Si usted está leyendo ahora mismo este texto sentado delante de su ordenador es porque los bytes que lo componen han pasado de un nodo de comunicación a otro sin pagar un peaje especial porque todavía se prima, en las redes por cable porque en las inalámbricas el asunto es bien distinto, un orden de cosas que hace que Internet haya sido y sea hoy lo que es: la neutralidad de la red. Imaginen ahora que hay bytes de primera y de segunda categoría. Imaginen que los datos que llegan desde los servicios y productos de Google tienen una preferencia de paso o que los medios de comunicación del ultraderechista Rupert Murdoch tienen un ancho de banda especial que los hacen más rápidos frente a otros servicios que ven frenados sus tráfico porque no pagan un plus a las operadoras o porque los que han desarrollado esos servicios no puede acceder a competir con estos grandes a nivel económico. Es como si a usted le cobraran el aire y encima la tarifa varía dependiendo de dónde esté, en una playa, en el monte o en una ciudad contaminada. Imagínese que la operadora de turno, como esa banda de timadores que es Telefónica Movistar, que a pesar de la banda ancha más cara y estrecha del mundo como es la española le propusiera por pagar un poco más mejoras en determinado servicios sobre otros. La compra de la red social juvenil Tuenti por esta operadora, por 70 millones, puede entenderse quizá en este sentido. En fin, imagínese que sucede esto y que en un abrir y cerrar de ojos su ordenador interactivo se ha convertido en algo tan manipulado como la televisión que se le puede dar el apelativo de dos punto cero para recordar las posibilidades que una vez tuvo.
Tampoco hay que hacer un ejercicio de imaginación muy grande porque en las redes de los teléfonos móviles ya pasa esto y los datos llegan capados a los terminales. Cuando Internet se creó hace ahora casi 40 años su uso era primero militar y luego científico y lo que importaba era optimizar los recursos de la red y que los datos viajaran entre máquinas de la manera más eficiente posible. Al fin y al cabo el agua del grifo y la Solán de Cabras son eso, agua, pero hay una notable diferencia de precio entre una y otra. Visto que en el inicio de Internet los actores no eran las avariciosas compañías de telefonía, y ahora que están creando a marchas forzadas las redes móviles, se han saltado la ley no escrita de la neutralidad de Internet y están creando servicios discontinuos de pague un poco más para obtener más velocidad o usar el móvil como módem.
La creación de Internet es de las cosas más importantes que le ha sucedido a la humanidad en el siglo XX y sin duda puede ser calificada de un invento tan revolucionario como lo fue en su día la imprenta que permitió difundir el pensamiento de una manera más rápida. Sin la neutralidad que existe en lo datos de la red, que surgió así por una manera más técnica que pensada como ya sabemos, los grados de innovación, desarrollo y fenómenos como el de Google, que de ser una empresa desarrollada en un garaje se ha convertido en un gigante que hay que temer como se temió en su día a Microsoft, nunca hubieran sido posibles. De la difusión de ideas, cultura, arte y conocimiento nos hemos nutrido todas y todos alguna vez a través de Internet. Por ejemplo yo jamás hubiera escrito ni una sola línea, se que con ellos alguno estaría más aliviado por no escuchar mis lamentos, si tuviera que escribir los textos a mano, pasarlos a máquina, meterlos en un sobre, enviarlos a un editor y que este transcribiera lo que he escrito en una revista que tarda en difundirse y ser leída y que, probablemente, cuando llega al lector ya está desfasada. Esto, y otros millones de cosas, no hubiera pasado nunca si Internet no hubiera llegado a nuestras vidas y esto hay que verlo como una bendición y no como la maldición que los gestores de la propiedad intelectual quieren hacer de ello empezando por una Ministra de Cultura, inútil y vendida, como Ángeles González-Sinde.
El tema de la neutralidad de la red es algo muy importante. No debe confundirse con las iniciativas legislativas que tratan de cortar los sistemas de archivos compartidos por la presión de las abusivas entidades gestoras de derechos de autor, y que lejos de adaptarse a algo que les puede producir mucho más beneficios como es Internet, tratan de seguir con sus negocios decimonónicos que en la actualidad les producen grandes beneficios y coartan la libertad y la difusión de la cultura. La neutralidad de la red es la esencia misma de Internet tal y como la conocemos y cargarse esta ley no escrita es cercenar la innovación y el desarrollo económico que en el futuro se prevé que pase por la red. También sería potenciar a gigantes como Google que al principio nacieron gracias a esta neutralidad pero que hoy negocia con la operadora Verizon acotar el mercado de las redes inalámbricas donde ya es líder con sus teléfonos Andorid por encima de la plataforma iPhone de Apple.
La liebre la soltaba hace unos cuantos meses el presidente de Telefónica, esa operadora que abusa sistemáticamente de sus millones de clientes en todo el mundo, cuando decía que servicios como el de Google usan sus redes sin pagar nada a cambio y sin acordarse de que su negocio es el acceso que fácilmente se puede llevar al mes más de 50 euros por hogar en toda España, por ejemplo. Y es que las grandes fortunas si duda se han construido en base a cobrar dos o más veces por la misma cosa como pretende Telefónica y que es cobrar, por lo mismo, a sus clientes finales y a los proveedores de servicios de Internet. Hace poco más de una semana era imposible ver sin interrupciones un vídeo en Youtube a través de las redes de Telefónica y ONO porque estos operadores estaban frenando su tráfico seguramente como una especie de estudiada coacción con clientes y proveedores de contenidos. El pacto entre grande operadoras y proveedores de servicios llegará un día de la manera más inesperada y, de hecho, el que comparecieran Google y Verizon a hablar de la neutralidad de la red, menos la de los móviles, es un síntoma que se están produciendo movimientos en este sentido. El ingenuo que propuso dar a Google, futuro Gran Hermano, el Príncipe de Asturias en 2008 tuvo que estar muy despistado pues no sé si una empresa cuyo fin último es enriquecerse haciéndose con todo el mercado es merecedora de un premio de este prestigio.
Ahora que esto de Internet está dando dinero de verdad, no como aquella burbuja en 2000 que se crearon empresas de la noche a la mañana como Terra sin valor y sin capacidad técnica sólo para especular en bolsa, la tentación es muy grande para no tratar de ejercer un control y sacar una tajada mayor. Este tipo de control es muy serio y no como el desesperado intento de acotar la red que pretenden las gestoras de contenidos con sistemas de distribución decimonónicos que hace que no sólo los consumidores sino, sobre todo, la mayoría de los creadores no obtengan un precio justo de lo que se crea o se consume. Hasta ahora todos los intentos de acotar la red se respondían de manera rápida con el ingenio y otros servicios que han ido siempre más rápido que las mentes que tratan de impedir el desarrollo o que legislaciones absurdas que se han planteado en Francia, Inglaterra e incluso para España González-Sinde mediante. Ahora el golpe autoritario es uno comercial y van tan al núcleo de lo que representa Internet que es como si una editorial muy grande pretendiera patentar el idioma en el que escriben los libros que vende.
Canarias 24 Horas, 15 de agosto de 2010.