Con la actual crisis aérea europea causada por la nube de cenizas del volcán islandés Eyjafjalla podemos sacar dos conclusiones, una trivial y otra más transcendental. La primera es que nos pueden las lenguas exóticas y para nosotros es muy difícil no sólo escribir el nombre del volcán, Eyjafjalla, sino sobre todo el pronunciarlo. La segunda es que esta erupción volcánica supone un duro golpe a aquellas tendencias que manifiesta la idea de que el hombre, y hablo en masculino porque este tipo de directrices son sumamente machistas, es el fin último de la existencia de La Tierra y que todo lo que existe debe estar a su servicio. Acostumbrados a que las catástrofes naturales recaigan siempre sobre los más pobres y que sirvan para sacar la hipocresía de muchos en horario de máxima audiencia de televisión que un volcán perdido en el Norte de Europa que no ha producido ni un solo muerto esté sembrando el caos económico en una parte del mundo plenamente desarrollado deja mucho que pensar. De momento en tan sólo un par de días van más de 500 millones de euros en pérdidas, decenas de miles de vuelos cancelados, el espacio aéreo de casi 20 países cerrado y muchísima gente colgada en los aeropuertos porque, como es lógico, esta cosas ocurren sin avisar y por una vez las aerolíneas tienen un poco de razón y todo.
En un mundo que todo parece controlado al minuto y donde las redes informáticas transportan información en minutos alrededor del planeta, donde viajar se ha convertido en un placer obligatorio y que es la base de una cierta nueva economía, donde apretando un interruptor, salvo si se residen en Canarias paraíso de los ceros eléctricos, se enciende una luz que siempre implica unos costes ambientales enormes o una minoría tenemos el agua potable de manera cómoda algo que para millones es un trabajo de horas para conseguir este elemento que un simple volcán nos haya hecho sentir más vulnerables estos días es para reflexionar con ello. Pensamos que tenemos un control absoluto sobre la naturaleza y los fenómenos naturales del planeta pero estos casos nos demuestran que esto no es así. Por mucho que hayamos hecho cosas que la humanidad no se imaginaba hace décadas, como el hecho de que los americanos llegaran a La Luna, siempre como personas seremos una simple brizna de hierba a merced del viento. El caso es que cuando perdemos todo tipo de cobertura social somos hasta animales y enseguida perdemos todo tipo de socialización porque sabemos que los humanos no somos nada sin sociedad. Bueno, muchos lo son hasta habiendo sido socializados pero este es ya otro tema. El caso es que este tipo de curas de humildad nos vienen bien de vez en cuando para ponernos en nuestro sitio.
El hombre, y vuelo a referirme a éste en género masculino porque ha sido este género el que siempre ha tratado de imponerse con violencia ya sea sobre las mujeres o sobre otras etnias consideradas inferiores, ha tratado siempre de modificar el mundo que le rodea muchas veces de manera totalmente agresiva pero sin duda con la mentalidad que impregna el capitalismo cuando éste lo ha conquistado todo. La desvinculación de la naturaleza ha sido determinante para el triunfo de esta mentalidad transformadora que implica un control social muy fuerte. Hemos vivido de espaldas a la naturaleza y durante generaciones y estas pequeñas cosas hacen que nos encontremos de nuevo frente a ella porque el acto cotidiano para muchos de coger un avión no es algo natural.
No nos engañemos, en este tema del las cenizas del volcán Eyjafjalla, de la aviación civil y de aeropuertos cerrados hay mucha parafernalia y crisis mediática que recuerda, con todos las diferencias pertinentes, a la crisis de la gripe N1H1. Paralizar un espacio aéreo tan inmenso como el europeo no es una decisión fácil debido sobre todo a la interdependencia mundial que hay de la aviación civil. En esto es fácil tener una opinión simple de sí o no pero la cosa no es muy simple. Y una erupción de este tipo puede estar mucho tiempo activa aunque lo más probable es que la parte fuerte que produce las cenizas pase pronto. Donde muchos ven un desastre natural y económico en todo esto yo me alegro de que esta fragilidad nos haya dejado con el culo al aire para ver si, de una vez por todas, hay una sensibilidad mayor hacia el Planeta Tierra, al que estamos ligados, sin una visión romántica y simplista del asunto sino tomando consciencia de que en este planeta todo está encadenado y que si algo sobra en él somos nosotros.
Canarias 24 Horas, 19 de abril de 2010.