Sólo en los seis primeros meses de 2007 en todo el estado español han muerto 580 personas realizando su trabajo. Las cifras son realmente algo hueco, cuesta mucho visualizar mentalmente a grupos de seres humanos o conjuntos de cosas de más de cien unidades, y tanto la siniestralidad laboral, como las mujeres víctimas de violencia doméstica, los muertos en accidente de coche o hasta las muertes por terrorismo nos acaban pareciendo lo mismo sean diez u ochenta.
Sin embargo esta cifra de muertos, algo más de tres cada día, refleja mejor que ninguna otra cosa lo peligroso y desprotegido que se ha convertido trabajar en los países más desarrollados y que después de la Segunda Guerra Mundial habían logrado multitud de conquistas sociales. Al mismo tiempo que las grandes empresas que concentran el capital mundial se han hecho más ricas en esta época que nunca antes en la historia se recortan puestos de trabajo, se pierden derechos laborales y se deslocalizan empresas para que sus grandes consejeros ganen todavía más dinero. Un efecto perverso de la globalización es que mientras se han creado instituciones supranacionales para regular la economía y el capital es permeable a fronteras y países donde se vulneran los Derechos Humanos a las personas, a los migrantes que necesitan buscar mejores condiciones de vida porque la vorágine de la globalización no les deja otra salida, se las impide moverse con igual libertad.
Los arrestos de empresarios este verano por explotar a inmigrantes irregulares o por la muerte de trabajadores con precarias medidas de seguridad son la punta del iceberg de lo que pudiera ser algo mucho mayor pero a lo que nunca ningún gobierno se ha atrevido a solucionar porque es algo que exige decisiones radicales. Es más, en España en las dos últimas décadas las pérdidas de los derechos laborales que ha padecido la clase trabajadora han sido promovidas por la complicidad de los sindicatos CC. OO. –como diría Urdaci− y UGT que cada día representan menos a los trabajadores y más a los empresarios porque han pactado con éstos, y con los gobierno liberales del PP y PSOE, todo lo que se les han pedido. Estos sindicatos, convertidos en simples Empresa de Trabajo Temporal y que aceptan subvenciones, son un agente más que precariza el mercado de trabajo y llegan a recurrir a las ingenierías laborales más viles que posibilita la ley para contratar, y mal pagar, a los trabajadores en sus agencias. Cuando los supuestos defensores de los trabajadores hacen esto es que algo muy grave sucede en el empleo.
En Canarias se construye mucho, demasiado. Nuestros empresarios, empeñados en sacar todo el jugo que da la tierra llenándola de cemento y asfalto, han abandonado el sector agrícola, no saben lo que es la I+D+I, están enrareciendo el de los servicios abocado a un turismo de mala calidad y se han concentrado en el de la construcción que a través de canalizar dinero público a manos privadas da mucho dinero fácil y rápido a costa de degradar irreversiblemente nuestro territorio produciendo grandes costes sociales. Es este sector donde se producen la mayoría de los accidentes laborales que acaban en muerte debido a la avaricia de los empresarios que apenas deben tener miramientos con las normas de seguridad e higiene laborales. En Tenerife es FEPECO la entidad que hace de patronal del los empresarios de la construcción y que tienen como presidente al imputado por el caso de Las Teresitas Antonio Plasencia. Este empresario, que de niño empezó haciendo castillos en la arena de la playa, medró a la sombra del poder y ahora pretende urbanizar esta playa santacrucera, conoce mejor que nadie los entresijos de la política y una vez llegó a afirmar en una entrevista que era mejor ayudar a todos los partidos antes que quedarse con uno solamente. ¡Qué sería del PSOE en Tenerife si le cobrara los alquileres de los locales que hace tiempo le deben!
Un sindicato que no es de clase, antes de la Guerra Civil llegó a tener sólo en Tenerife más de cien mil afiliados, es el sindicato anarquista CNT. Venido a menos porque durante la Transición a la democracia su patrimonio expoliado durante la dictadura no se le devolvió correctamente son uno de los mejores ejemplos de la dignidad obrera que queda. Y aunque no participen en elecciones sindicales, son anarquista, cada vez que hay un accidente laboral en Tenerife hace una concentración a las puertas de la sede de FEPECO en Santa Cruz. Muy criticados por no participar en las instituciones son los únicos que en Canarias, cada vez que muere un trabajador, ponen una nota de dignidad y nos recuerda esta desgracia y sangría permanente.
El trabajo no dignifica, eso es una chorrada del capital para tener excusa y explotarnos, sino que adocena según qué condiciones se den. Sin embargo un trabajo digno proporciona las condiciones mínimas para que las personas puedan realizar proyectos de vida. En esta época, donde parece que todo es mercado y especulación, se conocerá en el futuro por la que frustró muchos proyectos vitales y la que marginó unas cuantas generaciones seguidas. El hecho de que los jóvenes no se puedan ir de casa, no sólo comprando una vivienda sino alquilándola, es una muestra de la precarización en la que han acabado nuestras vidas.
Canarias 24 Horas, 5 de octubre de 2007.
Enlaces: