19 diciembre 2007

Derecho a techo



A veces no sólo da la impresión, sino que es completamente cierto, que las leyes que rigen esta sociedad, el ordenamiento jurídico que contempla nuestras relaciones y hasta la Constitución que nos ampara, están hechos para defender una serie de libertades que tanto han perjudicado a los seres humanos como es la libertad de empresa, la libre circulación de capitales y el libre mercado. Los Derechos Fundamentales como el de Expresión e Información o otros como el de tener una vivienda digna o un trabajo adecuado parece que están supeditados a las leyes y reglas del mercado que ha impuesto la especulación indecente que está ligada a la economía neoliberal. Hugo Chávez cae tan mal, mediáticamente se empeñan en hacerlo pasar como un demonio cuando no se le hace una crítica que tiene ciertos tintes racistas debido a su origen mestizo, porque ha osado enfrentarse a las grandes multinacionales que llevan décadas sacando, a base de la sangre y el sudor de sus habitantes, materias primas de Sudamérica que han hecho que unas pocas personas en este planeta sean las más ricas que han existido nunca en la historia de la humanidad. A mi, que no me gusta posicionarme cerca de ningún dirigente, no puedo dejar de situarme al lado de estos procesos, que al capital le disgustan tanto, de creación de nuevos Estado Sociales que se enfrentan a lo establecido.

Que unos jóvenes organizados se opongan a determinados rasgos de la leyes de propiedad establecidas, sino que lo pongan en práctica ocupando lugares que están abandonados o están siendo reservados para la especulación urbanística no sólo es un gesto valiente, sino que representa un ejemplo de dignidad en una sociedad que está corrompida muchas veces a niveles insospechados. Y es que en casos de desalojo de los okupas, como el que hemos sabido estas semanas en Casas Viejas en Sevilla, hace unos años en la Horta de Valencia o hace poco en el barrio de El Toscal en Santa Cruz de Tenerife, siempre podemos encontrar un signo común que los identifica. Este es que los vecinos de la zona, los de toda la vida, no sólo llegan a reconocer los buenos lazos de vecindad que crean con estos jóvenes sino que además destacan la labor social que han llegado a hacer para mantener y rehabilitar estos lugares okupados y que antes eran pasto de la suciedad y las ratas.


El fenómeno de la ocupación no es uno que representa a chicos descerebrados que buscan allanar propiedades para hacer juergas, drogarse o tener una vivienda por la cara. Los okupas son una reacción a esta sociedad que no sólo no admite la diferencia sino que la segrega y la penaliza con toda la violencia de leyes injustas o de policía fascista y violenta. Mientras la mayoría de los jóvenes no representan un peligro al sistema de especulación en el que esta sociedad se haya inmersa porque son perfectos espécimenes para consumir, o como más son capaces de manifestar su descontento es organizando macro botellones para narcotizarse colectivamente, otros son capaces de plantear dudas al sistema y llegan a actuar en consecuencia. El mercado es incapaz de autorregularse, la afirmación de esto es una falacia, sino que se reafirma siempre con más violencia todavía hacia el individuo. De millones de espermatozoides sólo uno llega a su destino pero cuando lo hace lo que logra es, nada menos, que la creación de un nuevo ser vivo. Quien sabe si estos jóvenes no representan la semilla que algún día significará un mundo mejor.


Cuentos y Noticias desde Canarias, 16 de diciembre de 2007,