No
se puede decir de otra forma: Hugo Chávez despierta expectación
allí dónde va. Este viernes 25 de julio estuvo por España para
entrevistarse con el rey y con el presidente Zapatero. Después del
irrespetuoso por qué no te callas
que le espetó el Borbón en la Cumbre Iberoamericana de Chile en
noviembre de 2007 al presidente venezolano Chávez el encuentro con
el rey no decepcionó las expectativas de los medios amarillistas. No
voy a ser yo quién critique aquí todo el absurdo montaje mediático
para supuestamente romper el hielo entre ambos como tampoco voy a
ponerme a decir ahora lo insólito, antediluviano y poco democrático
que es el hecho de que una familia herede en España la jefatura del
gobierno. Tampoco es mi intención ponerme a resaltar aquí la
profunda legitimidad democrática que los distintos gobiernos de
Chávez han tenido en Venezuela, tanto con sus aciertos como con sus
muchos errores por supuesto, sobre todo viendo lo que era el país
durante los gobiernos de las castas oligarcas anteriores a este
presidente. Chávez vino a España a cerrar grandes compromisos
económicos que las grandes empresas demandan y que están por encima
de todos los gobiernos del planeta incluido el bolivariano en sus
fases más progresistas.
Lo
que quería hacer aquí es hablar sobre un programa de radio y romper
una lanza a favor del profesor de filosofía Carlos Fernández Liria.
En la franja horaria de la tarde en la Cadena SER existe, desde hace
bastante tiempo, un programa llamado La Ventana y que esta temporada
ha cumplido los diez años bajo la dirección de la excelente
periodista Gemma Nierga Barris. Durante la etapa estival, como la
actual, el programa pasa a llamarse La Ventana del Verano y la
directora presentadora es sustituida por otro periodista. Este verano
dirige el programa otra trabajadora de la SER llamada Ana Guantes.
Nierga tiene la especial capacidad, que he visto en pocos
periodistas, de hacer un programa de calidad, divertido, alejado lo
más posible del amarillismo y de la crónica rosa en el que no sólo
es posible escuchar la voz de la otra gente
que vive en esta sociedad sino que tiene la suficiente mano izquierda
para saber conducir los debates más arduos no sólo con el debido
respeto a los interlocutores sino al oyente. También es una cualidad
suya que sea capaz de hablar con un tono muy humilde, como es ella,
de cosas que son buenas noticias
y que en un medio normal no tienen cabida porque restan audiencia.
Tratar de imitar este estilo sin el suficiente rodaje y su
experiencia puede resultar complicado por no decir que muy difícil.
El
viernes 25 Ana Guantes, coincidiendo con la vista de Hugo Chávez a
España, intentó hacer una especie de debate sesudo en torno al
binomio gobierno bolivariano sí gobierno bolivariano no. Para ello
invitó al profesor Carlos Fernández Liria y al líder opositor
venezolano William Cárdenas a una especie de debate a dos bandas. Al
servicio de documentación del programa de verano compuesto
básicamente de becarios, digo este término con el mayor de los
respetos a esta categoría laboral la mayoría de las veces
minusvalorada, se le debió escapar no sólo la militancia chavista
de Fernández Liria sino las críticas directas que este profesor ha
hecho a los medios de Prisa sobre la información, muchas veces
tendenciosa, que este grupo de comunicación hace de Venezuela y su
presidente Chávez. El caso es que lo que se esperaba que fuera una
charla amable se acabó
convirtiendo en una trifulca y no entre Fernández Liria y Cárdenas
sino entre el primero y la presentadora.
Será
que siempre me he alegrado que se hable mal cuando hay motivo de los
jefes laborales que he tenido pero no entendí la actitud de Ana
Guantes cuando el profesor de filosofía empezó a criticar a los
medios de Prisa por su connivencia con los golpistas contra el
gobierno de Chávez el 11 de abril de 2002. Como si ella fuera la
dueña de Prisa perdió la calma con el entrevistado, subió
innecesariamente el tono de la entrevista, ella que debía ser
neutral, y lo despidió con muy malas maneras para quedarse sólo un
turno más de palabra con William Cárdenas que se quedó diciendo
que a Chávez habría que enviarlo al Tribunal Penal Internacional de
La Haya después de, honrosamente, haber dicho que no se le quitara
la palabra a su adversario. Las comparaciones son odiosas pero en ese
momento no pude sino acordarme de Gemma Nierga y de su buena mano
izquierda para conducir bien estas situaciones. También apagué la
radio y conociendo mi tozudez no la voy a encender otra vez a las
horas de ese programa hasta que en septiembre vuelva Nierga.
Ante
esta mala praxis profesional
no puedo, como oyente, sino haberme quedado con cara de tonto al ver
cómo mi inteligencia de ciudadano era insultada. Es más, me hubiera
sentido igual de molesto, y sabrá el lector que no sólo me conozca
sino que esté leyendo esto ahora que mi empatía con William
Cárdenas es mínima, si el invitado que hubiera sido retirado de
antena de mala manera hubiera sido el opositor a Chávez. Para unos
medios como los de Prisa, que cuando pueden se jactan de haber
apoyado a la democracia en los casos del golpe de estado del 23 de
febrero de 1981 o durante los días posteriores al atentado de Al
Qaeda en Atocha del 11 de marzo de 2004, estos actos hacen un flaco
favor a su imagen de empresa que más debería estar en las filas de
la competencia y en los programas de la COPE como el de Jiménez
Losantos. Y claro, aquí entramos en una lógica de lucha de empresas
por la que parece que alguna vez en la vida hay que tomar partido y
que no me apetece en absoluto. Ni Prisa es el garante universal de la
democracia ni el demonio que todo lo quiere controlar sino
simplemente una empresa que busca con la comunicación ganar dinero y
que por estar bien gestionada a estos efectos ha ganado mucho este
año a pesar de la crisis. Sólo hay que ver sus números. Ana
Guantes debería pedir, a través de sus medios, algún tipo de
disculpa no sólo a oyentes como yo, seguro que hay muchos más que
sienten los mismo entre el
más de medio millón que dicen las encuestas del Estudio General de
Medios, sino a Carlos Fernández Liria. Supongo que esto no lo
contemplan lo mismo que yo volver a escuchar el programa en lo que
queda de verano.
Canarias 24 horas, 28 de julio de 2008.