En el número de febrero de 2008 de Le Monde Diplomatique Ignacio Ramonet hablaba de la actual crisis económica y financiera en un artículo que con interrogantes titulaba ¿Crack 2008? vaticinando algunas de las cosas que hoy estamos viviendo como el contagio de la crisis financiera a la economía real. Hoy, más de siete meses después, probablemente muchos de los gobernantes, analistas, ciudadanos y hasta el propio Ramonet le quitarían las interrogantes de este título colocadas por el autor en su momento seguramente que con toda la precaución del mundo. Los visionarios puros no existen por lo que a Ramonet no habría que considerarlo como tal, sí es un tipo con una claridad mental elevada y una orientación intelectual nada cómplice con lo establecido, sino que aquello de lo que hablaba, todo lo que están sucediendo ahora, eran un secreto a voces conocido por dirigentes mundiales y por gente que se dedica a las altas finanzas no desde febrero sino antes de verano de 2007.
Alguien que sabía muy bien lo que podría pasar era el presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero aunque por aquella época estuviera más empeñado en salvar las apariencias pues en breve habría un proceso electoral en España y una mala prensa sobre este asunto podía arrebatarle el poder a su partido de derechas como es el PSOE. Hoy en día economías como la de España, Portugal, Italia o Grecia son conocidas por el famoso artículo de Finantial Times como PIGS (cerdo en inglés que además es un acrónimo formado por las iniciales de estos cuatro países en inglés) que crecieron espectacularmente a la sombra de la moneda única y que su caída podrá ser estrepitosa pues, en efecto, los cerdos no pueden volar cosa que estos países parecieron hacer durante unos cuantos años. Si no hubiesen habido en España presidentes más mezquinos, recuerden a Aznar afirmando la autoría del 11M de ETA o a Felipe González mirando para otro lado durante la corrupción o metiendo a España en la OTAN, Zapatero podría ser recordado por este motivo aunque yo, sin que sea santo de mi devoción, prefiero hacerlo como el dirigente que retiró las tropas de Irak.
Este país es, sin duda, el claro ejemplo de cómo los amigos de Aznar, aquellos con los que fumaba puros con los pies sobre la mesa, han dejado el mundo. Después de ocho años en la administración George Walker Bush va a dejar Estados Unidos no sólo menos seguro que cuando fue investido presidente sino en una situación económica desastrosa a la que muchos analistas califican como una situación parecida a la del crack de 1929. Decía recientemente Saramago en su nuevo blog que alguien de una talla tan pequeña como este hombre tuviera una responsabilidad tan grande sólo se podía entender por la maquinaria de fabricar mentiras que ha rodeado a Bush durante estas dos legislaturas estadounidenses. Precisamente una de las consecuencias que se pueden derivar de esta crisis financiera que ha tocado ya a la economía real es que Estados Unidos pierda la supremacía económica mundial que ha disfrutado durante algo más de seis décadas para dejar paso a las turgentes economías asiáticas como China y la Costa Este del Pacífico.
Este cambio de paradigma económico no le vendría mal al mundo pero hay que pensar que esta no sería la solución sino que el problema seguiría existiendo y ya sabemos que a veces puede ser mejor lo malo conocido que China, un país que aunque se dice comunista ha asumido la economía de mercado de la manera más agresiva, liderando la economía mundial. La especulación financiera junto con la avaricia sin fondo se han convertido en la razón estructural que mueve a la economía mundial en manos de entidades supranacionales sin control democrático y político algunos amparadas por las posibilidades que la globalización económica han permitido a los capitales mundiales. Lo peor de todo es que en la actualidad no hay el más mínimo control político sobre la economía mundial y parece que esto será así por mucho tiempo. Esta crisis de 2008 parte de la falta de liquidez en el sistema bancario estadounidense después de que se aceptaran más de tres millones de créditos hipotecarios de muy alto riesgo, las famosas hipotecas subprime que ahora mismo valen más que las casas que avalan, y fuera puesto parte de estos riesgos en valores especulativos de fondos de inversión internacional. James Tobin, economista que propuso el gravamen de transacciones financieras especulativas como una pequeña tasa que podía ser invertida en los países menos favorecidos como propondría después la organización ATTAC aunque Tobin nunca se llegó a entender con esta organización, a pesar de ser de orientación liberal hubiera estado completamente de acuerdo en el control político de esta economía financiera que cada vez más perjudica a los bolsillos de los que no nos mentemos en esas historias.
Estos días hemos escuchado a los organismos y personajes que promulgan el mínimo intervencionismo de los estados, presidentes de grandes bancos y jefes de la patronal de todas partes del mundo, pedir la intervención temporal de los gobiernos para frenar la crisis a través de la inyección de miles de millones de euros y dólares en los sistemas financieros mundiales como, efectivamente, ha pasado. Cuando todo va bien en economía nadie habla de la intervención del estado para repartir los beneficios de las grandes empresas. Y es que esto se le llama socializar las pérdidas y privatizar las ganancias pues somos unos cuantos miles de millones de ciudadanos los que vamos a pagar, de múltiples formas, los platos rotos de la especulación y la avaricia de unos cuantos. No se puede ser neoliberal cuando las cosas van bien y hablar de excepciones intervencionistas cuando las cosas van tan mal como han ido estos días porque entonces se juega con las cartas marcadas. Es necesario un control político sobre las operaciones financieras que están dirigidas hacia la especulación porque la vida y el bienestar de más de seis mil millones de personas que vivimos ahora en el mundo va en ello.
Canarias 24 Horas, 22 de septiembre de 2008.