Es propio de nuestra clase política, esa que le gusta figurar fuera como los criollos avanzados que administran un pueblo de incultos subdesarrollados, decir que el territorio de Canarias se define por ser ultraperiférico y fragmentado y luego quedarse tan panchos. Si nos paramos un poco a pensarlo enseguida nos damos cuenta de todo el daño que estas definiciones han hecho durante décadas a nuestro archipiélago y a sus habitantes. Yo soy de los que opinan que Canarias está donde debe de estar y más nos hubiera valido sacar partido a nuestra posición privilegiada geoestratégicamente y con uno de los mejores climas del hemisferio que usarla como argumento para dar lástima a las instituciones que subvencionan nuestra economía y a las élites avariciosas. La RIC y el REF han supuesto para estas islas en la última década la mayor golosina económica para que empresarios sin escrúpulos hayan creado entre sus habitantes desigualdades sin precedentes, tan sólo un millar de personas controla más del 60 por ciento del dinero que se genera en Canarias, y degradar, en muchos casos irreversiblemente, nuestro medio ambiente natural, social y nuestra calidad de vida. En cuanto a lo fragmentado de nuestro territorio este es un hecho evidente que en el siglo XXI con las comunicaciones debería haberse podido superar, es paradójico ver como desde Madrid hay ofertas para venir a Lanzarote por 47 euros mientras que un billete entre Tenerife y este mismo destino ronda los 90, pero que todavía se sigue utilizando como arma política. En Gran Canaria los de Tenerife son los de allí y en Tenerife se les dice a los de Gran Canaria los de la isla de en frente.
El Parlamento de Canarias ha aprobado hace pocos días una moción para reprobar la actitud del periódico tinerfeño El Día por sus continuadas ofensas a la isla de Gran Canaria y la particular tirria que siente el director de este medio, José Rodríguez Ramírez, por la unidad del archipiélago. Dicen hacer esto por ser el Parlamento el legítimo representante de los ciudadanos de canarias. Es verdad que en el Parlamento de Canarias se sientan 60 parlamentarios elegidos cada cuatro años por el que es uno de los sistemas de ponderación de votos más injustos de todas las democracias de nuestro entorno y que lo más relevante que suelen hacer sus señorías es subirse el sueldo cada año cuando terminan las vacaciones. Allí también se hacen pactos que van contra la verdadera voluntad del pueblo como el actual que, tras la suma de dos partidos perdedores, da como resultado un gobierno incompetente como el de Paulino Rivero. Del talante de presidentes que han servido o sirven a la cámara como Bravo de Laguna alias Niño del Pijama a Rayas o de Antonio Castro Cordobés alias La Gritona tengo yo muy poco que decir que no hayan dicho o hecho ellos por sí mismos. Incluso esta institución tiene el dudoso honor de soportar a algún imputado por cohecho que tiene el privilegio de un tribunal especial para investigar sus acciones por estar a nómina de esta cámara. Este mismo parlamento rechazó las 56.087 firmas de la Iniciativa Legislativa Popular para proteger Granadilla de las garras de los especuladores que quieren hacer un puerto mientras ahora mismo se está dilatando otra ILP, presentada por Ben Magec, para controlar la especulación turística porque el gobierno planea una ley a la medida de los de siempre con la que frenar esta iniciativa ciudadana. No le voy a negar yo la legitimidad que quiera tener este parlamento pero sí que digo que la democracia se encuentra muy lejos de su recinto, recinto que cuenta con una parte expropiada ilegalmente por abogados de la comunidad como José Miguel Ruano que es ahora vicepresidente, y que tiene con los suficientes precedentes para tener una calidad democrática muy baja y una opinión muy pobre por la parte de la ciudadanía.
Las críticas feroces a esta reprobación del parlamento a El Día se las han puesto a huevo al mismo Ramírez y a los columnistas mercenarios de esta publicación que con mucha razón, como odio decir esto, señalan estos u otros motivos para descalificar, sesgadamente, un parlamento de escasa actividad y baja presencia entre la ciudadanía. Y es que los medios de El Día no llevan sólo unos meses sino años, si lo pensamos bien hasta décadas, largado proclamas contra Gran Canaria, contra la unidad de nuestro pueblo, contra los inmigrantes de manera xenófoba y penalmente punible, decía Ramírez que Canarias sufre una invasión de africanos de raza negra pura la cual prima sobre la blanca en caso de mezclarse, y llamando terroristas sociales financiados con el oro amarillo canarión a los sectores de formación democrática contrarios al brutal desarrollo de las infraestructuras en el archipiélago y, concretamente, contra el pelotazo del puerto de Granadilla. Mucho tiempo ha estado este medio, su dirección en realidad y no la mayoría de sus trabajadores que son gente digna como la que más cosa que a todos nos consta, en una línea absolutamente temeraria pero obviada como extravagancias de la edad por la totalidad de la clase política, financiera y empresarial de Tenerife para que a estas alturas venga el Parlamento a criticar estas posturas cuando todos ellos han sido cómplices de una manera u otra.
Uno de los empeños del editor, dueño, señor y director de El Día José Rodríguez Ramírez es, en su insólito giro nacionalista independentista que ha hecho mucho daño al nacionalismo serio, quitar el Gran al nombre de la isla de Gran Canaria. Leyendo sus proclamas y sabiendo que hay una parte importante de la clase política y empresarial dirigente de Tenerife que de una manera más o menos velada aplauden los delirios y ríen las gracias de este hombre es posible darse cuenta que en realidad lo grande es en la gran mierda que tiene este sector nacionalsocialista franquista y ultraconservador dentro de sus cabezas. Por eso el monumento al fascismo de la Plaza de España de Santa Cruz ha sido remozado en la última rehabilitación de la plaza, al igual que el gran número de calles que hay en la ciudad con nombres de fascistas y golpistas, ya que esto les llena de orgullo aunque al viejo le haya dado estos último tiempos de hablar de un nacionalismo excluyente y chocarrero que nadie entiende.
Es cierto que la gente corriente está muy lejos del maldito pleito insular pero no es menos cierto que los teje manejes de los políticos, que por interés particular les conviene mantenerlo vivo, influyen negativamente en la ciudadanía para que este triste aspecto de la una supuesta idiosincrasia canaria siga dividiendo donde habría que unir. En momentos de crisis general como el actual, pero sobre todo cuando la ciudadanía organizada ha sabido decir a los políticos y empresarios que ya basta con argumentos y planes serios, esta clase política, identificada por las siglas de ATI, ha salido a manipular los sentimientos de la gente con la creación de enemigos ficticios, cuando no es el godo es el canarión, a los que imputar los males que aquejan y esconder sus culpas tras estas acusaciones paranoicas. Canarias estaría mejor sin esta basura ideológica, la unidad es natural a los ciudadanos y no necesitan que un Parlamento les diga que deben reprobar sino tal vez quitar la publicidad institucional de El Día y anular las suscripciones a este periódico, como la del señor Ramírez que debería haberse retirado no sólo para beneficio de todos los canarios sino de los herederos y accionistas de los medios de El Día que están perdiendo muchas oportunidades de negocio con sus editoriales. Tras el golpe de estado del 23 de febrero de 1981 uno de sus instigadores, el diario El Alcázar, tuvo que acabar cerrando porque el estado le quitó la publicidad institucional y canceló las suscripciones. No sería descabellanda una cosa así para Canarias.
Canarias 24 Horas, 29 de octubre de 2008.