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En Canarias hay qué ver qué tremendo ridículo se hace cuando se legisla para intereses particulares y no para la ciudadanía y el interés general. Esta semana hemos oído que el hallazgo de unos simples escarabajos, las Pimelia canariensis, van a afectar gravemente a las obras del puerto de Granadilla y la Autoridad Portuaria se ha extremado a decir que estos insectos van a ser localizados y trasladados a otra parte del sur de Tenerife sin que se sepa si los van a llamar a silbidos, los van a recolectar como un rebaño de cabras o los van a buscar por satélite o en los mapas de Google. Tampoco se sabe si los van a reprender y los van a llevar tirando por las orejas o en un coche de la Autoridad Portuaria a su nuevo emplazamiento pero lo que sí se sabe es que esta gente, una vez más, son el absoluto hazmerreir de toda la fauna política funcionaria del archipiélago si no fuera porque estas cosas, haciendo un análisis profundo, dan más ganas de llorar que de reír.
Enseguida imputados por pelotazos extraordinarios como don Ignacio González por la Playa de las Teresitas, digo extraordinarios porque recientemente se ha sabido que en éste ni siquiera pagaron los valores tributarios que la operación generó, o también imputados como el consejero en contra del medio ambiente y a favor de las infraestructuras como Domingo Berriel han comenzado a insultar a las organizaciones medioambientales que han salido a defender esta muestra de biodiversidad, como ha sido la denunciante ATAN y Ben Magec, tratándolos como seres de ridículas pretensiones cuando el ridículos lo está haciendo, un día sí y otro también, las autoridades canarias con su seguidismo ciego a la infraestructura salvaje y al pelotazo burdo. Me permito darles un consejo a estos señores y es que si quieren, en su esquema maniqueo de buenos y malos que tanto les gusta arrogarse, buscar a un culpable de este despropósito que muestren un poco de respeto hacia esta gente que trabaja por la democracia y el medio ambiente en Canarias y se metan mejor con su aliado Antonio Machado que fue el culpable de que esta especie, la Pimelia canariensis, haya subido de categoría, de vulnerable a en peligro de extinción, en lo que se conoce como despropósito de descatálogo de especies de Canarias. Sin duda Machado, como autor intelectual de este catálogo, entre partido de golf, artículo elaborado para otros poniendo a caldo a los ecologista y su vida aristocrática decidió subir de categoría a la Pimelia canariensis por ser un insecto que debe conocer bien: no en vano sus trabajos y sus tesis, no me cabe duda de que serán magníficos, van sobre estos bichos como el mismo los llamaba en una reciente entrevista. Entre el Universo y la cagadita de moscas que son las Islas Canarias en toda la Creación se encuentra el ombligo de Antonio Machado para que los humanos que tenemos el placer de compartir un momento en el espacio tiempo con él nos sintamos agradecidos y privilegiados cada día porque esto haya sido así.
Aquí nos estamos jugando una cosa mucho más importante que la vida de unos insectos, y vale lo que digo para la Pimelia como para cualquier mamífero de tipo superior no humano con rasgos de pensamiento inteligente que sea único en el mundo, y es el valor de las instituciones, la calidad democrática y la garantía jurídica que los ciudadanos tenemos el derecho a tener pero que nuestros políticos pervierten cuando son capaces de hacer leyes ad hoc como este catálogo destinado a desbloquear la construcción del puerto de Granadilla. Decir lo contrario es mentir un día sí y otro también y dejar los valores democráticos que han dejado los tres partidos, PSOE, PP y CC, cuando permiten estas leyes ilegales que dejan las instituciones, a las que dicen servir y que pertenecen a la ciudadanía, a la altura de la misma mierda. Antes que el valor del medio ambiente, valor que es algo que se ha convertido en una máxima después de que se haya establecido como algo que está en un extremo peligro, se encuentran los valores ciudadanos que esta gente, que se atreve a dar lecciones a quiénes luchan por ellos, son capaces de poner constantemente en tela de juicio. Sin duda cree el ladrón que todo el mundo es de su condición.
Cuando los servicios jurídicos, que pagamos todos los ciudadanos, en la Comunidad autónoma están bien dirigidos ha pasado lo que tenía que pasar con la Montaña de Tebeto y es que el señor Bittini no va a recibir un céntimo de los 203 millones de euros que la mala gestión reiterada, y alguna vicepresidencia canaria, querían entregarle a este hombre porque ya sabemos que en Canarias, y hasta en Soria por ejemplo, se hacen las cosas no sólo pensando en terceros sino con mucha mala gana. Esta es la buena noticia de la semana, que este dinero se va a quedar en las arcas de Canarias, aunque la mala sea que van a seguir siendo los mismos políticos y altos cargos los que los van a seguir administrando. El populismo barato mostrado por el presidente del Gobierno Paulino Rivero con este asunto, en cuyo caso ha tenido dos posturas contradictorias y alejadas, da la misma vergüenza ajena a todo el bochorno de los escarabajos ya que hace muy poco mostraba que le iba al pario este tema y ahora se las da de salvador de estos 103 millones. En Canarias el agujero de las instituciones pasa de los mil millones de euros en presuntos desfalcos de mala gestión y que hasta se encuentran de todos los tamaños, hasta el de los escarabajos. O mejor de cucarachas que es el insecto con el que mejor se podrían identificar a nuestros gobernantes y que no están, precisamente, en peligro de extinción.
Canarias 24 Horas, 4 de octubre de 2010.