Cuando entre noviembre de 2006 y febrero de 2007 se celebrara la I Bienal de Arte, Arquitectura y Paisaje en Canarias muchos fueron los críticos, no sólo de arte sino de sociedad y política, que veían nula continuidad a aquella bienal que no era más que un montaje chabacano hecho a imagen y semejanza de la cuñada, Dulce Xerach, del entonces Presidente de Canarias Adán Martín para limpiar la mala imagen del archipiélago en la que había sido socialmente y ambientalmente la peor legislatura autonómica de Canarias. Por entonces había muy cerca unas elecciones autonómicas. De aquella bienal no se sacaron conclusiones favorables ni para una visión más sostenible del paisaje canario que atravesaba y sigue atravesando muchísimos problemas, ni para las artes en general pues el tema apenas transcendió de los canapés de sus promotores ni mucho menos para ATI CC que desde las elecciones de mayo de 2007 gobierna con un pacto por el que se ha vendido al PP por su cuota de poder aunque haya perdido las elecciones. Aún así la ignorancia humana es grande y los promotores de esta cosa se han atrevido a hacer una Segunda Bienal de Arte, Arquitectura y Paisaje en las islas pero adelgazada en publicidad y presupuesto no sólo porque este es el año de la crisis económica sino porque no hay elecciones autonómicas a la vista.
Esta segunda bienal viene precedida por la polémica de la dimisión en abril de 2008 de uno de los dos comisarios, se permiten el disparate de hacer esto porque las razones de esta exposición de arquitectura siempre han sido más políticas que artísticas, Octavio Zaya y su enfrentamiento con el Viceconsejero de Cultura Alberto Delgado que quedó de manifiesto en una lúcida, elegante y razonada carta de dimisión del primero que invito a leer para que se vea que en Canarias desde el ámbito de la gestión cultural se trabaja desde la más absoluta mediocridad, ombligüismo, ignorancia, improvisación y machaqueo hacia las personas competentes en estos ámbitos. En unas tierras donde la gratitud estomacal representa el salvoconducto para triunfar y recibir todas las ayudas artísticas en el archipiélago, léase esto sobre todo en lo referido al mundo de la música local, la actitud de Octavio Zaya choca con lo establecido en Canarias. Por eso resulta creíble que la aceptación, en primera instancia, de la dirección de esta bienal tuvo que ver no sólo con suceder a su hermano propuesto para el cago y fallecido en 2007, Antonio Zaya, sino también porque buscaba que en Canarias hubiera una bienal que arquitectura más aséptica que algún día pudiera estar a la altura de bienales como la de Sao Pablo, Venecia, La Habana o Estambul. Seguramente su reconocida trayectoria como crítico y conservador, vive desde 1978 en Nueva York, le hacen un tipo suficientemente independiente y crítico para ver los teje manejes de la política cultural autonómica y es de agradecer que se haya posicionado de una manera tan contundente y libre sobre este tema. Personas de este tipo, con esta distancia y objetividad, que han visto el mundo con miras más amplias que la estrecha vara de medir de nuestros políticos hacen que nos reafirmemos en las críticas hacia lo burdo del sistema meritocrático canario que premia la segundonería frente a originalidad.
Una de las cosas que más se le han criticado a la bienal canaria es esa forzada coletilla de Paisaje, Arte y Arquitectura que viene heredada de la etapa de Dulce X como Viceconsejera y que la hipoteca y la llena no sólo con un contenido de exposición comercial de arte sino también con un sustrato ideológico que trata de servir para la manipulación ciudadana. Y es que no hay más que leer todo el discurso oficial, que se confunde con propaganda, acerca de esta bienal y mirar lo que realmente sucede en el medio ambiente natural y social canario para, enseguida, desconfiar de todo este discurso. Que la Montaña de Tindaya sea, sin haber movido una sola piedra, ya el mayor pelotazo de Canarias con más de 140 millones de euros acumulados en indemnizaciones o que se pretendan rebajar la catalogación de las praderas de sebadales, concretamente la planta Cymodocea nodosa, para legitimar la construcción de un puerto industrial en las costas de Granadilla a todas luces ilegal e inútil son cosas que pasan en el archipiélago y que claman al cielo. No hay más que darse una vuelta por casi cualquier zona turística del archipiélago para ver como los canarios, las instituciones autonómicas, insulares y locales en realidad, han tratado nuestro territorio y sentir vergüenza por los daños irreparables que se han acumulado estos años de bonanza económica y de blanqueos internacionales de capitales amparadas por la RIC y el Régimen Económico y Fiscal de Canarias.
Que una bienal de arte desprovista de tan rimbombante título que limita su alcance sino también de todo tipo de ideologización fuera buena para Canarias no hay quién lo dude. Las islas tiene mucho que ofrecer al mundo pero siempre las visiones estrechas y el miedo al universalismo han sido enemigas de todo progresismo no sólo artístico sino social. Si nuestros gestores tuvieran puesta la voluntad en el futuro y no buscaran sólo la rentabilidad política de todo lo que hacen las cosas serían distintas en Canarias. Mientras les dejemos hacer seguirán contaminando todo lo que toquen y es de prever que habrá una tercera bienal en la línea que han estado enfocadas estas dos, en la de la manipulación y la propaganda pura y dura. La próxima será a finales de 2010 y principios de 2011 justo cuando habrá un proceso electoral y es de esperar que se celebre de manera más fastuosa que la actual si es que todavía existe el actual Gobierno de Canarias que para el desgaste que tiene a día de hoy dos años son una eternidad. También para nuestra economía maltrecha y nuestro ambiente natural y social completamente degradado que necesita de soluciones drásticas y no de parches como se lleva haciendo ya mucho tiempo.
Canarias 24 Horas, 29 de diciembre de 2008.