, cosa que no digo de coña sino que es verdad. El descenso de este fenómeno está completamente ligado a la crisis económica y no se debe a un proceso de reactivación económica sino todo lo contrario. Hemos tenido muchos años para renovar nuestro sistema económico pero aquí no se ha hecho nada sino sacar a los chicos del colegio para que fuesen a trabajar a la construcción y ahora que grifo de ésta se ha cerrado nadie tiene el tiempo, la capacidad y el dinero suficiente para reciclar a estos jóvenes parados, en cifras de cientos de miles, salvo los que trincaron con todo este negocio que si bien se sabe dónde están no lo van a soltar de ninguna manera. Un paquete enorme que ha dejado completamente frustrada una generación y no se sabe si a parte de la siguiente. A todo esto ya lo decía en Canarias un tipo como Domingo Berriel en una entrevista, no haciendo de Consejero de Medio Ambiente que es por lo que supuestamente cobra sino como uno de Fomento, y es que en las islas son zarandajas todo eso de las TIC y demás y lo que hay que hacer es tirar lo viejo y construir nuevo para mantener al sector de la construcción y con ello a sus amigos como Plasencia o Santana Cazorla. ¡Qué íbamos a esperar de una eminencia como la suya capaz de transformar las leyes como si fuera calcetines, apestosos, en beneficio a sus amigos que ya deben estar buscándole un destino de jubilación acorde a sus servicios!
En el artículo de Larra Madrid entero era una ola de visitas a cementerios y de gente, también cadáver, yendo a enramar a sus muertos mientras él visitaba lapidas que apelaban a la muerte de la libertad de expresión, de la justicia, de la economía o de la producción literaria. Hoy ya nadie venera como es debido a sus muertos, empezando por mí que siempre me ha parecido un poco morboso todo eso, porque estamos en el paradigma de la fiesta de Halloween como los niños que acaban de tocar (sic) en la puerta de mi casa pidiendo caramelos. Larra como desencantado se pegó un tiro meses después del día de Difuntos que relataba, concretamente un 13 de febrero de 1837, como buen romántico desencantado. Yo para ese día no pienso faltar, sobre todo porque quiero estar junto a una persona que me parece muy especial, pero hay que reconocer que un espíritu como el suyo se pegaría un tiro cada tres horas viendo lo que hay que ver cada día en una vorágine de información que viaja a la velocidad de la red. En un mundo que se ha vuelto repugnante necesitamos más personas íntegras y capaces como fue José María de Larra y no pegotes como Zapatero, Rajoy, Rubalcaba, Rivero, Soria y demás fauna y profesionales que viven del engaño que cobran su salario a nuestra costa.
Canarias 24 Horas, 1 de noviembre de 2010.