Parecería, según lo esbozado por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero en el último debate sobre el Estado de la Nación, que cambiar de modelo productivo en España es algo tan simple como cambiar de vestido, no me refiero a uno de esos trajes pagados como soborno a un cutre e imputado Francisco Camps presidente de la Generalitat de Valencia, y que hoy nos acostamos con tufo a hormigón y mañana nos levantamos con un notebook bajo el brazo como dice que se va ha hacer con los más de 490 mil alumnos el quinto curso de primaria. Mariano Rajoy, que de profesión es registrador de la propiedad y que no servirá nunca para limpiar su partido de fascistas y corruptos porque él mismo es lo primero por tradición y lo segundo por mirar a otro lado cuando el tufo a podrido lo llena todo, hablaba de otra cosa en el Congreso porque ya sabemos que lo que quiere su partido no sólo es que el sistema productivo basado en el ladrillo siga en vigor sino que han visto la oportunidad perfecta en esta gran crisis económica para ocupar, de cualquier manera, el gobierno. Este es su empeño a toda costa. Al escuchar a ambos uno se queda con una doble preocupación en el sentido que el Presidente Zapatero no tiene ni idea de lo que hay que hacer para salir de la crisis y que a Mariano Rajoy no le interesa que esta acabe mientras pueda suponerle algún tipo de beneficio electoral. Lo peor del caso es que ambos representan a dos partidos que han tenido funciones de gobierno en los últimos 27 años y que no sólo no han orientado la economía en otro sentido sino que de manera descarada han dejado perdurar el actual sistema económico que ha supuesto un empobrecimiento para millones de familias sino también un deterioro económico, social y ambiental sin precedentes. Da vértigo saber en manos de quiénes no sólo hemos estado o estamos sino en las que habremos de estar.
En palabras de un compañero aparejador y empedernido lector había una época en la construcción que ésta era tan rentable y los márgenes tan amplios que a un supuesto obrero especializado de la construcción, sin titulación académica ninguna por supuestos, como un encofrador, todos conocemos deficiencias en la construcción de muchos edificios públicos y privados, se le pagaba lo que pidiera porque esto sólo significaba un pequeño recorte de los beneficios perfectamente asumible por una constructora media o grande. Antonio Plasencia empezó con una pequeña constructora en Candelaria a finales de los setenta del siglo XX, Promotora Punta Larga, hasta que ha acabado siendo amo y señor de toda la isla de Tenerife y de la mayoría de los políticos, y sus voluntades, que conocemos y, como sigan las cosas así, habremos de conocer. El caso es que estos sueldos desorbitados que se pagaban a este tipo de trabajadores, en una sociedad donde el paradigma de buen salario se ha pensado siempre en los médicos aunque este colectivo se haya quedado en precario en autonomías como Canarias donde la sanidad es el negocio para unos cuantos, no se van a poder dar probablemente en mucho tiempo, sí es que se puede volver a ellos, porque el sistema ha tocado fondo. Las masas con los bolsillos llenos de dinero fácil y tarjetas de crédito dispuestas a consumir de todo en los centros comerciales, este consumo mantenía en mucho nuestros sistema, se han quedado escasas no sólo de dinero sino de créditos que los bancos se piensan ahora más en dar porque tienen que repartir ganancias con el dinero de todos que ha ido a sanear sus cuentas siempre con beneficios a pesar de haber dejado la economía completamente muerta con su avaricia sin fin. La vivienda, un Derecho Fundamental para todas y todos según la Constitución Española se ha convertido en un medio de especulación duro con jóvenes de 40 años viviendo con sus padres.
En un país donde el fracaso escolar está a la orden del día, en el que las competencias cognitivas, y hasta sociales, de los alumnos han sido puestas en juicio por el informe PISA, donde muchos jóvenes han huido del sistema escolar hacia el trabajo fácil para mantener un coche como casi único bien personal y en el que la formación profesional es marginada como en Canarias, se están cerrando módulos rentables y necesarios, el anuncio de Zapatero de poner en manos de todos los alumnos de quinto de primaria en este curso un ordenador portátil sería un chiste muy bueno si no fuera por lo grave que la situación económica y, seguramente pronto, social se encuentra. El paso a una economía basada en la especulación urbanística sin control y generadora de la corrupción que vemos, la que sigue oculta también, a otra basada en el I+D+I, la investigación en energías renovables o el desarrollo sostenible no se crea de la noche a la mañana por muchas buenas voluntades que se expresen en un discurso para un país en el que este tipo de modelo viene del tardofranquismo y cuyas consecuencias que estamos viviendo significan que hay un grave problema estructural. En este sentido miente Zapatero en los mítines de las europeas como mentía hace un año en estos mismos actos de las elecciones generales cuando su obsesión era minimizar o esconder la actual crisis económica que tanto nos preocupa ahora no porque sea grave sino porque nadie, absolutamente nadie, sabe decir qué es lo que va a pasar.
En esta crisis han hablado mucho y muchos de qué es lo que pasa, lo que va a pasar y cómo se va a salir de ella pero nadie ha acertado porque pocos son los que tienen idea de lo que está pasando o va a pasar. Yo tampoco soy una lumbrera en este sentido y reconozco que tampoco sé lo que pasa y lo que está por pasar pero quizá habría algo que nos podría ilustrar un poco. Como mismo se busca la salvación de un sector como el del turismo a través de rehabilitar la planta alojativa o de renovar la planta automovilística para salvar el sector del automóvil habría que renovar por completo el parque de políticos del país. Que el aparato fuera heredado de Franco y que ilustres asesinos como Manuel Fraga estén todavía en activo o fascistas como Mardones, aquel tipo que desde dentro del régimen reprimía el movimiento obrero y estudiantil en Canarias con varios muertos a sus espaldas, hayan acabado en una jubilación dorada como diputados por Coalición Canaria 34 años después de la muerte del dictador fascista debería dar cierto rubor a la clase política general. Que un impresentable como Jerónimo Saavedra haya acabado como alcalde de Las Palmas de Gran Canaria para satisfacer los interesen en la capital de determinados empresario o que en Canarias todavía gobiernen alcaldes desde la época de Franco como el de Arafo Domingo Calzadilla deberían no sólo servir como ejemplo de lo que no debiera pasar sino como reflexión para lo que se tendría que cambiar.
Ya lo decía, con razón, el famoso artículo del diario ultra liberal Financial Times que España, junto con Portugal, Italia y Grecia, eran unas economías PIGS, por las iniciales de estos países en inglés, y que, en efecto, eran cerdos que creía que podían volar. Quizá lo que nos haya impedido volar sea el peso del hormigón que ha hundido la economía pero que mucho dinero fácil ha supuestos a empresarios que ahora sólo ven en el abaratamiento del despido la solución a los males que han ellos mismo, y sus sobresueldos, ha provocado. No soy quién para decir que ya sea tarde para el necesario cambio de modelo económico pero sí que se han perdido unas décadas preciosas para ello. Y se seguirán perdiendo porque a nadie con poder le interesa que este cambio de modelo se haga efectivo en realidad. Ni siquiera a la mayoría de los trabajadores que padecen una grave rigidez al cambio y a aprender nuevas formas de ganarse la vida. Lo que si chocha es escuchar en Canarias a políticos de Coalición hablar del nuevo modelo de desarrollo, saben que hablando de esto dan la impresión que saben cómo superar esta crisis, cuando siempre se han burlado de los colectivos y personas que hemos abogado por esto desde hace mucho tiempo.
Canarias 24 Horas, 18 de mayo de 2009.