22 marzo 2010

Leyes insostenibles


Podían haber sucedido en dos momentos diferentes pero la realidad es a veces tozuda y está ahí para demostrarnos que las cosas no pasan porque sí. El mimo día que el Gobierno aprobaba la polémica ley de Economía Sostenible, sobre todo por el golpe autoritario de la patada en el router promovida por la Ministra de la industria anti descarga González-Sinde, salía a la calle, tras 15 años de condena, el mayor corrupto que se le ha conocido al PSOE, Luis Roldán, sin que haya devuelto ni un solo céntimo de los más de 10 millones de euros que robó de todos los contribuyentes. En esta doble secuencia se viene a demostrar lo estrecha que es la justicia en unos casos, la Ley González-Sinde permite cerrar de manera sumarísima páginas web para defender los derechos privados de autor conculcando gravemente el Derecho Fundamental de la Libertad de Expresión, mientras que a los ciudadanos nos sabe a poco la condena de Roldán y queda una sensación de impunidad y de que este miserable se ha reído de todos nosotros.
Estos días la comunidad de internautas volvió a reaccionar con un nuevo Manifiesto, después de que en los primeros días de diciembre de 2009 el primero diera la vuelta a la red en pocas horas, que fue secundado y publicado en más de 30 mil sitios web sólo en la mañana del viernes antes que el Consejo de Ministros diera la aprobación a trámite parlamentario de esta Ley de Economía Sostenible con el punto totalmente polémico como es la ley anti descargas elaborada por González-Sinde para favorecer económicamente a una parte muy poderosa, aunque minoritaria, de la sociedad como son los lobbies que gestionan de manera abusiva el tema de los contenidos y la industria cultural. Para nada me vengo a quejar aquí de que no sea lícito que la gente viva de lo que hace y de lo que es capaz de crear pero no de una manera abusiva. La red de Internet, una red cada día menos abierta y neutral, ha conseguido algo que en millones de años de historia de la Humanidad jamás había sucedido: que la cultura pueda fluir de manera libre en muy pocos segundos entre millones y millones de personas del planeta de distintos lugares y culturas sin apenas alteración.
Una cultura que no es pura sino que tiene una mezcla de lo que se llama tradición y que asienta sus bases en lo que es la acumulación del conocimiento. William Shakespeare nunca fue original en sus obras de teatro salvo, en cierta medida, en la última de su vida, The Tempest, pero absolutamente todas las obras de teatro que hizo fueron siempre adaptaciones de historias de la tradición cultural occidental y, esto no se ha dicho mucho, probablemente creadas más en grupo que de una sola y única mente. Antes de su muerte Shakespeare sacó una obra más bien definitiva del teatro con el que durante toda su vida, en ediciones de lujo y bolsillo de la época, se había ganado el pan porque tengamos en cuenta que el concepto de creador, aparte de ser algo muy narcisista, es muy contemporáneo ya que antes, paradójicamente, el conocimiento fluía, si bien es verdad que de una manera muy lenta, de manera más libre que ahora. La originalidad de Shakespeare no estribó en inventar tragedias como Hamlet o Romeo y Julieta, que ya existían, sino en contarlas de la mejor de las maneras posibles hasta ese momento y hacer universales estos relatos que, hasta entonces, era algo completamente aislado y versionado de múltiples maneras. Mucho debe Shakespeare a la tradición que estaba antes de él como nuestra contemporaneidad debe a sus tragedias y sus poemas amorosos escritos para un hombre en plena marginalidad sexual, por ejemplo.
Hay gente que vive de lo que crea, lo cual me parece legítimo. Yo durante años he escrito relatos y debo ser muy poco original pero, en esto apestan siempre mis lecturas, al cine que he visto o a una sinfonía o canción que me ha impresionado y que necesito que se vea reflejada en lo que escribo. ¿Me podrá pasar factura la SGAE? No creo, jamás y digo pero jamás, he cobrado un solo céntimo de algo que he escrito ni en este sitio ni en ningún medio. Como dice un colega nadie es original ni en el pecado. Y como se dice muchas veces en algunas facultades de letras, los griegos ya inventaron toda nuestra cultura, lo cual es hasta exagerado pero no deja de tener razón.
Me parece magnífico que la gente viva de lo que hace, de lo que crea y de lo que, en definitiva, tanto nos gusta que creen para nosotros. Opinar lo contrario es ser hasta un sinvergüenza tanto o más que las gestoras de derechos que, como el caso de una obra como Fuenteovejuna de completo dominio público, han pretendido sacar tajada hasta de donde no se podía cobrar para mantener su negocio completamente privado y hasta insano. Una cosa parece meridianamente clara y es que en  el caso del conflicto de intereses entre la propiedad intelectual privada y los Derechos Fundamentales de los ciudadanos sin duda deben prevalecer estos últimos frente a interés privado, y económico, de unos pocos. Si entran en conflicto intereses privados y sumamente particulares por un modelo de negocio completamente desfasado frente a los Derechos de la ciudadanía lo que hay que hacer es cambiar el modelo de explotación de estos derechos privados y no restringir los Derechos Fundamentales de los ciudadanos. Y es que además los gestores de estos derechos son hasta lerdos pues si buscaran un modelo alternativo que conjugue la libertad de expresión con los legítimos derechos económicos de los creadores podrían ganas hasta mucho, pero mucho mucho, más dinero que el que ganan ahora con un modelo arcaico. Es el concepto decimonónico que creación, pero sobre todo la avaricia, lo que hace que esta gente no vea más allá de sus orejeras y gestionen tan mal el conocimiento.
Para mi González-Sinde es una creadora muy buena pero una pésima ministra porque no tiene ni puta idea de lo que está haciendo. Cierto, en el gabinete de Zapatero realmente nadie tiene puta idea de lo que se debe hacer y van de cagada en cagada hasta la mierda final que será entregar el poder a un partido de ultraderecha como el PP dentro de tres años si no antes. El PSOE es un partido que recuerda más a la corrupción y a Roldan que a una alternativa real de izquierda. Tienen este sambenito colgado y cuando dejan que un ser triste, aunque buena creadora por supuesto, como González-Sinde ocupe un, en teoría tan importante, cargo como el Ministerio de Cultura es que no la tienen todas consigo. La Ministra debería saber que tener un iPhone, como presume cada vez que habla en una entrevista por la radio, no es ser una persona que conoce la tecnología sino intentar con ello, según le habrán dicho sus asesores, darse un barniz de ser cultural tecnológico con mucha modernez. Lo que es triste es que ese teléfono se lo tengamos que pagar todas y todos para que diga las estupideces que dice un día sí y otro también para que defienda los interese de unos cuanto miles de personas y no de más de 40 millones de ciudadanos.
Canarias 24 Horas, 22 de marzo de 2010.