Una fecha paradigmática para ver la terrible desunión y desamparo en la que ha quedado la clase trabajadora, un fenómeno que tiene dimensiones globales, es la fecha del Primero de Mayo en la que se celebra el Día del Trabajo. Que agencias como UGT o Comisiones Obreras, actualmente funcionan como empresas de trabajo temporal para hacer trabajos sucios al gobierno de turno, se autoproclamen como las defensoras de los derechos de los trabajadores es muy duro de aceptar. La agresión sufrida por José María Fidalgo un uno de mayo de 2003 durante una manifestación por el Día del Trabajo, un acto completamente reprobable, no deja de ser un reacción a tantos años de terrorismo sindical y engaño a la clase trabajadora. En 20 años y algo más de cinco legislaturas Comisiones y UGT han pactado lo no pactable con los distintos gobiernos de turno, cómplice fue la tranquilidad social que tuvieron con el PP y en la que sólo se vio una huelga general de media jornada ensombrecida mediáticamente por aquello del CC OO de Urdaci, para dejar a los trabajadores en la situación actual de vivir con el culo al aire para el empresario. Dan nauseas.
Afortunadamente para los ciudadanos el mundo no se acaba donde empiezan estas dos agencias de intereses sobornables. No sólo hay sindicatos históricos como CNT que se niegan a participar en lo que entienden que es el circo de las elecciones sindicales sino que los movimientos sociales han cobrado, a escala mundial, una gran importancia. Puede que ahora tengamos una sensación de pequeño fracaso de lo que fue una nueva forma de entender las organizaciones sociales que a principios de este siglo cobraron relevancia con grupos como ATTAC, los Foros Sociales Mundiales en Porto Alegre o medios como Le Monde Diplomatique o Indymedia pero su importancia es transcendental. Con las grandes manifestaciones contra la Guerra de Irak se llegó a hablar por primera vez de la Opinión Pública Mundial. Todas estas nuevas formas de organizarse tienen que ver con la desazón planteada al principio de este texto a causa de la burocratización de las instancias tradicionales de reivindicación social como sindicatos y la pérdida de poder político de las supuestas formas de representación ciudadana hacia el capital económico y financiero.
Canarias, que tradicionalmente ha tenido importantes movimientos a nivel social a la vez que la gran mayoría de su población ha estado a otras cosas, no ha sido ajena a este fenómeno mundial. En esta tierra única el motor de la economía ha sido un sistema tributario como la Reserva de Inversiones de Canarias, RIC, que ha condenado a la vivir alrededor del umbral de la miseria a un cuarto de su población, más de 250 mil personas, y ha hecho amasar inmensas fortunas para las oligarquías locales y grandes empresas foráneas el deterioro del territorio ha sido espectacular en estos años de expansión autonómica. Movimientos sociales surgidos en torno a Veneguera, la costa de Granadilla, la playa de Las Teresitas, la Montaña de Tindaya, el feroz crecimiento urbanístico en Fuerteventura o Lanzarote, los campos del golf en La Palma, la segunda pista del Reina Sofía, el anillo insular o los planes ferroviarios para la isla de Tenerife son el reflejo del hartazgo cada vez mayor entre la población. Epítetos como los del no a todo esgrimidos por un alcalde como Zerolo imputado por cohecho o el de terroristas sociales por otro imputado por el mismo delito siendo presidente de la Autoridad Portuaria Suárez Trenor han hecho aparecer ante los medios a estos movimientos como si fueran conservacionistas trasnochados cuando lo que está detrás de este deterioro es un modelo de desarrollo equivocado, depredador del medio ambiente y empobrecedor de importantes capas de su población que se traduce en una degradación absoluta de nuestro medio ambiente natural y social.
En Tenerife, casi que en Canarias, se conoce a todo este fenómeno como El Espíritu de Vilaflor como homenaje a aquel pequeño municipio del Sur de Tenerife que consiguió movilizar a decenas de miles de personas contra la multinacional Endesa. Ésta quería atravesar sus montes con un salvaje tendido eléctrico con el beneplácito de la mayoría de la clase política que acabó tratando de manipular la manifestación que contra este proyecto se hizo.
Estos movimientos sociales no son homogéneos sino que están formados por gentes y asociaciones de distintas tendencias dentro del progresismo. Un paradigma negativo a estos movimientos podría ser Octavio Hernández que actúa como franquiciador único de un partido político creado para confundir sobre el ecologismo llamado Los Verdes Grupo Verde. En el verano de 2004, y como respuesta a un sínodo de empresarios y políticos en torno una serie de infraestructuras innecesarias para la isla, se constituyó Asamblea por Tenerife. Si bien hoy en día esta agrupación no pasa por sus mejores momentos significó un hito en el archipiélago porque por primera vez existía un núcleo unido de personas con una visión realista de futuro y una capacidad de trabajo enorme que se atrevió a plantear pacífica y democráticamente el estado de cosas en el que nos encontramos sumergidos. El empresariado tomó nota del reto y utilizó sus medios económicos, mediáticos y materiales para sabotear la primera manifestación de esta Asamblea que llegó a sacar a la calle en noviembre de 2004 más de cien mil personas contra el puerto de Granadilla.
El hecho de por qué un movimiento social tan importante se ha quedado rezagado de la sociedad no es algo que voy a hacer yo aquí sino que más bien dejo a los sociólogos que desde las facultades del archipiélago estudian los movimientos ciudadanos. Tampoco es mi estilo poner a parir a gente concreta que trabaja en asociaciones ni mucho menos nombrar o culpar a grupos o personas. Creo que todos somos mayorcitos para ejercer una autocrítica de lo que hemos hecho mal y enmendarlo porque no sólo nos ampara la razón sino que tenemos un cierto deber moral con las causas que hemos iniciado. A veces se actúan desde determinadas instancias casi individuales como si se llevara la verdad absoluta, como si sus personas fueran insustituibles y como si no fuésemos a morir nunca cuando la mayoría de los seres humanos somos completamente sustituibles y vivimos de prestado a la naturaleza. Es momento de empezar a trabajar por recuperar la unidad porque se avecinan momentos muy delicados.
La unidad de la izquierda, o de las fuerzas progresistas de la sociedad por si a alguien no le gusta esta acepción, siempre ha sido un hándicap que ésta ha tenido que sufrir. No pasarán pero pasaron las fuerzas fascistas para destruir el gobierno legítimo de la Segunda República Española. Mientras, conscientes de esta desunión, las fuerzas conservadoras aliadas del capital financiero aprovechan para ganar más territorio y someternos con su poder. No sé si llegará el día en que todo esto deje de ser así. Está claro que los milagros no existen y de que todo ello está en nosotros, en nuestros actos y gestos. No hay más y la profecía de un mundo mejor no sale gratis sino que hay que luchar por ella.
Canarias 24 Horas, 5 de mayo de 2008.