Con una campaña que tiene como lema habla canario, sin coma con lo que el pretendido mensaje se desvirtúa completamente como bien ha señalado por ahí una compañera, ha comenzado la campaña de CC para recordarnos que lo rancio no sólo se encuentra en la publicidad de los supermercados del dinosaurio sino que son capaces de copiarles para alcanzar su éxito. Atrás queda el yo cumplo con el que se empapeló la capital de Tenerife con la foto de un imputado y con lo que se demostró que si el photoshop sirve para retocar canas y arrugas no es válido para restaurar la honestidad perdida de la gente. Una cosa hay que reconocer a ATI y es que a pesar de sus múltiples carencias ideológicas elementales lo que les sobra es desparpajo y hacer bananero.
A los líderes de Coalición Canaria no les interesa que los canarios hablemos realmente porque el día que esto suceda estarán irremisiblemente condenados a desaparecer. Y es que los ciudadanos, si no culpables, si que somos responsables de que estos elementos sobrevivan económica y políticamente a nuestra costa. Ser ciudadano de Canarias no es hablar de una determinada forma dialectal, alabar las propiedades del gofio sobre todas las cosas o elogiar nuestro paisaje que, por cierto, lleva ya unas buenas décadas en claro e irreversible deterioro. Ser ciudadano significa, sin entrar a debatir las causas de por qué nuestra sociedad está tan terriblemente desestructurada, algo mucho más elevado de que lo que estos acomplejados arribistas de la política proponen y que llaman nacionalismos cuando la bases ideológicas de ATI están situadas en el tardofranquismo y entroncan con el caciquismo secular de nuestro archipiélago.
La participación ciudadana está muy mal vista por las instituciones canarias. Paradigmática es aquella ILP para defender las costas de Granadilla respaldada por la firma de 56.087 ciudadanos que el Parlamento de Canarias no tuvo la decencia de admitir a trámite. Esta se limita a ejercer el voto cuando toca en uno de los sistemas electorales más injustos del mundo que ha hecho que las familias de caciques del archipiélago se hayan mantenido en el poder durante décadas en formas de gobierno distintas. Sistema que bloquea de momento la reforma del nuevo Estatuto de Autonomía hasta que el PSOE quiera colaborar con Coalición Canaria y se deje vender por unas cuotas de poder determinadas, y por el derecho a un pelotazo como el de Granadilla por ejemplo, como han hecho siempre pues este partido es una pata más, junto con el PP, del trile que se reparte el poder en las islas.
Mientras Paulino Rivero ha entrado en campaña ordeñando vacas, paradigma sin duda de lo que ha hecho su formación con el fruto del trabajo de todos los canarios, Coalición Canaria trata de aferrarse a la existencia como partido político en virtud al sistema electoral que hizo que en las elecciones locales de mayo el batacazo electoral fuera más suave de lo esperado. El paradigma de aquellas elecciones, que han hecho hablar de ella hasta para la presidencia de Canarias, ha sido el de Ana Oramas y su mayoría absoluta. Con una abstención de nada menos que un 46 por ciento, abstención que propician y/o favorecen desde determinados medios, Oramas ha tenido una rotunda mayoría absoluta, con la ayuda de la oposición del PSOE y el inútil político de Javier Abreu, con sólo un 26 por ciento del total del censo lagunero. Si a eso le añadimos campañas caciquiles, pagadas con dinero público como viajes en barco, chuletadas, verbenas y clientelismo electoral, tenemos un estilo autóctono, y autoritario, de hacer las cosas y auténtica marca canaria de chorizos y chistorras.
Según la lógica Coalición debería desaparecer en estas elecciones prácticamente del mapa: la corrupción generalizada, el mal uso de las instituciones, el enriquecimiento de unos pocos y el deterior de la gran parte de la clase trabajadora que tenemos una sanidad y una educación de mierda que sólo se sostiene por la buena voluntad de sus profesionales así lo debiera demandar. Sin embargo esto es poco probable a pesar que el batacazo de mayo se va a volver a ver reflejado. El sistema en vigor en Canarias, que en muchos aspectos de puede calificar de mamandurria generalizada e institucionalizada, necesita de las tres patas del trile para funcionar de verdad. Así ha sido siempre y así será hasta que, en efecto y de verdad, los canarios hablemos de una maldita vez para que estemos vivos de verdad pues ya sabemos por quiénes votan los inmigrantes muertos en Venezuela.
Canarias 24 Horas, 25 de febrero de 2008.